Abril 25

En una librería hojeé largamente el tomo de “Historia da Literatura Galega” del profesor Ramón Pena, correspondiente al período 1936-1975. Sin perjuicio de una futura y detenida lectura, surgen de inmediato varias preguntas. Como se puede escribir una historia de la literatura gallega en la que se estudie solamente la obra en lengua gallega de los grandes escritores y nada más se mencione, de pasada, sus libros en español, caso, por ejemplo, de Eduardo Blanco Amor y de Álvaro Cunqueiro, que escribieron en las dos lenguas y en español alguno de sus libros más significativos.

Obras como “A Esmorga”, “Xente ao Lonxe” o “Os Biosbardos” son objeto de estudio, pero de “”La Catedral y el Niño” en mi opinión, su obra más importante no se dice otra cosa que fue escrita en castellano. Nada se dice de su obra de corresponsal, de las magníficas páginas sobre su estancia americana.

De Álvaro Cunqueiro se recoge la producción gallega, con una valoración especial de la trilogía “Escola de Menciñeiros, Os Outros Feirantes y Xente de aquí e acolá” (y que es una forma de empequeñecerlo). Del Cunqueiro en español nada se analiza a pesar de que en ella se hallan algunas de sus obras más importantes y sin las cuales no alcanzaría su altura definitiva: La genial “Flores del años mil y pico de ave”, “Las Mocedades de Ulises”, “un Hombre que se parecía a Orestes », « Fanto Fantini” y la última y decisiva “El año del Cometa” (por destacar las más importantes). Sin ellas, especialmente sin las dos última, Álvaro Cunqueiro no sería lo que es. Y sin embargo el autor de la historia recoge una opinión (y parece asumirla) sobre “Las Mocedades” y “El año del Cometa” según la cual ambas obras serían el síntoma de un fracaso y de un nivel inferior. Como recoge también y parece aceptarla, la opinión de la inefable Spitzmesser, que debería apellidarse Stumpfmesser y que relaciona a Merlín con Franco.

Nada se dice tampoco de las grandes recopilaciones de los artículos literarios del escritor (en su mayoría en español) que constituyen las páginas de un inmenso diario, parte decisiva de la obra cunqueriana e imprescindible para su cabal entendimiento.

Por otra parte, con independencia de cuál sea la obra u obras sobre las que recaiga el acento valorativo, todos  los textos de un escritor constituyen un cuerpo único, cualquiera que sea la lengua en que estén escritos. Estudiar únicamente los escritos en una lengua y eliminar los de otra u otras, es una amputación del “corpus”, un fraude y los resultados no pueden ser más que erróneos e intranscendentes por ideológicos. Si a esto se añade la fusión de datos políticos e históricos con los literarios (con predominio de los primeros) se acrecienta la insuficiencia de la actividad crítica sin que por ninguna parte sean visibles los óptimos resultados, (en expresión de Méndez Ferrín).

Otra pregunta surge de la utilización del “Lecho de Procusto” del cuadro cronológico 1936-1975. Nada hay que objetar a que el período de guerra civil y dictadura pueda ser estudiado unitariamente y globalmente como un corte transversal en la obra de los diferentes escritores y que muestre la actividad literaria y su resistencia o acomodo en años tan difíciles. Eso es una cosa pero otra es fragmentar o despedazar en varios tomos el cuerpo literario y amputado por la eliminación lingüística. En el caso de Álvaro Cunqueiro, primeras obras poéticas en el tomo anterior al de 1936-1975, su obra narrativa en el objeto de comentario y lo fundamental de su obra poética (que en su mayor parte fue escrita con anterioridad a 1975) queda para el próximo volumen que, esperemos, pueda ver la luz. Obra poética cunqueiriana en español y en gallego, fundamentalmente en esta última lengua, pero necesitada, de completo estudio y que, además, mantiene complejas relaciones con la obra narrativa a lo largo de la vida del escritor lo que hace, si cabe, más inadecuada la primacía de criterios exógenos (cual el cronológico, aplicable a todos los escritores) sobre los endógenos (evolución incomparable, concreta de una obra singular) lo que no excluye, y no hace falta decirlo, la aplicación de los métodos de las diferentes disciplinas que estudian las sociedades, pues todo creador, como cualquier persona, se desarrolla en las tensiones y conflictos de la sociedad de que forma parte. Pero no olvidemos que la aplicación abstracta del criterio cronológico es solo un error. Lo es, pero no es inocente, responde a fuertes prejuicios ideológicos, muy asentados en cierto nacionalismo gallego de izquierdas, prejuicios que dan un papel central en los años 1939-1975 al conflicto entre “la estrategia Piñeirista” y una izquierda de radicalidad política y artística y literariamente supuesta de “vanguardia” con la asignación de escritores a uno y otro lado lo que olvida el desarrollo auto centrado de la obra de los grandes escritores, banalizado por la exterioridad política.

Surge otra pregunta. Además de lo ya dicho, como se puede escribir una obra de historia de la literatura gallega que en realidad es una historia de la literatura en lengua gallega (insuficiente por lo expuesto). Se olvida que Galicia es una nación bilingüe, con dos lenguas maternas para los gallegos, con desequilibrio creciente en la característica “materna” en favor del español, una lengua que hoy no hay que identificar con España y la cultura española pues es la lengua de muy diferentes culturas, cada una de las cuales imprime especiales características a su español (en sentido contrario lenguas muy diferentes pueden servir de vehículo a una misma cultura). La cultura gallega se expresa en dos lenguas, cualquiera que haya sido el origen histórico de esa expresión. Y en español escribieron, y mencionemos algunos, Pardo Bazán, Valle Inclán, Torrente, Cela, Castroviejo, González-Garcés … , tanto o más culturalmente gallegos como los que solo escribieron en gallego.

Una historia de la literatura gallega tiene que ser una historia de la literatura gallega en gallego y en español cuyos productos no aparecen en universos separados, en dimensiones que no se tocan, sino en el seno de una única cultura, que mantienen viva relación (aunque ésta no se quiera ver), que se influyen recíprocamente. Y el crítico tiene que descubrir y estudiar esos vínculos y esas influencias mutuas en una literatura que es única en sus dos lenguas, por otra parte tan próximas.

La concepción exclusivista que domina la obra criticada, debida a prejuicios nacidos en épocas de resistencia y hoy caducadas domina hoy en el gremio de profesores-escritores-críticos-editores, pero responde también a la defensa de unos intereses que se  piensan mejor defendidos alzando rígidos muros que impidan comparaciones y competencias. ¡Qué inmenso error! A una gran mayoría de los gallegos los deja sin una historia de la literatura gallega en español y sujetos a las historias imperfectas que se puedan escribir desde la cultura española que no lo hará o lo hará imperfectamente, ya que perciben de una manera acertada, que, aunque escritores en español, pertenecen a otra cultura. Pero la postura exclusiva lleva también al desastre a los intereses nobles o espurios, de sus protagonistas, a la disminución constante del lector en gallego y a la decadencia de la lengua gallega que quiere proteger. Solo historias globales, inclusivas, con nuestras dos lenguas en relación viva atraerá al lector gallego, con claros beneficios para nuestra cultura nacional y en particular para la lengua gallega.

Termino, por hoy, preguntándome como el autor, y los que con él comparten su postura, no ven que con ella regalamos a otras culturas, en concreto a la española figuras de primer orden, con premio nobel incluido, cuando son escritores culturalmente gallegos. No puedo imaginar una historia de la literatura irlandesa que recoja solamente a los escritores en irlandés y deje a Londres sus grandes narradores y poetas, de todos conocidos. No imagino una historia de la literatura peruana que solo estudie la literatura Qishua (muy importante) y abandone a sus grandes narradores en manos de la cultura de España. Podría multiplicar los ejemplos pero es suficiente. Parece que no se comprende que el español o el inglés no son hoy la “marca” de España o de Inglaterra sino que son cada una, lengua de una pluralidad de culturas que imprimen su sello decisivo en la lengua correspondiente (y sin perjuicio de la mutua comprensión). No se quiere ver que la literatura de Galicia en sus dos lenguas es un cuerpo único, vivo, coherente muy diferente de la literatura española, peruana,  argentina…

Efectivamente, no se comprende y no se ve. O no se quiere comprender o ver. La postura exclusivista aparece dominante en los gremios indicados (no desde luego en la sociedad) con el apoyo decisivo de un poder político y de unos medios que, aunque denostados, se quieren hacer perdonar su real indiferencia hacia el gallego. Otro factor muy importante que contribuye al sostén de la concepción dominante es el silencio crítico, la ausencia de público diálogo sobre esta problemática, silencio que hace aparecer á aquella como algo natural, plenamente fundado y que no necesita justificación. Silencio al que contribuyen también los escritores gallegos en español que no sé si muchos tienen las ideas claras sobre estos temas de lengua y cultura o se sienten partícipes de una cultura gallega o, considerándose excluidos, miran a Madrid.

En resumen, una historia de la literatura gallega que utilice el criterio monolingüe, no es una historia de la literatura gallega ni siquiera una historia de la literatura en lengua gallega.

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