OCTUBRE 3 MELANESIA

Leo unos libros excelentes de especialistas franceses e ingleses sobre las sociedades de Melanesia y su situación lingüística con el acento puesto también en las condiciones socioeconómicas en las que apareció el pidgin hace cerca de doscientos años que permitió la comunicación entre los europeos (fundamentalmente ingleses y franceses) y los melanesios y también en el seno de los mismos, al relacionarse unos con otros como efecto de la colonización. Téngase en cuenta que en el espacio se hablaban (y aún se hablan en gran número) unas novecientas lenguas, papúes y austronésicas (estas últimas comprenden las malayopolinesias y las melanesias). En el llamado “arco melanesio” constituido por Papuasia-Nueva Guinea, Islas Salomón y Vanuatu (y también Nueva Caledonia, aunque aquí el piogin fue ahogado por el francés) surgió una lengua lexificada por el inglés en más del ochenta por ciento pero de gramática melanesia que se ha convertido en la lengua común de los melanesios de los tres estados independientes, con tres variantes entre las que hay intercomprensión, salvo algún desconocimiento inicial, fácilmente superable (más o menos como ocurre entre el malayo y el indonesio): “Tok pisin” de Nueva Guinea, “pijin” de Salomón y “bislama” de Vanautu. Esta lengua que como dicen en Vanuatu “bislama blong yumi ol man melanisia” (la lengua de todos los melanesios) ha tenido un éxito extraordinario, convirtiéndose en la lengua materna de la mayoría de sus habitantes o por ellos aprendida, transmitida luego a sus descendientes. Es la lengua de instalación en el mundo, como para nosotros el gallego o el español. Y lengua sin la que no hay promoción social posible. Un no hablante de cualquiera de sus variantes, V.G., habitante anciano de una aldea perdida, es un “buskanaka” o un “busman” (literalmente hombre del bosque o de la maleza). Lengua de evolución dinámica y enormemente rica, es una auténtica  lengua melanesia por su gramática, aunque gran parte de su vocabulario es de origen europeo, fundamentalmente inglés, con una gran simplificación de la fonética original adaptada a las lenguas vernáculas. También hay un componente importante de vocabulario melanesio procedente de lenguas diversas.

            Como decía un anciano haitiano, hablando del creol de su país, éste es la lengua en que habla la verdad, en la que se expresan los sentimientos sinceros. El francés o el inglés, necesarios para gran parte de la vida pública y oficial y las relaciones internacionales, son ajenos a esta intimidad africana de Haití u Oceánica.-

            Siempre me ha admirado la existencia de nombres geográficos y étnicos griegos en el Índico Oriental y en el Pacífico y más aún la apropiación por los nacionalistas del área, de los mismos. Es el caso de Indonesia (el famoso juramento de la juventud “satu bangsa, bangsa indonesia” (una nación, nación Indonesia) o de Melanesia (Islas de Negros) del mismo modo que proliferan en el área los nombres de origen español (Filipinas, Islas Salomón, Marianas, Marquesas) e ingleses y franceses, atribuidos por los navegantes que las descubrieron. Fantaseo con navegaciones de los héroes griegos (Ulises, Jasón y los Argonautas) navegando, más allá de la India y descubriendo la Polinesia (las muchas islas).-

            También es admirable la historia de los navegantes de lenguas polinesias que en unión de sus parientes lingüísticos malayos y melanesios, configuraron un espacio lingüístico gigantesco, en más del noventa por ciento pobladores de islas, desde las montañas de Taiwan y Filipinas hasta Nueve Zelanda y desde Madagascar hasta Hawái e Isla de Pascua.-

            Por cierto el nombre Maorí de la isla norte de Nueva Zelanda significa “larga nube blanca”. Según la historia tradicional la esposa de Kupe, el descubridor que iba en la piragua que encabezaba la flota que partiera de Tahití, vió y exclamó “una nube” luego precisó “blanca” y finalmente “larga” sobre la tierra que aparecía en el horizonte y ese fue su nombre.-

            Volvamos a dejar volar la imaginación: un océano del origen del mundo, un planeta de agua sin historia. Es algo más de mediodía. Ra, el sol, en lo alto del cielo. El aire embaraza las velas de la flotilla. Un pueblo de bronce, fatigado pero feliz, observa la costa de una tierra virgen que van a poblar y nombrar por vez primera: “nube, blanca, larga, ao.tea.roa”.-

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