POEMAS
Beatriz pasa Pasan los siglos, caravana insomne, Vacuno que azuza el pastor del viento, Barro, gritos, estruendo, confusión, Mugidos, sin descanso, hacia las puertas Del abierto recinto del olvido Donde todo se calma y apacigua. Un silencio sin noches y sin días. Mientras, los que andamos sobre dos piés La tierra, alzamos nuestra estatura, Como un semidiós, a la muerte ajeno, Y su fatal memoria no pensamos, La vieja enemistad de sus archivos. Vivimos en una dulce embriaguez, Es la copa de Beatriz la causa, Que nos aleja de la imagen clara Del país que no sabe de retornos. Es Beatriz un manantial de niebla. No hay días en el siglo, ni en los días Horas, en los que Beatriz no pase, Beatriz pasa siempre, siempre cerca, Hace ochocientos años de su paso Por Florencia, suceso de inmortal Recuerdo. Pero ha pasado antes Y después, pasa y seguirá pasando. Qué lugar en la tierra sin su paso? Beatriz asomada en la ventana, Beatriz en la calle y en las plazas, Un sereno mirar y la sonrisa. Beatriz es un enigma. Inútil Preguntar por la variedad que muestra En la figura, Beatriz se viste De todas las respuestas que imaginas. Y contodo, no habrá duda ninguna Si pasa Beatriz y al pasar mira. Entonces, un eco nunca oído, Un repentino incendio de mil luces, Brisas de puras, altas extensiones, Se abre tu ser, las puertas se retiran, Beatriz está en el umbral. Espera. Un destino en sus ojos te interpela. Cualquier tiempo anterior es cancelado. Se funden dos en la mas grande imágen, Dureza transparente de la piedra Que se fija y se adentra en el espejo Por senda solo por amor sabida. Y no importa el romperse del espejo, Los agudos cuchillos de sus vidrios. Aunque los cubra sangre muy antigua, Que traspase los filtros del olvido, Son huerto para el florecer del verso Y el retrato del arte,la más alta Memoria de Beatriz, testimonio de una eterna belleza entre nosotros. Por escuchar de Beatriz el canto Seremos canción pese a la ceniza Y haciéndonos brotar alas de fuga Que quiebren un instante las oscuras Servidumbres al polvo y a la muerte Beatriz siempre seguirá pasando.
Manera de morir (“La perfección muere arrodillada” Lezama) No quiero en lecho mi lugar de muerte, Debilidad rendida del anciano Que exhibe su final, anticipado. Y no siendo oriental, arrodillado, Disposición que pide una cultura, Y también su horizonte de morada, Que no siento. Quiero morir sentado, Asiento que no sean mis talones, Que añaden incomodidad al trance, Si no cómodo asiento, mi sillón De todo día, papel, libro y lápiz En la mano, libros en el regazo Y a mi lado, que muestren a la muerte Claramente, su atroz impertinencia. Elijo horas de tarde de verano De honda conversación con mis vecinos En los alegres barrios de bibliópolis, Ciudad natal. Su ordenado urbanismo No excluye los rincones misteriosos, En su sombra, quizás será la herida. Una ola en mí, como el mar en la arena, Me serena. Tener como testigos Tanto amigo, de todas las naciones, que en lenguas diferentes se lamenten. Muchos años viviendo con los libros, El color de su piel y su estatura, Son sabidos. Y su olor que entrelazan con el mio. Familia de papel! Para no ver suceso tan tremendo Sus ojos cubrirán con las cubiertas, Mantos de colores. Cogido a ellos, Perdido en la selva obscura, me guiaron, Ahuyetando al error, que amenazaba. No sé si quiero muerte perezosa Que se enrolle despacio en mi costado Gato negro agoísta y zalamero, O hacha tierna y veloz, que decapite O mezcla sabrosa, a voluntad, de ambas. De la escena final no tengo dudas. La cabeza inclinada sobre el pecho, La mano que acaricia el libro amado, Mis plumas como lanzas derrotadas.