BOLETÍN LITERARIO MINDONIENSE NÚMERO SEIS (NOVIEMBRE 2024)

PRIMERA PARTE

Poemas del mundo

  1. Odisseas Elytis (1911-1996)

“Canto heroico y de luto por el subteniente perdido en Albania”.

(Asma нrωikò kài pénɵimo yià tòn xaméno anɵupoloxagò tн̀s albanías).

(1945)

(Canto compuesto en 1945 por la muerte de su amigo y miembro de su grupo de poetas, Sarandaris, caído en Albania en la lucha contra los italianos en la Segunda Guerra Mundial).

I

Allí, donde antes habitaba el sol,

donde con ojos de virgen se abría el tiempo,

mientras nevaba el aire por un traspié del almendro

y se encendían jinetes en las más altas yerbas.

Allí, donde golpeaba la pezuña de un plátano

altivo y una alta bandera chasqueaba

tierra y agua, donde nunca pesó sobre la espalda

un arma, solamente el fatigado cielo,

como gota de lluvia brillaba el mundo,

al pie de la montaña, a la mañana.

Ahora, como del gemir de Dios, crece una sombra.

Ahora la angustia, encorvada, con manos enjutas

arrebata las flores y en ellas las apaga, una a una.

Dentro de los tajos donde se detuvo el agua

yacen las canciones con hambre de dicha.

Rocas monjes con fríos cabellos

Parten, silenciosas, el pan de la soledad.

Entra en el cerebro el invierno,

algo malo va a suceder,

se eriza el pelo del montecaballo.

En lo alto las rapaces dividen las migas celestes.

II

Ahora, de aguas turbias, una agitación asciende.

El viento, anclado en el follaje,

aventa lejos el polvo,

los frutos escupen semillas,

la tierra oculta sus piedras,

el miedo cava una mina y, corriendo,

se esconde, es la hora del aullido

de la nubeloba que desde las matas celestes

esparce una tremenda tormenta

en la piel de la llanura y después nieve,

y más nieve, se extiende y, sin piedad,

todo lo cubre y va silbando

en los valles ayunos, y más tarde

a la alegría de los hombres responde:

fuego o cuchillo!. Y se encenderá el mal

aquí, para los que se pusieron en marcha,

con fuego y cuchillo. No desespere la cruz,

que sólo lejos de ella oren las violetas!

III

Para ellos la noche era un más amargo día,

disolvían el hierro,

masticaban la tierra,

olía a pólvora su Dios y a cuero de mulo.

En cada trueno hay una muerte

que cabalga el aire, en cada trueno

un hombre frente a la muerte,

sonriendo. Y diga lo que quiera el destino.

Fácil como telas desgarradas por el aire!

Fácil como pulmones que abrieron las piedras!

Rodó el casco por el lado izquierdo…

Solo un instante en la tierra las raíces

se turbaron. Luego, dispersado el humo,

un día sin coraje parte a engañar

la bruma desde el interior de la tierra.

La noche, empero, se irguió, víbora pisada.

Breve se detuvo la muerte entre los dientes,

luego se derramó súbita hasta la pálida uña.

IV

Yace ahora un aire prendido en el cabello

Sereno, en militar abrigo chamuscado,

con una rama de olvido en la oreja izquierda,

 parece un huerto del que huyeron los pájaros,

una canción amordazada en la oscuridad,

un reloj angélico detenido…

“Hasta la vista muchachos” las pestañas dijeron

y ya la duda se volvió mármol.

Yace sobre el capote chamuscado,

a su alrededor siglos de negrura,

aúllan con esqueletos de perro

el terrible silencio y las horas

atentas escuchan, vueltas palomas de piedra.

Pero se abrasó la risa, ensordeció la tierra

y nadie oyó el último grito,

el último grito que vació el mundo.

Bajo cinco cirios, sin otros cirios,

el abrigo militar yace chamuscado,

vacío el casco, embarrada la sangre,

al costado, medio consumido, el brazo

y entre ceja y ceja, un pequeño pozo

amargo, dedo del destino,

pequeño pozo amargo rojo y negro.

Pozo donde se enfría el recuerdo!

Oh, no miréis! No miréis por donde,

por donde huyó la vida. No digáis,

no digáis como ascendió el humo del sueño.

Así pues un instante, uno,

un instante abandonó al otro

y el sol, el eterno, también de golpe, el mundo.

V

“Sol, no eras eterno?

No eras, ave, el momento de dicha que no cesa?

Brillo, no eras la audacia de la nube?

Y tú, jardín, teatro de las flores,

y tú, rizada raíz, caramillo de la magnolia!”

Como se sacude el árbol bajo la lluvia

 y el cuerpo vacío ennegrece por el destino

y un demente se golpea con la nieve

y los dos ojos van a llorar.

Por qué? Pregunta el águila, el joven,

dónde está? Y lo preguntan sus aguiluchos,

dónde está el muchacho? Por qué?

Pregunta suspirando la madre,

dónde está mi hijo? Y todas las madres

preguntan dónde estará el hijo.

Por qué? Pregunta el camarada, dónde

estará mi hermano? Y los camaradas

todos preguntan , dónde estará el más pequeño!

Cogen la nieve y quema la fiebre

cogen la mano y hiela,

quieren morder el pan y el pan sangra

miran al cielo lejano y se amorata.

Por qué, por qué, por qué? Por qué la muerte

no calienta? Por qué ese pan sacrílego?

Por qué semejante cielo?

Allí donde antes residía el sol!

VI

Era un bello niño. El primer día

de su nacimiento, las montañas de Tracia se inclinaron

para que apareciese sobre los hombros de la tierra

la alegría del trigo. Y escupieron, inclinadas,

una vez en la cabeza, otra en el pecho,

otra dentro de su llanto.

Aparecieron griegos con terribles brazos

y lo alzaron en mantillas del norte…

Después pasaron los días, rivalizando

con la piedra, saltaron cabalgando yeguas,

luego rodaron los ríos de la mañana,

hasta que por todas partes sonaron

las anémonas gitanas y vinieron

desde el confín de la tierra los pastores del mar

que llevan los rebaños ovinos

allí donde respiraba profundo una caverna marina

allí, donde una gran piedra respiraba!

Era un bello joven. Por las noches,

abrazado a las muchachas del naranjo amargo,

manchaba los soberbios vestidos de los astros,

tal era el amor en sus entrañas

que bebía en el vino el sabor de la tierra,

llevando luego al baile a las ninfas

de los álamos hasta que escuchara

y vertiera luz el alba en sus cabellos,

el alba que con brazos abiertos lo encontraba

en el asiento de dos pequeñas ramas,

arañando el sol, pintando las flores,

o, de nuevo, con afecto, arrullando bajito

a las pequeñas lechuzas aún desveladas…

Ah, qué penetrante tomillo su respiración!

Y el desnudo pecho, que mapa pleno de luz!

Allí irrumpían la libertad, el mar…

Era un valeroso joven.

Con su pistola y áureos botones deslumbrantes,

ya un aire de hombre al caminar,

y la brillante señal del casco

(tan fácil fue la entrada en su cabeza

cabeza que nunca conoció el mal)

con soldados a izquierda y derecha

y la venganza de la injusticia al frente,

-fuego contra el fuego ilegal!-

con la sangre sobre las cejas

tronaron los montes de Albania

y después derritieron su nieve para

lavar el cuerpo, naufragio silencioso

de la aurora. Y la boca, ave pequeña

privada de su canto y las manos,

plazas abiertas en la desolación.

Tronaron los montes de Albania,

No lloraron. Por qué habrían de hacerlo?

Era un bravo muchacho!

VII

Los árboles son de un carbón donde la noche

no se acomoda. Se precipita y golpea

el viento, golpea una y otra vez. Nada.

En medio de la helada se juntan los montes,

arrodillados. Y desde las barrancas,

por las cabezas de los muertos, asciende

el abismo… ya ni la tristeza gime.

Como la demente que quedó huérfana

vaga, pequeña rama en cruz en el pecho,

no llora. Solitaria, rodeada por las negras

cimas del rayo, camina en lo alto y prepara

una vajilla de luna, no vean su sombra

los planetas que retornan. Entonces

ocultarán sus rayos, se detendrán,

allí en el caos, fuera de sí, jadeando…

Se precipita el viento y golpea,

golpea una y otra vez, se ciñe,

con la negrura de su capa negra, encorvada,

la soledad, detrás de los mesesnubes,

escucha atenta. Qué será lo que oye,

nubeslunas lejanas?

Con los harapos de los cabellos

sobre los hombros, ay, dejadla!

Medio cirio, medio fuego, solloza una madre,

-Dejadla!- En las vacías habitaciones

heladas donde vaga, dejadla!

porque el destino no es viudo de nadie.

Y las madres están para llorar

y los hombres para luchar,

los jardines, para que florezcan

los senos de las muchachas, la sangre

para perderla, la espuma para golpear

y la libertad, para un continuo y brillante renacer.

VIII

Decid, pues, al sol que encuentre

camino nuevo, ahora que ya su patria

oscureció sobre la tierra si no

quiere perderse por su orgullo

o que entonces con tierra y agua,

irradie azul en otra parte una pequeña

hermana de Grecia! Decid al sol

que vaya por nuevos caminos y nada

eche en cara ni siquiera a una margarita,

a la margarita decidle que brote con otra

inocencia, que no se manche con dedos que no le convienen!

A las palomas silvestres separad de los dedos

y no dejéis eco que diga la pasión del agua

mientras en la ostra vacía sopla dulce el cielo.

No enviéis a parte alguna signos de desesperación,

traed sólo de los jardines de juventud

los rosales donde su alma exhalaba,

donde su aliento figuraba pequeña ninfa crisálida.

Que cambie tantas vestimentas cuantas

ráfagas el satén al sol cuando se embriagan,

con polvo de oro, las moscas doradas

y urgentes acuden las aves

para escuchar en los árboles

en que nacimiento se alzó el anunciado mundo.

IX

Manos nuevas traed, porque quien ahora,

para arrullar sus bebés, ascenderá a los astros!

Y también nuevos pies porque ahora, quien

entrará el primero en el baile de los ángeles!

Nuevos ojos, Dios mío, porque ahora, donde

se inclinarán los pequeños lirios de la amada!

Sangre nueva, pues, con que alegre saludo se encenderán?

Y boca, fresca boca de cobre y amaranto

pues quien ahora dirá en las nubes “salud muchacho!”

Día, a quién ignorarán las flores del durazno?

Noche, quien amansará las sementeras?

Quien esparcirá verdes candiles en los campos?

Y dará voces, audaz, frente al sol

para vestir las tormentas, cabalgando invencible caballo?

Y devenir en Aquiles de las atarazanas!

Quién subirá a la mítica, negra isla desierta

y abrazará los guijarros? Y quien dormirá

 para atravesar las corrientes del sueño

 y encontrar manos nuevas, pies, ojos, sangre

 y lengua y otra vez erguirse en las eras

 de mármol y engañar, ay, esta vez!

Con su santidad, engañar a Caronte!

X

Sol, voz de bronce y santo viento noreste,

sobre tu pecho afirmaban “la vida para gozarla!

Allí fuerza más negra no cabía, solo allí

con luz de rama de laurel vertida,

y plata de rocío, la cruz brillaba

mientras la grandeza amanecía

y la bondad, espada en mano, se adelantaba

a decir, vivo! Desde los ojos y banderas.

Salud a ti, río niño, dónde ves el alba

semejante a un hijo divino, una rama de granado

en los dientes para perfumarse con tus aguas.

Y salud a ti también, níspero del campo,

de viril reacción cuando querían arrebatar tus sueños.

Salud a ti, pequeño manantial del mediodía

que a sus pies llegabas. Y tú, muchacha, que eras

su Elena, su ave, su Virgen, sus pléyades.

Porque quizá por una vez en la vida se anuncie

alumbrando el amor del hombre, un astro

tras otro, los ocultos firmamentos, el reino

o el eco divino en todas partes, para adornar

los bosques con pequeños corazones de aves

y con liras de jazmines las palabras de los vates.

Y donde haya un mal oculto, lo atormenten,

lo atormenten, iluminándolo donde se oculte.

XI

Aquellos que ejecutaron el mal

-los ojos les arrebatará la tristeza-

iban inclinados fatalmente, sin espanto,

privados del temor por la aflicción

en una nube negra se perdían.

Atrás! Y ya sin alas en la frente,

Atrás! Y ya sin clavos en los pies,

allí, donde a viñas y volcanes el mar desnuda,

en los campos de la patria y con arado de luna.

Atrás! En el lugar donde dedos sabuesos

olfatean la carne y la tempestad dura

semejante en verano de mujer a jazmín albo!

a los que realizaron el mal-

se los llevó negra nube- no dejaban

detrás de ellos vida, con pinos y agua fría,

con oveja, vino y disparos, vara y cruz de viña,

sin abuelo de roble y de furioso viento,

dieciocho horas al acecho, día y noche,

ojos amargos,… se los llevó negra nube.

No tenían detrás tío artillero, padre

cargador, madre que degollara con sus manos,

o madre de madre que con desnudo pecho,

danzando, se entregara a la libertad de Caronte!

En negra nube se fueron los ejecutores del mal

pero aquel que contempló los caminos del cielo,

todo resplandor, asciende solitario.

XII

Con paso mañanero, sobre la hierba

que crece, solitario asciende, vuelto resplandor…

Flores amazonas, a escondidas, le señalan

y con suave voz le hablan, vapor en el éter,

hacia él se inclinan los árboles enamorados

con nidos puestos en sus axilas,

y las ramas a remojo en aceite de sol.

Asombro! Maravilla, abajo, en la tierra,

blancas tribus en los campos con riendas azules

amanecen, brillo profundo de las filas

de colinas, y más profundamente, inaccesibles,

los sueños de los montes en primavera!

Asciende solitario, todo resplandor,

tan ebrio de luz que su corazón es visible,

entre las nubes aparece el Olimpo,

el verdadero y, a su alrededor, los elogios

en el aire de sus camaradas… ahora

más rápido golpea el sueño que la sangre.

A orillas de la vía, los animales se juntan,

gruñen y miran como si hablaran,

grande es en verdad el mundo entero,

un gigante que mima a sus hijos.

Campanas de cristal llaman lejanas,

mañana, mañana, dicen, la pascua del cielo!

XIII

Lejanas llaman campanas de cristal…,

dicen de aquel abrasado en plena vida,

como la abeja dentro del florecer del tomillo,

del alba que se ahogó en pechos de tierra

mientras un día más brillante exigía,

de la nieve cayéndole brillante dentro,

y apagada al oírse lejano el silbar de la bala.

Sollozando, huyó en alto vuelo la perdiz albana!

Hablan de aquel que ni alcanzó a llorar

por su profundo vivir el amor a la vida

cuando el aire lejano crecía,

y los pájaros chillaban en las vigas

del molino en ruinas, de las mujeres

que bebieron la música salvaje

en la ventana erguidas, ciñendo su pañuelo,

mujeres que desesperaban a la desesperación

en espera de una negra señal en la llanura.

Después, fuera del umbral, herraduras poderosas

hablan de su ardiente cabeza sin caricias,

de sus ojos grandes donde habitó la vida,

con unas raíces, que ya jamás salir podría.

Ahora golpea más rápido en la sangre el sueño,

el instante verdadero del mundo significa

libertad, los griegos en las tinieblas

muestran el camino: libertad, por ti

verterá el sol lágrimas de alegría.

Caen al agua las tierras que golpea el arco iris,

por las praderas navegan, velas abiertas,

naves, ante los ojos del hombre, desnudas,

corren inocentes muchachas y la modestia,

detrás de la valla, clama: “jóvenes!

no hay una tierra más hermosa…!”

Es el momento más exacto del mundo.

Con andar mañanero sobre la hierba

creciente él siempre asciende.

A su alrededor brillan ahora los deseos

perdidos una vez en la soledad del error.

Vecinas de su corazón arden las ansias,

lo saludan las aves, le parecen hermanas.

Los hombres lo llaman, los ve camaradas.

“Pájaros, mis buenas aves, aquí es el fin de la muerte!”

“Camaradas, compañeros, aquí la vida comienza!”

En sus cabellos brilla la escarcha

con celestial belleza.

Sonido lejano de campanas de cristal

mañana, mañana, mañana, la pascua de Dios!


  • Nâzim Hikmet (1902-1963)

Los siguientes 3 poemas pertenecen al poeta turco Nâzim Hikmet (1902-1963) y figuran en su libro póstumo Son siirleri (últimos poemas, ya traducidos al español). Después de pasar más de doce años en cárceles turcas y de ver prohibida su obra en Turquía, murió exiliado en Moscú.

Emniyet müdürü (el director de la policía) evoca sobria y magistralmente el sombrío mundo policial de la dictadura militar turca y de la colaboración USA con los más reaccionarios regímenes, siempre al servicio de la “libertad”. Con media docena de instantáneas, sin retórica alguna, todo queda dicho.

Abierta herida en el cielo,

de un sol mana la sangre.

Un aeródromo.

Los que acuden a saludar,

las manos en el ombligo.

Porras, todoterrenos,

muros de cárcel, comisarías

y cuerdas que danzan en las horcas

y civiles que el ojo no ve

y un niño que no aguantó la tortura

y se arrojó desde el tercer piso,

en la misma dirección de la policía.

y aquí, ya, el señor director de la seguridad

baja del avión,

regresa de América,

de una actualización profesional.

Aprendieron métodos para impedir dormir

y quedaron muy satisfechos

de los electrodos conectados a los testículos

y de una conferencia sobre nuestros ataúdes.

Explicaron los beneficios

de poner en las axilas huevos hirviendo,

y de quemar y pelar con cerillas,

muy suavemente, la piel del cuello.

El señor director de la policía

desciende del avión,

regresa de América

y porras y todoterrenos

y balanceo de cuerdas en las horcas,

se alegran, dicen,

el patrón ha vuelto.


 (1959)

Veran̉in uykudan uyanîsî

(El despertar del sueño de Vera)

Las sillas duermen de pie,

así también la mesa,

yace tendido de espaldas el “kilim”,

sus bordados con los ojos cerrados,

duerme el espejo,

también los ojos de las ventanas cubiertos,

y colgadas las piernas en el vacío

el balcón duerme, enfrente

 las chimeneas en el tejado duermen

 igual que las acacias en las aceras.

 Duerme la nube

 con una estrella en su pecho,

 y la luz, dentro y fuera de la casa.

Rosa mía, despertaste,

despertaron las sillas,

de una esquina a otra se afanaron

y también la mesa,

el kilim se irguió y se sentó,

capa a capa abiertos los adornos.

Se despierta al espejo como un lago al alba

los enormes ojos azules de las ventanas

Se abrieron. Despertó el balcón,

recogidas sus piernas del vacío

humean las chimeneas en el tejado,

enfrente. Las acacias en la acera gorjean,

despertó la nube, en la habitación yace,

arrojada, la estrella que estaba en su seno.

Y dentro y fuera de la casa, la claridad

 despierta y baña tus cabellos

 y va y viene por tu calle desnuda,

 por tus blancos pies.

 (1960)

Un poema completamente diferente al anterior. Íntimo registro de un momento cotidiano en el que se mezclan la vida de las cosas y de la amada, evocada con sobrio lirismo. Las imágenes sobre el animismo de los objetos me recuerdan mucho a un poema de la polaca Wislawa Szymborska, traducido en este boletín (nº3) “Pequeña jovencita arrastra el mantel”, también con
una concepción animista de las cosas en su día a día con una pequeña.

Bu dünyada

(En este mundo)

En este mundo, cuantas mujeres hermosas

muchachas, especialmente.

sal al balcón del hotel

y mira! Viejo!

Por un lado, el poema desborda de luz,

por otro, conversa con la muerte, a tu costado.

(1959)

  • El siguiente poema fue escrito en 1925 por el poeta udmurto Kudzͮʾebaj Gerd, fusilado en 1936, en el curso de la represión stalinista contra las élites intelectuales de las naciones de la Unión Soviética.

La República de Udmurtia forma parte de la Federación Rusa y su lengua nacional, el udmurto, es una lengua urálica que pertenece a la rama fino-permiana de las lenguas fino.ugrias. Se escribe con una variedad de cirílico que presenta incoherencias desde el punto de vista de la fonología udmurta.

La traducción es literal, sin pérdida o añadido de contenido cognitivo alguno y sin perjuicio de procurar la conservación de la poesía del poema en la lengua de llegada.

Eu (son)1 udmurto

Eu son udmurto. E son moi feliz.

Volvinme ceibe, estou entusiasmado2

crecen no meu corazón fogos vermellos,

liberado dun mundo negro!

Hoxe, no día de outubro

o povo sairá á rúa,

uns farano cantando,

otros con bandeiras vermellas.

Sen vergoña de ninguén,

vestido co meu traxe udmurto,

sairei eu tamén, sen temor,

cancións vermellas nos beizos.

Aquí -eu entre vosoutros-

que morea de xentes diversas!

Érguese o meu ánimo, moi alto,

novos vieiros ao redor.

Se non acontecera outubro

sería o meu fogar un tobo escuro,

e “rato raiado” tería de nome,

como responder así chamado!

Alzoume outubro vermello

fíxome entrar no rango das nacións

aquí estou, aquí, de pé,

e canto na lingua udmurta.

Son udmurto. E son moi feliz!

Abandoado un negro mundo,

crecen no meu corazón fogos vermellos!

1 En este caso, en udmurto, como en ruso, no es necesaria la cópula, basta con la pausa.


2 El verbo burdʾʾ jasʾ kînî significa recibir alas, entusiasmarse.

  • Komi kîv (La lengua komi)

Del poeta komi Iván Kuratov (1839-1875), “el primer gran escritor de su literatura” y “fallecido en la miseria después de dedicar su salario a la educación de sus hermanas más jóvenes”. Tradujo al komi escritores de lengua latina, francesa, inglesa, germana y rusa.

El komi, lengua urálica de la rama finopermiana del grupo finougrio, es muy parecido al udmurto pero no hay intercomprensión. Se escribe con una variedad de cirílico.

Es la lengua de la República de los komi, cuyo extremo norte se halla próximo al mar de Barents y al este linda con los Urales. Tuve a la vista la traducción del profesor Yves Avril, pero su traducción es demasiado libre mientras que la mía es literal (salvo las naturales diferencias que imponen las sintaxis tan diversas entre sí, del komi y el gallego).

A lingua komi, seino,

non di grandes cousas.

Seino eu e mais ela,

non erra tampouco moito.

Lingua para min tan preciosa,

doce, bela, sonora,

Deus esquencerá o pecado

se llo pedimos nela.

Con esta lingua amada

fálanse os irmáns,

con ela os pais

desexáronme o ben.

Foi esta lingua a que ouvín

perto do meu berce,

non a esquencerei,

xamais, so no camposanto!

A fermosura desta lingua

escoiteina no corazón

e nela, por vez primeira,

cantei moi de vagar.

Nesta lingua, máis forte,

o canto vai comenzar.

Entón, en cento vinte mil orellas,


sí, como o ben resoará.

  • Poemas de Lituania

Rupintojelis1 de Jonas Aistis (1904-1973), poeta lituano.

Dios mío, qué noche de luz!

Y qué altos los dilatados cielos!

Oh estrellas, estrellas! Grandes

y pequeñas, tanto brilláis, Dios mío

que el brillo se vuelve tristeza.

Saldré, me dije, por un camino llano,

en ese camino hay libre deseo,

una luminosa noche por ese camino,

solo los jóvenes piensan anchos sueños.

Pero por qué tú vigilas, Dios mío,

inclinado en la orilla del camino

llano, como de guardia y cuidados?

En ese camino donde nada más que miserias,

a través de los días erran, suspirando.

Dios mío, es que nuestros sueños

te preguntaban, fuera del cielo, en el camino,

que quizá fuiste creado aquí,

por estas brillantes noches de otoño?

Permíteme Cristo que proteges,

soñar esta noche en el camino llano.

Como en el alto cielo la luz de las estrellas

brilla! Tanto, Dios mío, que es ya aflicción.

1 Rupintojelis es una escultura de madera de Cristo que se coloca en las encrucijadas, sobre un árbol o un palo, como observando a la gente que pasa.

En el primer verso de la última estrofa rupintojelis se traduce por Cristo.

San Sebastián (sv. sebastijonas) de Kazys Bradunas (1917-2009), poeta lituano.

Alzando la vista, temblaba

-no se rompiese mi voluntad de tormento-

se clavó, mira, una primera flecha,

la ansiedad, oh todopoderoso, pasa.

Que dulce, como si gotas calientes

cayeran, en los miembros

un placer inmenso… que bueno

aquí esperar, con sonrisa brillante,

ay! Ver al redentor que de lejos se acerca.

Honor y gloria a ti, omnipotente!

Pensaba necesario afirmar la voluntad,

pero tú mismo vienes ya junto a mí.

Oh cuánta luz! aunque dañe mis ojos…,

bóvedas llenas de luminosas voces…

y la cabeza se dobla, pesada, como el plomo.

  • Canciones populares lituanas

La riqueza folclórica de los países bálticos en este terreno, es extraordinaria; son los países de la canción, con grandes festivales nacionales. Incluso en el himno nacional letón se dice que los jóvenes canten y se pide a Dios danzar en libertad.

Las canciones populares están llenas de diminutivos, no siempre fáciles de traducir, por lo que en la presente versión su número es restringido. Todas las canciones, excepto dos son tradicionales.

Canto de los viejos días (Senoves daina)1

Un rumor viene de Vilnius,

habrá que ensillar los caballos,

los caballeros teutónicos,

desde Malburgo, su número es grande,

se preparan para devastarnos.

Mantente bien, hermana!

Serena el corazón!

Regresaré, quizá, al país paterno,

sin haber perecido.

Hay mucha riqueza antigua

entre los caballeros

las torres de las ciudades brillan de oro

y llenos de seda están los cofres.

Yo traeré para mí de Prusia

dura espada de acero,

para ti, hermana, pañuelo de seda

y cinturón dorado.

La primavera amanece,

y la alondra canta.

De Malburgo no vuelve

el amado muchacho,

bajo el sol tuvo lugar la batalla

mucha fue la sangre derramada,

el amado, lejos del hogar,

allí dejó su cabeza.

Cantan mis amigas felices,

y con seda se adornan,

para mí solo el brillo de las lágrimas

y el fantasma de las tumbas!

Palabras de amor, querido

no me dirás ya más

y mi pequeña blanca mano

no ceñirás con anillo de oro.

1 De Vincas Mykolaitis-putinas (1893-1967)

Para que no estuviera sola (Kad nebūtum viena)

Lavé la ventana

junto a tu cuna

pudieron así venir las estrellas,

y parpadear viniendo,

que no estuvieras sola,

en la nochecita sola.

Danzando como un sauce

al lado de un camino llano,

donde anidasen los pájaros

y desde el nido cantasen,

para no estar tú sola,

en el camino sola.

Contigo iré a la colina,

derramada como la arena

que soplase el viento.

Y te calmase soplando,

que no estuvieras sola,

sola en la tierra.

La luna esposo del sol (Mėnuo sauluz̆e̜ vedė)

La luna casó con el sol

la primera primavera.

El sol se marchó temprano

se separó la luna.

Paseando sola la luna,

de la estrella de la mañana se enamoró.

Mucho se enfadó Perkunas,

con la espada la dividió.

“Por qué te separaste del sol?

Te enamoraste de la estrella de la mañana?

En la noche paseabas sola?”

Ruge, ruge mi molinillo (Užkit, užkit, mano girnaitės)

Ruge, ruge,

mi molinillo!

Que no parezca que muelo sola.

Yo sola muelo,

yo sola canto,

sola arrastro la piedra del molino.

Por qué me acosas,

joven muchacho,

a mí, una pobre chica?

Tu bien sabes,

muchacho querido,

que en gran casa no vivo.

Hasta la rodilla

dentro del lodo,

hasta la axila

dentro del agua…

ay de mis días!

Canta, hermanita (Dainuok sesyte) de Jonas Mačiulis “Maironis” (1862-1932)

Canta querida hermana

por qué no cantas?

Por qué sobre el brazo te inclinas?

Se acabará cansando!

Donde cantaré yo?

Donde seré feliz?

El jardín está dañado,

es una ruina el jardín.

Derribada la ruda

las rosas cortadas

dispersas los lirios

el rocío borrado.

Es que sopla del norte?

O el río desborda?

O truena Perkunas?1

O vuela con el relámpago?

No sopla del norte,

no desborda el río,

Perkuns no truena,

con relámpagos no vuela.

Hombres barbados

hombres del mar2

descendiendo en la costa,

subiendo al jardín.

Pisotearon la ruda,

cortaron las rosas,

dispersaron los lirios,

borraron el rocío.

Y yo mismo

apenas me mantuve

bajo una rama de ruda,

bajo una corona negra.

1 Perkunas, Dios de la tempestad y el trueno.

2 Vikingos.

Lėk vanagėli (Vuela pequeño halcón)

Vuela halconcito,

sobre el lago vuela

en este pequeño lago

un torbellino gira.

En el torbellino

un jardincito de ruda,

en este jardín

una muchacha clama.

Madrecita no tengo

que prepare la dote

padrecito no tengo

que algo me deje.

Ni hermanito tengo

que ensille el caballo

ni una hermanita

que la corona trence.

Sol madrecita1,

sol madrecita,

sol madrecita

junta la dote.

Padrecito luna,

padrecito luna,

padrecito luna

déjame algo.

Hermanita estrella,

hermanita estrella,

hermanita estrella

la corona trenza.

Hermanito Pléyades,

hermanito Pléyades,

hermanito Pléyades

sé mi compañero en el campo.


1 En lituano el sol pertenece al género femenino y la luna, al masculino.

  • El archipiélago (F. Hölderlin)

He tenido la vista para la presente traducción las anteriores de Luis Díez del Corral (2ª Ed. 1971) y la de Helena Cortés de 2011 (editoriales Revista de Occidente y La oficina, respectivamente). La primera, en verso libre, me parece excelente. La segunda, siguiendo el texto de Hölderlin que imita, adaptado a la lengua alemana, el hexámetro homérico, realiza la aplicación al español del mismo, cosa que como escribe la propia profesora Cortés “muchos especialistas sostienen que es completamente imposible”.

Realmente el esfuerzo realizado por la profesora Cortés es tremendo y su resultado un verdadero Tour de force. Sin embargo, a pesar de la inmensa sabiduría de la germanista traductora, y por la propia naturaleza de las cosas, el texto español resulta algo marmóreo y frío, y no muy actual para la sensibilidad de hoy. Repito, no por falta de la traductora sino debido a la tiranía del hexámetro.

Mi traducción vierte el texto alemán en endecasílabos blancos. El endecasílabo, que en mí brota como segunda naturaleza, creo que recoge bien la melancolía del poema de Hölderlin. Soy el primero en reconocer que hay versos que pueden ser mejorados pero etiam si nondum recepit ultimam manum espero, deo volente, dar una versión definitiva en el Boletín de 2025. Se trata de un work in progress.

I

De nuevo vuelven junto a ti las grullas?

Y rumbos buscan otra vez las naves

en tus orillas? Aires favorables

respira tu onda tranquila? El lomo

bajo la nueva luz del Sol, disfruta,

llamado del abismo, el delfín?

Florece Jonia? Ha llegado el tiempo?

Ya que siempre es en primavera, cuando

el viviente su corazón renueva

y crece en el hombre el primer amor

y la memoria de doradas horas,

el momento en que vengo junto a ti

y en tu silencio, padre! Te saludo.

II

Como siempre, lleno de poder, vives

y a la sombra descansas de tus montes…

todavía con joven brazo abrazas

el dulce país. Y las islas, tus hijas,

ninguna perdida, todas en flor.

Creta se alza y Salamina, oh padre!

Florece en alba de laureles, Delos,

de brillantes anillos coronada,

yergue al salir el sol frente inspirada.

Tenos, Quíos, ebrias del fruto púrpura,

desciende por embriagadas colinas

la bebida de Chipre, de Calauria,

arroyos de plata en el agua antigua

del padre, como siempre. Todos viven,

Las madres de los héroes, las islas

que año tras año aparecen floridas

aunque a veces la llama de la noche,

tormenta liberada del abismo,

se agite sobre las llenas de gracia

y una, en trance de muerte, naufrague

en tu seno, pero tú, te perduras,

divino! Pues desde ese oscuro fondo

todo emerger o sucumbir conoces.

III

También los celestes, ellos, poderes

de la altura, los silentes, que acercan

desde la lejanía al ser sensible

el presentir y los serenos días

y el dulce sueño, con su fuerza intacta,

viven contigo, como siempre, viejos

compañeros en los juegos, y cuando

en la tarde, desde los montes de Asia

claro de luna, sacro, se adelanta

y hay encuentro de estrellas en tus olas,

luces entonces con celeste brillo

y con sus cambios adornas el agua

mientras en tu pecho amante resuena

la alta melodía de los Hermanos,

su canción de la noche, nuevamente.

IV

Aparece después el sol del día,

el hijo de Oriente, el taumaturgo,

ilumina todo lo que vive,

y abriéndolo a resplandecientes sueños,

poesía que sirve cada mañana.

Y a ti, al afligido Dios te envía

alegre embrujo, y su propia luz,

harto amiga, no alcanza en hermosura

a la del signo de amor, la corona

que siempre, hoy como antes, te recuerda,

consagrada en torno a tus grises rizos.

V

No te circunda el éter? No regresan

desde allí las nubes, tus mensajeras,

con los regalos de los dioses, rayos

de la altura que luego tú repartes

por toda la tierra? Ebrios los bosques

de tormentas en la abrasada costa

murmuran y se conmueven contigo.

Pronto, parejo en el andar al hijo,

cuando el padre lo llama, el Meandro

de mil corrientes deja su extravío

y alegre te busca, ya en la llanura,

mientras el anciano, el primogénito,

largo tiempo oculto, soberbio Nilo

desciende invicto de lejanos montes,

con sonoro concierto de armas tiende

los abiertos brazos plenos de anhelos.

VI

Solitario te sientes sin embargo

y en la noche callada la roca oye

tu lamento y a menudo en rencor

envueltas huyen lejos del mortal

al alto cielo las aladas olas,

pues aquellos nobles, tus favoritos,

aquellos que en otro tiempo te honraban

con magníficos templos y ciudades,

diademas de tus orillas, no viven

ya contigo. Porque para su gloria,

igual que los héroes la corona,

necesitan las sagradas instancias

del corazón de los hombres sensibles

y al extrañarlo con ardor lo buscan.

VII

Di, Atenas, dónde está? Tu ciudad,

la más amada, yace, Dios de luto,

solo ceniza en la sagrada orilla

sobre las grandes tumbas extendida,

o perduran signos que al navegante

lleven al recuerdo y a pronunciar

el nombre cuando por tu frente pasa?

Y no se alzaban allí las columnas?,

desde la acrópolis no descendía

el fulgor de las figuras divinas?

Y no era la voz del pueblo en el Ágora

el sonoro rugir de la tormenta?

Y hacia el bendito puerto, por alegres

puertas, no bajaban urgidas sendas?

VIII

Mira! Ya libra el mercader su nave,

la lejanía piensa, y se alegra

pues aladas brisas le favorecen

y el Dios lo quiere como quiere al vate

porque compensan los dones terrestres

y unen lo próximo con lo lejano:

va hacia Chipre y, más lejos, a Tiro,

quizás suba a la Cólquide, o baje

al viejo Egipto y así conseguir

púrpura y vino para su ciudad

y cereal y pieles, a menudo

dejando atrás las columnas que audaz

erigió Hércules en la procura

de desconocidas islas dichosas,

movido por la esperanza y la alada

nave, mientras el solitario joven,

en la ciudad, junto al mar, conmovido

por sus otros pensamientos, espera

y observa las olas, grave, lo grande

presiente, pues a su lado resuena

la voz del sacudidor de la tierra,

que no en vano le enseñó el Dios del mar.

IX

Mientras, el persa que no quiere al genio

y que tantas extensiones domina,

considera lo que acumula en armas

y siervos con el curso de los años

y de Grecia se ríe y de sus pocas

islas, un juego para el soberano

e incluso pensaba un sueño el ferviente

pueblo que vive en la vida divina.

Su boca fácil dice la palabra

y, como el manantial de la montaña

en llamas del Etna inquieto, derrama

en todas partes rápido y furioso,

y ciudades y jardines floridos

cubren y sepultan sus olas púrpuras,

hasta sumergirse en el mar sagrado

que enfría la abrasadora corriente,

así, ahora, el rey, desde Ecbatana,

un grandioso tumulto precipita

que toda la tierra quema y arrasa.

Atenas, ay!, cae, la ciudad magnífica.

En el monte, donde la caza escucha

el griterío, bien ven los ancianos

fugitivos las viviendas y templos

humeantes, ya ni las oraciones

de los hijos dan vida a las sagradas

cenizas, en el valle está la muerte

y en el cielo, las nubes del incendio

que se alejan. Pasa el persa, cargado

con el botín, cosecha dilatada,

embriagado de crímenes y sangre.

Pero en las orillas de Salamina,

qué día! A orillas de Salamina,

esperando el final, los atenienses,

doncellas, madres que mecen al hijo

salvado, y desde lo más profundo

la voz del Dios del mar que profetiza,

sonora en los que escuchan, salvación,

y los dioses celestes, que observando

lo que sucede, valoran y ordenan.

Pues allí, en la estremecida orilla

vacila desde el comienzo del día,

tormenta de formas en lento cambio,

la batalla sobre el agua espumosa.

Y el mediodía arde sobre la frente,

sin la ira verlo, de los que luchan.

X

Mas ya los hombres que integran el pueblo,

ese pueblo querido por los dioses,

los nietos de los héroes, los ojos

brillantes, del reto están a la altura,

piensan la felicidad anunciada,

hijos de Atenas, no doman su genio,

ese genio que desprecia a la muerte,

y semejante a la fiera salvaje

que habita el desierto y desde la sangre

humeante, con renovado esfuerzo

se alza y a los cazadores espanta,

regresa ahora, con último esfuerzo,

exhausta y a punto de perecer,

la voluntad, al brillo de las almas,

a la furia confusa del combate,

movida por las órdenes de mando.

Entonces comienza un mayor incendio,

se alzan al abordaje los barcos,

tal luchadores en estrecho abrazo,

el timón da tumbos entre las olas,

por la violencia el suelo se rompe,

navegantes, naves, todos naufragan.

XI

Sueño que engaña la canción del día,

el rey arrullado observa en redor,

y con error al éxito sonríe.

amenaza, solicita, se alegra,

envía -relámpagos- mensajeros,

empero, todo es en vano, ninguno

a su presencia vuelve. Mensajeros

en sangre, golpeados los guerreros

hasta la muerte, naves reventadas

le arrojan, innumerables, las olas

vengadoras. En su trono sentado

desde la orilla agitada, la fuga

inerme contempla. La muchedumbre

que huye lo arrastra. También él corre,

el Dios lo empuja y apremia a su flota

errante en el mar, se burla y se ríe

de la joyería vana. Lo alcanza,

ya perdidas las fuerzas, y al final

lo quiebra en su amenazante armadura.

XII

Pero ya el pueblo de Atenas, amante

fiel, de los montes familiares desciende

a las aguas que en soledad aguardan,

y una muchedumbre de variada

gente, remolinos de alegres ondas,

el abandonado valle desborda.

Mas ay! Como cuando, pasados años,

el hijo aquel que se pensó perdido

retorna al seno de la envejecida

madre, ya ella marchita, apenada

el alma, fatigada la esperanza,

acontece tardía la alegría,

con fatiga atiende al hijo amante

y a su torrente de gratas palabras,

así aparece allí el que regresa

al suelo del hogar, pregunta en vano

por los sagrados bosques y no hay puertas

para el vencedor, abiertas y amigas,

tal la costumbre antigua, el viajero,

al llegar a Atenas desde las islas

saludaba lejana a su mirar,

anhelante, la acrópolis bendita,

de la ciudad materna fortaleza.

Reconocen las callejas desiertas

y los tristes jardines que circundan

el Ágora donde estatuas de dioses

y columnas, caídas y dañadas

yacen dispersas, la emoción entonces

inunda las almas del pueblo fiel

amante que ahora, con alegría,

signo de alianza, sus manos junta.

XIII

El lugar de su casa pronto buscan

los hombres, lo ven bajo los escombros,

y las esposas recuerdan el lecho

nocturno y amigo y junto a su pecho

sollozan y preguntan los pequeños

hijos por su mesa, asiento de cada

día, dónde formaban dulce fila

bajo el mirar tranquilo y la sonrisa,

de los padres, benevolentes dioses.

Mas de nuevo las tiendas se levantan,

se reúnen los antiguos vecinos,

por las colinas, según la costumbre,

diseminan luminosas viviendas.

XIV

En libertad viven ahora, libres

como los antiguos, seguros ellos

de sus fuerzas y del don de los días,

aves migrantes cantando, vagaban

de monte en monte, príncipes del bosque

y de errantes corrientes sin orilla.

También ahora, fiel, la madre tierra

abraza y rodea otra vez al noble

pueblo que serenamente descansa

bajo el sagrado cielo, acunado

por brisas de juventud, dulce soplo

sobre el dormido y de entre los plátanos

habla el Iliso de los nuevos días,

mientras, retumbar lejano en la noche,

a empresas nuevas invitan las olas

del Dios del mar que al pueblo preferido

sueños alegres envían. Y brota

la flor que fue segada, la dorada,

otra vez florece en la tierra hollada

por compasivas manos resguardada.

Reverdece el olivo y en Kolonos

hoy como ayer sus campos alimentan,

amigables, los caballos de Atenas.

XV

Pero ya en honra de la madre tierra

y del Dios de las olas, la ciudad,

territorio excelso, a los celestes

campos semejante, fundación sólida,

vive, hija del genio que cadenas

como lazos de amor gustoso crea

y, para habitarlas, formas grandiosas

yergue, alerta, en movimiento siempre.

Mira! El bosque le sirve y el mármol

pentélico y el mineral ofrecen

los montes. Y en las manos del viviente,

magnífico y alegre, se alza fácil,

como se alza el sol, la pensada empresa.

En pie las fuentes y el brillante estanque

por puros caminos en la colina

el manantial alcanza y en redor

del común cáliz, héroes festivos,

las filas de viviendas resplandecen,

sobresale el Pritaneo, abiertos

los gimnasios, son visibles los templos

de los dioses y, sagrado y audaz

pensar, a los inmortales asciende

en el éter, desde el bosque bendito,

el templo de Olimpia, con muchos otros

recintos y pabellones celestes.

Madre Atenea! Soberbia creció

tu colina, pasada la aflicción

orgullosa en su largo florecer,

y a ti, Dios de las olas, a menudo,

juntos y dichosos, tus preferidos

cantaban gratitud cabe las aguas.

XVI

Ay los piadosos!, hijos de la dicha,

en el hogar de los padres lejanos

caminan y los días del destino

olvidan, allí, en la corriente del Leteo.

La añoranza, no les hará volver?

No los verán mis ojos? Y el que busca

no os encuentra en los miles de sendas

que cruzan la verde tierra, a vuestras

figuras que las divinas evocan.

Y estudié yo la lengua y las leyendas

que de vosotros hablan para, siempre

de luto el alma, sin llegar el tiempo,

reunirnos en un mundo de sombras?

Mas una mayor cercanía quiero,

allí, donde aún vuestros bosques crecen

y donde al sagrado monte Parnaso

las nubes ocultan la solitaria

frente. Y a mí, errante, acoge

resplandeciendo la fuente Castalia

entre los robles oscuros, entonces,

de olorosa corteza de la flora

cercana, derramaré en el verdor

fértil, lágrimas y agua mezcladas,

que así será para todos vosotros,

durmientes!, como funeraria ofrenda.

Donde las rocas colgantes de Temples,

con vosotros en el valle callado

vivir quiero siempre, nombres excelsos!,

en la noche invocaros y el enfado,

si las tumbas el arado profana,

reparar, mundo de sagradas sombras,

desde el corazón, con piadoso canto.

Y acostumbrada el alma, habitar

en vecindad, oh muertos! Cuántas cosas

preguntará el consagrado,

también a vosotras vivientes, altas

potencias del cielo, pasar os veo

por las ruinas de los hombres, siempre,

no afecta el tiempo, en recto camino,

pues a menudo, bajo las estrellas,

presa soy de la locura y un aire

espantoso se introduce en mi pecho

y necesito consejo mas callan

y ya hace mucho que guardan silencio,

en Dodona, los proféticos bosques,

consuelo del necesitado. Mudo

el Dios de Delfos, desiertas las sendas

solitarias que en silencio los hombres,

cargados de preguntas y esperanzas,

ascendían, camino del vidente.

XVII

Allá arriba empero habla la luz

al hombre, llena de hermosos sentidos

y el señor del trueno llama sonoro

“no pensáis en mí?” y la onda triste

del Dios del mar: “ya nunca me recordáis?”

insiste. Pues con agrado descansan

los celestes en los pechos sensibles

y siempre a quien se esfuerza lo acompañan

las cálidas potencias de la altura.

Así, sobre las montañas que albergan

el hogar, reposa y domina el éter,

por todas partes presente en el pueblo

amante y alegre que ya se junta,

como siempre, en los brazos del padre,

con un espíritu común a todos.

Mas ay! Nuestro linaje, sin los dioses,

vaga en la noche y habitar el orco

parece, con el propio actuar solo

ocupado, y otra voz que la suya

no escuchan, en ruidosos talleres

en donde reina el trabajo salvaje

y sin pausa de poderosos brazos,

sin embargo estéril, como las furias,

permanece el agotador esfuerzo,

hasta que despierte del angustioso

sueño, el alma humana, alegría

de juventud brote y otra vez hálito

del santo amor de renacidos días

sobrevuele las liberadas frentes

de los florecientes hijos de Grecia.

Y de la naturaleza el espíritu,

que desde lejos errante se acerca,

aparezca de entre nubes doradas

detenga su marcha y confiado more.

XVIII

Pero tú, indeciso, te rezagas

y esos, los de la estirpe de los dioses

siguen siempre, oh día! habitando,

abajo, la soledad de la tierra

mientras, durmientes, sobre vuestra frente,

sin que nadie la cante, no amanece

ya siempre viva luz de primavera?

no por mucho tiempo! Se oyen lejanos

corales cantos de festivos días

por la mañana verde y en el bosque

el eco, donde el corazón del joven

se eleva y el alma del pueblo fluye,

serenamente unida en libre canto,

en honra del Dios que habita la altura

aunque también son sagrados los valles

pues la corriente con vigor creciente

corre hacia los campos, ebria de urgencias,

donde las llanuras de sol y flores,

abundancia de grano que madura

y árboles frutales. Ahí, en fiesta,

se coronan, con agrado los devotos,

y en la ciudad alzada en la colina,

como humana vivienda iluminada,

celeste pabellón de la alegría.

Sentido divino todo vivir

se ha vuelto. Y en plenitud apareces,

de nuevo por doquier, ante tus hijos,

Naturaleza! y dones descienden,

tal los manantiales de una montaña,

sobre el fértil espíritu del pueblo.

Entonces, entonces, dicha de Atenas!

Hechos de Esparta! Delicioso tiempo

de primavera en Grecia! Llegará

nuestro otoño, ya maduros, espíritus

del pasado regresaréis. Y mira!

El cumplirse del año se aproxima,

será vuestra fiesta, días pasados!

Que gire el pueblo los ojos a Grecia

y en sollozo de gracias recordando

se remanse soberbio el triunfal día.

XIX

En tanto llega el momento y los frutos

comienzan, creced jardines de Jonia!

Que el verdor en las ruinas de Atenas,

oh vosotros escogidos! oculte

a los ojos del día, triste luto,

y con diadema de follaje eterno

cubrid, bosques de laurel! la colina

de los muertos: en Maratón, allí,

venciendo, vuestros muchachos murieron

y en Queronea, donde rechazando

la afrenta, vertiendo sangre las armas,

todos, lejanos, desaparecieron.

Los días al valle de la batalla

de las colinas envían lamentos

y desde las cumbres del Eta cante

la canción del destino, vagabundas

aguas! descendiendo por la ladera.

Y tú, eterno, aunque no recibas,

honras del pasado, los cantos griegos,

que tus olas en mí siempre resuenen

oh Dios del mar! y como nadador

al que no mueve el temor, el espíritu

se ejercite en la fresca y fuerte dicha

y comprenda la lengua de los dioses,

el devenir y el cambio, y si el ímpetu

del tiempo se apodera de mi frente

y la necesidad y el extravío,

que entre los hombres el vivir dominan,

mi vida mortal, violentos, conmueven

deja que piense en tu abismo el silencio.

SEGUNDA PARTE

Bibliópolis: crónica literaria de la ciudad de los libros.

El Protector estaba contento. Tras años de políticas enérgicas y, al mismo tiempo, flexibles, dejados atrás los cabeceos y vacilaciones del llamado “período de inmadurez” en la historiografía local, la ciudad había superado las disensiones y tumultos de antaño y reinaba en ella una unanimidad y armonía nunca antes conocidas sin perjuicio de la rica variedad que hace hermoso a un jardín. Una rutina fecunda guiaba la administración de la ciudad. Rutina, muy del agrado del Protector eran la palabra y su concepto. Rutina fecunda y enemiga de la esterilidad y que presupone unos objetivos inmutables y claridad en los caminos para su logro donde los sueños y las revoluciones no se hallan ausentes pero su figura se adapta a los límites impuestos por la cúpula celeste que alberga a la polis. No tienen esos sueños las ambiciones de los gigantes Otón y Efialtes quienes, no más nacer, intentaron asaltar el cielo para devastarlo, sino que cualquiera sea su poderío son de naturaleza sublunar. Cómo imaginar una revolución o un terremoto urbanístico en Florencia o en Venecia o en Petrogrado! Ellas descansan en su forma perfecta segregada por los siglos y su negación daría paso al desierto. La vida del Protector y la historia de Bibliópolis eran dos aspectos de lo mismo, como el caracol y su concha. Por ello, sí a los cambios que supusiesen una mayor perfección de lo inmutable y por rutas conscientes de los límites de la imagen lograda. Transgredirlos implicaría la aniquilación de una vida y de una historia sustituidas, no por otras y por una nueva imagen triunfante, -ya era tarde para eso, el sol se empezaba a ocultar en el horizonte del Protector y de su ciudad- sino por la oscuridad y el vacío. Necesidad, en consecuencia, de seguir las rutas conocidas, mas ampliándolas, no en vano ruta es el camino roto, abierto en el bosque, desgarramiento de la inmensidad de lo indistinto para alcanzar un sitio que se considera valioso, privilegiar una dirección. Gracias a la rutina de seguir determinadas rutas y de ahondar en ellas surgió en la abertura de la posibilidad infinita, Bibliópolis, había otras posibilidades pero hubo una elección, norma constitucional de la ciudad creada. Alterar esa elección en el atardecer supondría introducir a Poseidón, “el sacudidor de la tierra” en la ciudad, una luz indecisa, entonces, abriría un nuevo día sobre unas melancólicas ruinas.

El Protector lo tenía claro, esa posibilidad no tendría lugar en su vida. Solamente una catástrofe, la de su muerte, disgregaría a Bibliópolis en miles de fragmentos, confiaba, no obstante, en que muchos de ellos, imantados y con señal indeleble de su origen en el caparazón, encontrasen su imán en otras polis, aunque, cuantos se hundirían en la profundidad indecible del olvido! Y si la muerte como límite de la vida no puede ser negada, es algo empero vivido como suceso exterior y futuro, ajeno a la vida inmortal, según Epicuro. Y mientras la rutina por las rutas conocidas continuara se alzarían brillantes las cúpulas de Bibliópolis. Y cuando golpee la muerte, una nave en marcha, llena de luces, se detendrá y naufragará. Pero así son todas las vidas y el destino de todos los proyectos que las hacen florecer. Y así el Protector, a pesar de sus 83 años, eso sí, llenos de vigor, no se cansaba en pensar nuevos proyectos para la ciudad, proyectos que sobrepasaban con exceso los límites cronológicos de una vida mas esos límites externos no afectaban la vividura de una vida inmortal.

Ciertamente al aumentar en edad el Protector pensaba más en la muerte si bien con total tranquilidad. Nunca pudo, desde su juventud, imaginar una vida eterna, en este mundo o en otro más allá de la muerte, que su espíritu, cualquiera que sea la entelequia designada, durase indefinidamente. Tal creencia era para él un escándalo y prueba evidente de los miedos de los humanos, en el fondo niños desamparados. Qué grandes esos miedos tenían que ser si la vida eterna era tan clara contra-evidencia, al alcance de todos y además en sí misma impensable, al librarla de la tiranía del espacio y del tiempo. Además, impenetrable le resultaba el pasado al Protector para preocuparse por lo que ocurriría tras su muerte lo que, en definitiva, estaba claro. Solo temía la decadencia física de cuerpo y mente. Y, ciertamente, tenía curiosidad, una gran curiosidad por el momento en que se apagan todas las luces. Como alguna vez había perdido la conciencia, y sabiendo que iba a perderla definitivamente, pensaba que el momento en sí era sencillo, un interruptor y una oscuridad radical. Never more! Pero el Protector no amaba la angustia o el patetismo relacionados con este proceso de aniquilación. Le gustaban los versos de Omar Khayyām, con su invitación a beber ahora, “porque nadie vuelve” pero como guía y maestro prefería a Petronio y a su actitud ante la muerte, tal como la cuenta Tácito. De hecho, colgada en la pared de su despacho, había una placa con el texto de Tácito y que pensaba con frecuencia el Protector: “nec tulit ultra timoris aut spei moras. Neque tamen praeceps vitam expulit sed, incisas venas, ut libitum, obligatas aperire rursum et adloqui amicos non per seria aut quibus gloriam constantiae peteret, audiebatque referentes nihil de inmortalitate animi et sapientium placitis, sed levia carmina et faciles versus…”.

La auténtica incógnita residía en el pasado y allí estaban, en su caso, las claves que, de ser aclaradas, iluminarían el futuro de esa totalidad espaciotemporal en la que apareció la vida. Es decir, el acento principal no había que ponerlo en la vida individual cuyos límites inicial y final no presentan grandes misterios sino en el origen y en el final, sobre todo en el origen de lo que hay. Hay algo! es una afirmación sólida, no importa ahora si en sí o para algo o alguien, hay algo! y, en consecuencia, como pensar, más allá de nombrarla, la nada. Ya desde muy joven, el Protector se preguntaba con preguntar ingenuo cómo desde un pasado sin comienzo, desde un origen en el infinito, se pudo llegar a cualquier momento concebible de la historia del universo. Y si se puede datar en miles de millones de años el origen en el Big Bang del actual universo, qué o qué universos hubo antes de ese acontecimiento cósmico? Recordaba el Protector que un importante físico francés decía que no podía responder a las preguntas infantiles de sus hijos cuando le interrogaban sobre qué hubo antes y antes y antes de… El Protector dejaba a los físicos que aclarasen el origen de este universo con su saber físico matemático y en el que era lego. Pero a él le interesaba la pregunta infantil, la más interesante de todas, qué es lo que hubo antes de lo que ahora hay? Si el tiempo y el espacio existían en ausencia de la vida, al actual universo tenía que haberle acontecido otro y así sucesivamente por lo que nunca llegaría el momento no digo ya del primer sapiens, sino de la primera bacteria, lo que llevaba a simpatizar con la idea de que el tiempo y el espacio eran categorías de la vida humana o de la vida en general. Pero entonces como humano, cómo imaginar un origen sin espaciotiempo? La idea de Dios equivalía a desplazar el problema, no a eliminar las dificultades y una abertura fértil como el khaos griego con sus múltiples partos era una bella imagen pero insatisfactoria. Probablemente en sus pensamientos había un planteamiento ingenuo, en algún momento algo fallaba pero el Protector estaba convencido de que resuelto el problema del origen, el futuro se aclararía fatalmente, por lo que solo era digna de ser pensada la hondura sin fondo del pasado, sin perder el tiempo con algo totalmente accesorio y sin importancia como la problemática postmortem del individuo, algo inexistente.

Como siempre que se sentía abrumado por la inmensidad de los problemas cosmológicos y la pequeñez de la vida humana, el Protector alargó su mano y de un par de tarros de cristal que obraban a su lado en un pequeño nicho de la pared, cogió un puñado de frutos secos (almendras, nueces, higos, dátiles) cuya mezcla de sabores le devolvía el equilibrio, amenazado por la especulación, y lo asentaba con firmeza en la realidad de los días. Qué maravilla los frutos secos! Le gustaría que, muerto, llenasen su boca con ellos y perfumar así la llama de la cremación.

Desde el ventanal del despacho en la Prostasía contemplaba la gran avenida de Lezama Lima, eje de la ciudad. Paseaban por ella ciudadanos hablando todas las lenguas, con los ropajes coloridos de sus respectivas etnias, formaban grupos que se deshacían para formar otros nuevos, conversando las novedades de los días, feliz vida cotidiana de comienzos del otoño. Precisamente tenían lugar en Bibliópolis las fiestas del libro y momento cenital de las mismas eran los premios literarios de la Prostasía. Sobre la mesa del Protector estaban los propuestas del jurado, por él presidido, ya sancionadas y pendientes de ser anunciadas. Los premios que galardonaban las diferentes disciplinas que conformaban la ciudad no tenían una fecha prefijada en el calendario ni tampoco un número determinado. Dependía la convocatoria de la decisión del Protector. La periodicidad en los premios y el carácter fijo de las actividades premiadas iba en detrimento de la calidad, pensaba el Protector, pues hasta la fertilidad del mejor suelo necesita del descanso del barbecho. Simplemente, el ritmo de la ciudad hacía brotar las distinciones que no necesariamente reclamaban lo más próximo, con frecuencia acentuaban lo más lejano pues la belleza y la inteligencia brillan siempre y sin mudanza mientras dure la vida humana, gustaba de repetir el Protector, al menos bajo el cielo de Bibliópolis.

Y la ciudadanía no dejaba de advertir el contraste con la política de premios de otras polis literarias gallegas. Por ejemplo, en el pequeño pero hermoso terreno de la literatura en lengua gallega, ahí estaban las erráticas decisiones de las polis gallegas, sometidos a la tiranía de presiones de grupos y capillas guiados por intereses particulares. Destacaba la Real Academia Gallega a quien lo de Real parecía poner una venda en los ojos. Se admiraba el Protector de cómo habiendo sin duda en el seno de aquella individuos muy valiosos y preparados, sin embargo al actuar como capillas los diversos colectivos que formaban la ciudad, chocaban, tal placas geológicas, unos con otros y un año se imponía un candidato y otro año otro, sin un criterio rector general en la elección y la consecuencia era, salvo excepciones, la baja calidad de lo premiado que a veces parecía buscada a propósito, para que no ensombreciese al que decidía. Y luego, ya mencionado antes, estaba la funesta idea institucionalizada de la periodicidad anual que admisible e incluso deseable si de lo que se trataba era de llamar la atención sobre las Letras Gallegas y promoverlas, era mortal veneno resumirlas en un nombre cada año pues ciertamente no era tan fértil la tierra gallega para semejante cosecha. El sano y prudente barbecho era desconocido para la mayoría de los escritores en lengua gallega. Cada año un número cada vez mayor de maestros, profesores, críticos y “filólogos” lanzaban a la plaza pública más libros, cada vez mayores y más gordos. La fertilidad en número de nuevos ciudadanos era creciente pero también crecía su insustancialidad. Si el Protector visitaba las librerías de las polis vecinas y ojeaba con discreción las interioridades de los recién nacidos, con frecuencia se agotaba rápidamente su curiosidad y ponía fin al escrutinio y a la conversación, tal era la manifiesta falta de interés que se albergaba bajo en un rollizo y lustroso exterior.

Pero eso sí, a menor calidad, mayor presencia en la vida pública, con el apoyo de deleznables suplementos literarios de los medios de comunicación y de los numerosos premios, mayores o menores, existentes. Precisamente, el más sobresaliente de ellos “el día de las Letras Gallegas” patrocinado por la RAG había distinguido este año a la canción popular gallega, y colectivamente premiado a varias “cantareiras” y “pandereteiras” gallegas. Premio populista muy bien acogido en general o por lo menos “nemine discrepante”. No sabía el Protector qué pensar de los que decidieron el premio, teniendo en cuenta lo antes dicho sobre la existencia de gente valiosa en su seno. No le extrañaba en cambio el agrado de la prensa pues la relación de esta con la literatura era problemática. Y no es que el Protector tuviese nada contra las canciones populares, al contrario, parte muy importante de una cultura nacional, había aplaudido el trabajo de su recolección en Galicia llevado a cabo por la musicóloga Dorotea Schubarth y el profesor Antón Santamarina.

Considerando la ingente tarea ejecutada por ambos lo lógico es que el premio recayera en ellos. Claro que no pasaran diez años del fallecimiento de una, y además extranjera, y el otro se hallaba felizmente vivo. Y aquí está otra de las limitaciones absurdas del condicionado vigente del día de las letras gallegas que propicia olvidos interesados de los difuntos y priva a los vivos de una compensación por la fatiga de la labor realizada. En definitiva el día estaba dedicado a unas “cantareiras” y “pandereteiras” muy dignas como personas pero que carecían de significación para tal protagonismo. Solo lo tiene la tradición de la canción popular y los estudiosos que la cosecharon. Una y otros deberían ser los premiados, sin perjuicio de ser estudiadas dentro de los aspectos de la canción popular las ejecutoras y sus instrumentos. Si hubiera un premio de las letras finesas y celebrase el Kale Vala el premio sería para él y para Elías Lönnrot que lo recogió e integró, no para las bocas de donde lo recogió. Y esta decisión de la RAG no fue algo que haya sucedido por casualidad. No, es una piedra más en un camino asfaltado ya por tantas arbitrariedades que realmente el día de las Letras Gallegas ha perdido toda importancia y solo sirve de ocasión para la publicación de toda clase de folletos, artículos y librillos sobre los premiados, mesas redondas y jornadas perfectamente prescindibles en su mayoría, salvo para una erudición local, sin alcance nacional. El Protector criticaba precisamente eso, la significación otorgada por los premios, no esa erudición local pues creía que nada humano debía ser olvidado, que es deber sagrado de la especie recordar el mayor número de vidas y obras posibles y, grandes o pequeñas, salvarlas del olvido ya que en todo hay una perla y un brillo que no marchita. Lo improcedente era la generalizada aparición al frente de la escena de lo mediocre, tarea de la RAG desde hacía muchos años. Recordaba el Protector los nombres de los poetas galardonados: Manuel María, María Mariño, Xela Arias, Lois Pereiro, F. Delgado Gurriarán, Paz Andrade (sin perjuicio de la trascendencia de éste en otros terrenos). La situación mejorara con el galardón a Luisa Vilalta, de mucha mayor entidad como poeta que los anteriores pero que evidentemente no podía con la carga de los elogios vertidos que con mucho sobrepasaban la importancia de su obra. Su canto a La Coruña, su ciudad natal, “concreto”: si la ciudad pudiese alzar su voz, pensaba el Protector, rechazaría su homenaje. Y el nombre de concreto!

En vista de todo ello si la RAG pensaba que los integrantes de la lista premiados a lo largo de los últimos años eran grandes poetas de Galicia, al Protector le gustaría preguntarle qué parecer tenían de la poesía de Valente, de los Cunqueiro, de González Garcés, o A. Tovar.

Según la opinión del Protector, una parte de los males del día de las Letras Gallegas, solo una parte, se debía a la altísima valoración, hoy insostenible de la poesía gallega del siglo XIX (Curros, Rosalía) y de muchos de sus sucesores de las primeras décadas del siglo XX, fundamentalmente de etiología extraliteraria. Y, claro, esa consideración hiperbólica no carecía de consecuencias, predeterminaba el juicio literario de poetas, profesores y críticos. Era un profundo error, además, pensar que Galicia era una potencia lírica, efectivamente, poetas había innumerables como pintores o carniceros. Pero si fuese de aplicación, como criterio, el nivel de los más altos poetas en las dos lenguas de Galicia, rodarían cabezas, hasta quedar en las manos un manojo enumerable con los dedos del cuerpo humano.

Volviendo a Bibliópolis la Prostasía había convocado premios para los ciudadanos autores de una obra importante en alguna de las disciplinas fundamentales para la ciudad: literatura de Galicia en sus dos lenguas maternas, historia y lingüística. En poesía prácticamente no hubo discusión, por unanimidad del jurado el premio recayó en Valente por la totalidad de su obra poética, lo que complació extraordinariamente al Protector pues no solo los versos del poeta eran frecuentes visitantes de la Prostasía, siempre con ancha conversación sino que también evidenciaban un nivel que, solamente entrevisto llevaría quizá a tanto versificador mediocre, si honesto, a preguntarse sobre el alcance de lo que hacía. Pero poetastro y honesto es, seguramente un oxímoron.

En prosa literaria gallega hubo más controversia y propuestas. Al final decidió el voto de calidad del Protector. El galardón premió a Vilardevós, hijo de Silvio Santiago a quien había conocido hacía más de 60 años. Entonces el Protector, joven estudiante, leyera con enorme placer el libro del cual también su padre A. Cunqueiro había comentado con él muy favorablemente. Vilardebós, hoy ciudadano de Bibliópolis, volvió a agradar en extremo al Protector cuando de nuevo conversó con él y a invadirle el mismo sentimiento de frescura que en sus años mozos, el paso de tantas décadas no había afectado la serena, alegre y a la vez melancólica evocación de Vilardebós, de ese mundo inmenso en un pequeño pueblo ourensano y que en tantos aspectos compendiaba la vida de los pueblos del rural gallego, mundo ya entonces en trance de naufragar. Sencilla y bellamente escrito, con un humor muy fino, lo esencial de una época hoy desaparecida quedó salvado para siempre. Descripciones justas y precisas, en su brevedad con enorme poder sugeridor que el lector desenvolvía demoradamente, oraciones con la armonía de un verso, bellas metáforas, v.g., la inicial de la carretera que asciende a Vilardebós como una serpiente, desde cuya cabeza se contempla…. y luego la información folklórica y etnológica que contiene.

El Protector, por sus lecturas de la literatura gallega, formaba un grupo en torno al mundo rural gallego (la trilogía cunqueiriana de Xente de aquí e acolá…, Memorias de un neno labrego de Neira vilas y Vilardebós de Silvio Santiago). Y otro sobre la sociedad gallega urbana en dos etapas sucesivas con las obras de Blanco Amor y Bieito Iglesias. Por lo que respecta al primer grupo, las tres obras, de forma muy diferente, reflejaban un mundo rural hoy desaparecido. Dejando ahora aparte a A. Cunqueiro que describe típicos miembros de la sociedad gallega rural y de pequeñas villas (labriegos, tratantes de ganado, curanderos, artesanos, comerciantes, taberneros…) con sus obsesiones y manías, buscando en ellos lo gallego general y permanente que los define como “a nosa xente” de la tribu galaica y que los hace ser reconocidos como tales con su manera de “teimar” y de vivir sus vidas, sorprendiéndolos en sus idas a la feria, al médico o al abogado, a la taberna o a los velatorios, es interesante comparar Vilardebós con Memorias de un neno labrego: en Vilardebós se evoca el pueblo total con su vida cotidiana y sus fiestas. Aparecen caciques, campesinos, la iglesia, comerciantes, criados, artesanos, ricos y pobres, viejos y jóvenes, con sus historias de éxito o fracaso, enraizados en un pequeño pueblo cuyas casas y caminos también son descritos con detalle. Como en el caso de A. Cunqueiro si bien por otros medios, se salva para el futuro un mundo que hoy ha desaparecido.

Memorias de un neno labrego y el Protector se habían conocido hace años. Tuvieron una larga conversación como resultado de la cual el hijo de Neira -Vilas obtuvo su tarjeta de ciudadano de Bibliópolis. Sin embargo, en el tiempo transcurrido con posterioridad, no surgieron en el Protector deseos de nuevos encuentros con él. Lo encontraba demasiado esquemático, con un lenguaje simple y seco, sin concesiones al tropo y a las hermosas y decoradas descripciones y sin sentido del humor, y sin perjuicio de reconocer la riqueza léxica de su gallego en lo que se refería a la vida agrícola. Para el Protector, Memorias mantenía con la literatura la misma relación que Longa noite de pedra con la poesía, es decir, cierta naturaleza de arma para la lucha política, cierto carácter panfletario y simplista para golpear, en la propaganda de posiciones políticas. Todo ello legítimo, puede que incluso necesario pero que conduce a una literatura menor. Todo es demasiado obvio: “no debe haber pobres y ricos”, la focalización en una familia de aparceros sujeta a la voluntad del casero y que por supuesto no representa a la sociedad rural gallega de la juventud de Bibiano y ya no digamos a la de la fecha de nacimiento del libro. El castigo del padre a Bibiano bajo los ojos del casero parece una escena sacada del s. XIX en el campo ruso de campesinos siervos, la misma reacción de Balbino… El propio X. Alonso Montero ha señalado la inverosimilitud de algo así en la época novelada. Parecen buscarse determinadas contraposiciones de carácter ejemplar (v.g., Manolito frente a Bibiano) para ilustrar las clases sociales o los estatutos de las lenguas. Sin falsear la realidad social el texto la refleja de un modo sumario, como corresponde a su empleo en la lucha política, no olvidemos que la fecha de Memorias es próxima en el tiempo al traslado de Neira Vilas a Cuba donde hacía muy poco tiempo que había triunfado la revolución.

Y sobre todo el Protector reprochaba, y no era el primero, la inverosimilitud de las reflexiones orales (y escritas en un cuaderno) de Bibiano, un rapaz casi analfabeto. Es evidente que el adulto Neira Vilas introduce en la cachola de su hijo pensamientos y palabras suyos pues es inverosímil que sean ocurrencia de Bibiano. “Noutrora daríame vergoña andar a servir, hoxe non. Se ben se pensa todos somos criados. Todos menos os que son amos. Hai xentes de dúas castes, a que manda e a que é mandada” (Bibiano). Lo transcrito ilustra bien lo dicho, habla Neira Vilas metido dentro de Bibiano.

En general, pensaba el Protector, una cosa es evocar una época y que en esa evocación se vuelvan transparentes los conflictos y contradicciones de la sociedad de entonces y otra, explicitarlos en el discurso, en este caso, de un niño, inmerso en ellos, en una situación de alienación que impediría ese nivel de autoconciencia.

También el personaje del judío resulta bastante improbable. Que en 1940 le riña a un maestro diciéndole “nos non imos trocar de lingua, déixese de ensinarlles rezos e catecismos, que os aprendan na casa se o pai quer, a escola é para o que é”, por mucho menos se fusiló a gente en esas fechas. Podemos suscribir todas las palabras del “judío” pero sabemos que son las de Neira Vilas en 1960. De todo eh ello se deduce una fuerte impresión de inautenticidad de Memorias, es un texto para la lucha en el contexto español y latinoamericano de entonces. Nadie discute el derecho de Neira Vilas a obrar así, pero la literatura, la gran literatura también tiene sus exigencias. El éxito monstruoso de Memorias (600.000 ejemplares vendidos, hoy serán muchos más) solo se explica por razones extraliterarias. Desde el punto de vista literario es obra de lectura fácil e interesante pero mediocre. Igualmente pensaba el Protector, Longa noite de pedra es muy adecuada para el combate social y político pero nunca formará parte de la gran poesía.

Es una tragedia, decía con frecuencia el Protector, que la revolución triunfante, sin perjuicio de apoyar y utilizar todos estos textos·arma o textos·fusil que tan eficaces son para el combate revolucionario no acepte y persiga a quienes, comprometidos con ella y que aceptan sin reserva las transformaciones sociales revolucionarias, no están dispuestos, sin embargo, a sacrificar su compromiso con la literatura. El caso de Cuba es paradigmático, con sus Lezama Lima, Virgilio Piñera, Heberto Padilla, Reinaldo Arena…

El premio de ensayo recayó, también por unanimidad en el ciudadano de Bibliópolis Palabras para o noso tempo un descendiente más de Xesús Alonso Montero, director del Instituto de cultura gallega de Bibliópolis, quién, por el número de hijos literarios, decía sonriendo el Protector,  “parecía un emir polígamo del Golfo”. Una larga conversación de tres días con el texto galardonado causó una honda impresión en el Protector. Al principio pensó que no era tanta la novedad de lo que decía sino el cómo lo decía, pero pronto se dio cuenta de que la acumulación de este cómo, de esta forma de exponer se transformaba hegelianamente en nuevo contenido, o lo hacía aparecer bajo nueva luz. Muchos temas fueron tratados en las conversaciones habidas: el volumen “Galicia hoy” coordinado por L. Seoane e I. D. Pardo, la figura de Filgueira Valverde,  en toda la complejidad personal y de su tiempo, la oratoria en gallego, la relación entre R. Piñeiro y H. Michelena, Memorias de un neno labrego, O pergamino vindel, Castellanos de Castilla de Rosalía, la revolución de octubre, La tribuna de E. Pardo Bazán, los luchadores antifranquistas Gayoso y Seoane,  agarrotados por Franco,  Borobó e Isaac Pardo,  F. Fernández del Riego… Siempre el discurso como un río bien encauzado sin perjuicio de cauces secundarios que van a regar otras tierras pero sin perder nunca de vista la línea principal. Y siempre el instrumento del marxismo que orienta el pensamiento pero amplias lentes que todo lo comprenden y relacionan pero sin perder nunca el norte de lo fundamental, la existencia de un capitalismo que todo lo contamina y destruye, generalizando desigualdad y pobreza y poniendo en peligro el futuro de la especie en un planeta enfermo. Una oración de palabras:le falto el respeto a Stalin para no perderme el respeto a mí mismo”. X. Alonso Montero y su descendencia literaria es de esa raza de revolucionarios comprometidos con la acción revolucionaria y con la escritura en toda su complejidad. Probablemente serían fusilados por Stalin. Y, sin renegar de su obra literaria, morirían gritando viva la revolución!

Lo hablado sobre Filgueira Valverde, Pardo Bazán, Piñeiro y Michelena permanecía muy vivo en el Protector. Y sobre todo, el modo de relatar la reunión en Vigo el 19.10.49 de Lois Seoane con F. Fernández del Riego, Darío y Emilio Álvarez Blázquez, Valentín Paz Andrade, J. Maside, C. Collazo e Laxeiro.

El Protector, que todo lo ignoraba sobre esa reunión, quedó tan impresionado por la recreación que hizo Palabras de ese día que decidió que en el calendario de Bibliópolis habría cada año en la fecha indicada una peregrinación a la taberna de Eligio, donde los galleguistas habían comido juntos y charlado tres horas escasas, el tiempo de atracar y desatracar el barco que había traído a L. Seoane.

Solamente una nota negativa en el encuentro con Palabras, se empeñó en acompañarlo la profesora doña Olivia Rodríguez González quien hizo una presentación innecesaria de Palabras al Protector. Su decir le fue ininteligible y lo aburrió tanto que le pidió amablemente que los dejara solos. Cuando marchó ambos respiraron aliviados. La memoria del Protector durante un tiempo fue torturada por expresiones de este calibre: “chega a operación da elocutio na que o mestre ten en conta as virtudes da expresión: pertinencia lingüística e manexo de estilos, claridade, corrección e ornatus. Onde se atopan os recursos da linguaxe figurada… Se o Ethos, é decir, a imaxe que o rétor debe crear dentro do discurso mesmo é para Aristóteles un medio ético que se constitúe en proba técnica ad hominem, constitúen tamén para o estaxirita os argumentos do pathos…

Hubo dos premios más directamente convocados y resueltos por el Protector en función de sus intereses intelectuales. El de historia antigua y el de lingüística. El primero lo recibió el ciudadano muy respetado de Bibliópolis, Procopio de Cesárea, por sus Guerras góticas y La historia secreta. El segundo recayó en Foundations of old prussian, hijo de Pietro V. Dini, quien recientemente había obtenido la nacionalidad de Bibliópolis. Su trato causó una enorme impresión al Protector por su saber, pero también por su equilibrio ante las diversas alternativas y su claridad expositiva de materia tan difícil como de esencial importancia. Como le dijo el premiado: “without Lithuanian and Latvian studies, there are no Prussian studies, but without Prussian studies there are not Baltic studies and without Baltic studies, Slavic studies and even Indoeuropean studies are not conceivables”.

Pasadas las fiestas del libro, la vida en Bibliópolis volvió a una gozosa rutina cotidiana de pacíficos estudios y meditaciones. Sin embargo siempre hay alguien que turbe la serenidad y la armonía, de ahí que, hasta en la ciudad de los libros sea imprescindible la presencia de las fuerzas de seguridad. Un peligroso sectario, aprovechando el día de las puertas abiertas con motivo de las fiestas de la ciudad, se había introducido en ella subrepticiamente, escapando al control de la policía, la astinomía literaria. De nombre “A literatura galega contada aos escépticos” e hijo de M. Veiga dirigía la secta de los “escépticos literarios” y había comenzado a predicar su doctrina subversiva, provocando el rechazo de los ciudadanos. Afirmaba que Polaroid de Suso de Toro (1986) marcó la diferencia y un cambio de rumbo en la narrativa gallega a la cual modernizó de golpe, y cuyo momento más alto en la fecha era, según él, Otero Pedrayo (!!). Con Polaroid, la narrativa gallega “saltó desde el barroquismo paisajístico de las bocarribeiras oterianas a la lengua coloquial, a la expresión vulgar influida por el idioma de TV y política”. Entre otras afirmaciones clasificaba a los poetas de los 80 como esteticistas clásicos y les reprochaba la falta de transgresión real, lejos de la contribución de los nuevos estudios culturales anticolonialistas y feministas (!). Y elogiaba la poesía de Lois Pereiro, Xela Arias y A. Reixa como un paralelo poético de Polaroid. Sus crímenes no se detenían aquí sino que se refería a Filgueira Valverde “como sentado en el sillón azul” (y es conocida la suerte del señor sentado ahí, en la novela de Casares, la mejor, para el Protector), quejándose además de que se le hiciese homenajes a “un colaborador del régimen”, lo que era “injusto y difícil de comprender”. Y calificaba a Valle Inclán como un “asimilado que renegara de su país”. El Protector recordó, con cierto esfuerzo, el nombre de Polaroid, surgido al comienzo de la conversación. Asaltaron de nuevo al Protector olas de vulgaridades y de expresiones obscenas, sin gracia ni contexto. Y su decir continuó con vuelo bajo, sin interés. A los pocos minutos el Protector había llamado a la policía que se hizo cargo del individuo y tras sumario juicio administrativo fue condenado a muerte e inmediatamente ejecutado por desgarramiento (la pena prevista para los más graves delitos) y sus restos arrojados al contenedor de basura.

Al Protector le pareció revivir lo sucedido cuarenta años atrás. Por orden suya fue detenido por la policía el jefe de la secta en plena propaganda ilegal y, sin necesidad de juicio alguno, pues todo lo que se relacionarse con Polaroid era cosa juzgada, sufrió oscura muerte junto a la salida de la ciudad, con posterior entrega de sus restos a una clínica de reciclaje. Muriendo gritaba: “Polaroid, Polaroid! En ti confío!”.

Neutralizada la secta de los escépticos el Protector continuó con su agenda habitual, una parte importante consistía en recibir a los nuevos ciudadanos y conversar con ellos. Entre los cuales destacaban los siguientes: Historia Natural de Plinio el viejo, de la familia López Silva. Texto alto y grueso, lleno de entusiasmo. Resultó una conversación larga y muy entretenida en el curso de la cual el Protector aprendió muchas cosas. Le fue asignado un cómodo apartamento, vecino al de Tirrena Antica de Claudio di Palma. Con la confianza de la conversación el Protector le hizo tres observaciones: una relativa a la conveniencia de vestir en futuras ocasiones un índice ordenado de las materias de la Historia Natural pues dada las continuas referencias del texto al mismo, tenerlo a la vista facilitaría el seguimiento de la argumentación del autor. Las otras dos, aún teniendo en cuenta que era un ensayo de alta divulgación, aludían a la escasez de latines en el texto y a las numerosas interpolaciones de experiencias personales, diálogos con amigos, fuentes de interné… El Protector era contrario a la presencia en una obra científica de esas expansiones, pero, en fin, cada ciudadano tenía su carácter.

Ya se acercaba el fin del año 2024 y el Protector decidió cerrar sus actividades oficiales y comenzar sus vacaciones anuales. Pero antes recibió a dos ciudadanos muy diferentes. Al primero, Arte y nacionalismo de X. Antón Castro, domiciliado en la galería de los artistas de Bibliópolis lo conocía superficialmente, de varios encuentros ocasionales, si bien su excelente reputación le había llegado por diversos conductos. Pero la necesidad de un conocimiento más profundo se había hecho evidente después de haber tenido lugar en la ciudad diversas jornadas de estudio de la figura poética de Rosalía de Castro así como sobre la literatura como arma en la lucha política o literaturafusil que habían puesto de relieve la necesidad urgente de reevaluar el cánon literario vigente en Galicia y no solo el literario. Justamente Arte y nacionalismoera un experto en la investigación de la vanguardia histórica gallega en el terreno artístico y especialmente en la pintura. Convocado en la Prostasía la conversación duró varias tardes. Al Protector, sin especiales saberes pictóricos, pero siempre atento, le parecieron sumamente interesantes los agudos análisis de su interlocutor los cuales, sospechaba, no debían de ser muy del agrado de los pequeños mandarines que controlaban la cultura gallega oficial. Se quejaba Arte y nacionalismode la “limitación nacionalista”, “de los análisis anacrónicos y endogámicos” (en el mundo artístico) que poco a poco generaron dogmas heredados, uno de ellos “la excesiva vinculación del <<renacer>> del arte gallego, a finales de los años veinte y durante la Segunda República al nacionalismo fervoroso… que… no benefició en absoluto al desarrollo de una respuesta tan libre, revolucionaria e innovadora como la aludida crítica pretendía”. Señalaba también Arte y nacionalismo que “en sentido estricto no ha habido críticos de arte en la Galicia de los años veinte y treinta” y las consecuencias de esa falta.

El Protector estaba de acuerdo y le señaló cómo en el terreno literario esa falta de una crítica informada y con criterio seguía ausente en la vida literaria gallega del siglo XXI, solo silencio, indiferencia o elogios desmesurados de lo mediocre. A veces, también, intolerables exabruptos. Una de las consecuencias de esa carencia crítica era la polarización literaria, libre de cualquier control sobre su calidad. El Protector también sospechaba que la limitación a los años veinte y treinta del pasado siglo era demasiado generosa y que, sin perjuicio de la existencia de excelentes especialistas y expertos en las disciplinas artísticas, una crítica como tal, reconocida e influyente socialmente, asomada a la sociedad desde los medios de comunicación, faltaba en Galicia, paralelamente a lo que ocurría en la literatura, como se comprobaba fácilmente con una simple ojeada a los suplementos literarios de los periódicos del país, de una mediocridad absoluta. Otro tema importante fue la figura de Castelao “jamás cuestionado ni en su época ni en la actualidad, dada su condición de personaje tabú”. El Protector manifestó que eran un verdadero escándalo intelectual las opiniones artísticas del rianxeiro: “de arte no he aprendido nada nuevo” (en sus viajes por Europa, 1921) “nada me pareció superior a lo que ya puedo hacer”, “Picasso, un farsante”… y que su “Biblia” (para algunos, “siempre en Galicia”) era una buena compañera de su diario artístico. Arte y nacionalismoañadió que “la falta de respeto en los juicios que caracteriza tanto al polígrafo orensano [Risco] como a Castelao es la que los induce a emitir valoraciones maximalistas y categóricas” llegando “a las cotas más sorprendentes de la trivialización, carente de rigor y método”. Por supuesto que su figura pública de político, convertido en un símbolo de Galicia frente al franquismo, la relevancia de su papel histórico, siguen vigentes. Como su genialidad en el “dibujo social” pero como ideólogo del arte, “vinculando desde el inicio galleguismo, arte y pueblo o arte y populismo” o “fundando el arte en el gusto popular” y ubicando “en el buen gusto la muerte del arte” o supeditando la obra de arte a la revolución, su papel fue negativo y las consecuencias negativas se arrastran hasta hoy.

Observó Arte y nacionalismo, en el curso del diálogo “cómo durante la dictadura de Primo de Rivera el repliegue del galleguismo al campo de la cultura, convirtiéndose esta en una especie de militancia, en sustitución provisional del ejército político”. “Opción culturalista”, siguió el Protector, “repetida en la posguerra civil por el grupo de Galaxia y cuyo eco se encuentra hoy en el empleo del gallego como ejercicio militante”. “Por cierto”, añadió “también Piñeiro, el ideólogo del grupo y que también va camino de la tabuización, tenía ideas estéticas muy cuestionables en la literatura”. “Sí” dijo el Protector “creo que sería muy interesante desarrollar unas jornadas en Bibliópolis el año próximo sobre el tema <<de Castelao a Piñeiro>> y que contaba con él para las mismas. Después de tan largas conversaciones, ambos se despidieron, quedando apalabrados futuros encuentros.

La última cita del año fue con Sonora “Chus” Pato, poeta. La astinomía literaria (la policía de Bibliópolis) después de revisar su documentación en las puertas de la ciudad había consultado directamente a la Prostasía pues informaba que la recién llegada, con su capacidad lingüística confundía a los criterios policiales y realmente no sabía qué hacer. El Protector, en el curso de sus viajes fuera de Bibliópolis conociera superficialmente a algún otro miembro del clan, cuyo nombre no recordaba y de hablar ininteligible. Recién leyera alguna declaración pública de Sonora que, con referencia a un premio que le habían concedido, manifestara que una obra tenía que ser de “una calidad arrasante” para llevar un premio así. Hablaba también de su poesía en términos de “salvajismo” de los poemas. Tales declaraciones y los antecedentes familiares no predispusieron al Protector en su favor. Sin embargo, el Protector era justo y aborrecía la arbitrariedad, así que citó a Sonora para una primera cita en su despacho oficial. No se trataría más que de unas primeras impresiones, pues, por falta de tiempo, el fondo del asunto se vería el próximo año, convocados los restantes miembros del clan. Mientras Sonora recibiría una licencia provisional de residencia. El día prefijado el Protector se encontró con un hermoso texto, de excelente papel y bella capa que llevaba el sello del modisto Xerais. Intercambiaron las primeras frases. Al Protector no le agradó que dijese que comenzara a escribir los poemas en Guayaquil y que los finalizara en México, le pareció una frivolidad ingenua, como si quisiera realzar el gallego con un horizonte internacional. Como si lo empieza en Bora Bora o en O Caurel. Y de nuevo lo mismo en “atravasáramos o kyzyl kum/ a febre era estable/ non, non lembro o aeroporto de Bukhara/ e vostede, vostede lémbrao?/”. El Protector no pudo comprender la relación con el resto del poema. Por cierto kyzyl kum (arena roja) está mal transliterado. En uzbeco hay el fonema i también en español (son iguales), lo correcto es qizil. Y la kh de bujara es un anglicismo, en español es bujara y en gallego, lo mejor sería buhara (uzbeco bujoro).

Poco después, Sonora berró “Stalker” y siguió “antracita/ beladona/ carbúnculo/ digitalis/ estraloque/ deixa que se acheguen/ gorxa/ pentaloxía timúrida/ itifálico…”. Y luego pasó a hablar en prosa del nenúfar. Cuando empezó a hablar del examen de ingreso en la academia platónica y ella misma se adjudicó la calificación de no apta, el Protector puso fin a la conversación, aplazada hasta el próximo año. Habiendo oído a toda la familia ya se vería cómo resolver el asunto. Desde luego la primera impresión no podía ser peor. Una cultura mal digerida? Una riqueza léxica sobre el vacío? Un asociacionismo automático o algo artificialmente buscado como “el encuentro en una mesa de operaciones de un paraguas con una máquina de coser?”. Fatigado el Protector se llenó la boca de frutos secos, se arrellenó en el sillón, cerró los ojos y pensó las ardientes arenas de qizil kum.

Habiendo descansado, selló las comunicaciones de la astunomía sobre autorizaciones provisionales de residencia en Bibliópolis. Destacaba entre ellas la del poeta J. Prévert quien, de la mano de la profesora Stella Maris, había decidido habitar en la ciudad. Un encuentro quedó fijado para el año próximo.

Los sueños del Protector

La vida del Protector no solo transcurría en la claridad del día, en conversación con los ciudadanos de Bibliópolis o escribiendo. También la noche, aunque dedicada al reposo, no era un descanso ni “un ponto estéril” sino que en ella florecía otra vida, la vida de los sueños. Cada noche el Protector acudía a su lecho, con las mismas expectativas de quien va al teatro. Raro era el día sin función, aunque no siempre la calidad de la pieza estaba asegurada. Podía soñar en cualquier momento de la noche, temprano o tarde, incluso a la hora de la siesta. La misma facilidad que tenía para dormir la tenía para soñar. Eso sí, en el momento más interesante del sueño, aunque no siempre, éste se interrumpía y el Protector despertaba y antes de volver a dormir (y a soñar, en su caso) recordaba detenidamente. Los sueños podían contener un discurso coherente o consistir en la unión de fragmentos, aparentemente sin lazos o vínculos entre ellos. O eran meras imágenes aisladas, eso sí, de enorme fuerza expresiva y colorido que con frecuencia era un material utilizable en sus poemas. Recientemente soñara con una fiera, mezcla de gato salvaje y lince, con unos terribles ojos fosforescentes y dientes como puñales. El cuerpo rayado de franjas verde-esmeralda y amarillo intenso. Jadeaba levemente y su actitud era tensa. Era la imagen del lince que llevaría siempre dentro.

Cuando el Protector salía fuera de los límites de su polis, a otras polis, vecinas o alejadas, se encontraba con escenas cada vez más frecuentes de desigualdad humana, de pobreza, de miseria y abandono. No era solo lo ya sabido, de que el 1% de la población mundial tuviera tanta riqueza como el 95% restante (y de ese porcentaje había en su Galicia ejemplos escandalosos), las dificultades de tantas familias en su vía crucis mensual, las injusticias sociales de todo tipo, los abusos y negligencias de los poderes públicos, y de las grandes empresas y entidades crediticias, el dispendio público y social, sin obviar a tantas necesidades. Era eso y también la concrección de la miseria en la vía pública, con cama en los umbrales de los edificios, con calor o frío, ante el egoísmo y la indiferencia de tantos ciudadanos que pasaban por delante sin ver, o mejor, viéndolo con la naturalidad de un fenómeno geológico. Y la indiferencia de los políticos locales o de los que decidían en las Administraciones Públicas o en las corporaciones privadas. Miseria, indiferencia, desigualdad normalizada angustiaban el Protector, a pesar de sus ya muchos años los cuáles no lo habían acostumbrado a tal espectáculo. Y luego esa gente indiferente que anhela una vida eterna! Con esa miseria espiritual y falta de empatía! Cómo uno puede pensar ser acreedor de algo así! Recordaba el Protector cómo en Israel en un monte memorial se conservaban los nombres de los justos entre los gentiles que defendieron a los judíos europeos en el momento más dramático de su historia y que hoy es un grito contra las acciones cobardes y asesinas del Estado de Israel cuyas gentes poco tienen que ver con las víctimas del nazismo. Pero, pensaba el Protector, hay innumerables justos en todo el mundo, que obran en la tierra entera y cuyos nombres no se hallan en ningún monumento. Hombres y mujeres, que no pueden llamarse anónimos pues, en el océano de la indiferencia, brillan como una piedra preciosa, que sacrifican su tiempo, sin esperar nada, por acciones de justicia, de dar a cada uno lo que le corresponde en los bienes sociales, bien como individuos, bien formando parte de toda clase de organizaciones. No se trata de bondad, de empatía o de amor, cualidades individuales, como la inteligencia o la capacidad de creación y de las cuales nadie puede ser examinado ni a nadie pueden ser exigidas. Se trata de justicia o de injusticia, de reconocer o negar al otro su cuota parte en lo común social. Y esta acción de justicia en favor de la igualdad es exigible no solo al estado y a sus institutos, o a las organizaciones sociales sino a los individuos como particulares. Hacía casi 60 años que, por sugerencia paterna, el Protector leyera obras del jesuita y paleontólogo Teilhard de Chardin. Había olvidado lo leído salvo una gran idea, de enorme fuerza poética y, por ello, de enorme fuerza de transformación social, la construcción por la humanidad sobre la biosfera de una noosfera. El Protector, entonces, la pensó como un destino para la especie humana, fruto del azar de la evolución. A pesar de la relación de ese fruto, desde el punto de vista etimológico, con palabras como “homo, humilis, humus”, se le asigna una finalidad grandiosa, construir esa noosfera resplandeciente alzada sobre la tierra, una humanidad celeste “aunque nada signifique para el universo”. Contribuir a esa finalidad estaba al alcance de todos, encender luces con nuestras acciones de justicia y superar abrumadoramente a las que se apagan por las injusticias. El fundamento de esta noosfera solo podía ser una ciudad de justicia, una ciudad de la igualdad humana. No obstante la claridad de esta idea, el Protector, en sus salidas de Bibliópolis, con frecuencia se sentía desagradablemente sorprendido consigo mismo. Le ocurría encontrar a un mendigo, entregarle unos dineros, una cantidad que no suponía serio sacrificio y rápidamente le invadía una sensación de ser bueno, de sentirse justificado. De inmediato la reprimía porque bien sabía que así no se construía esa sociedad de iguales, con la miseria de la limosna como sustituto del reparto social. Y aunque era miembro de numerosas ONG y colaboraba en actos colectivos de recaudación de fondos o alimentos, sabía que no estaba a la altura exigida por los altos ideales que lo guiaban. Una tarde, después de entregar a un abandonado por la sociedad algo más de lo habitual, al regresar a Bibliópolis, se encerró en su despacho a trabajar en expedientes pendientes y poco a poco se quedó dormido. En un instante se abrieron las puertas del teatro nocturno, se alzó el telón y en la escena apareció un banco y sobre el banco un hombre de mediana edad, vestido de ropa sucia y gastada, gafas medio desarticuladas y abundante barba y pelo largo. Miraba fijo para el Protector, sin solicitar nada. Este le tendía un billete que llevaba en el bolsillo que aceptó serio, dando las gracias. De repente, todo se iluminó con una luz púrpura bajo la que los rostros del Protector y el mendigo parecieron transformarse. Y en sus bocas resonaron palabras, parecía que eran ellos quienes las pronunciaban. Pero no lo eran, eran meras cajas de resonancia de una voz o voces que volaban arriba, abajo o a los lados de la escena, por todas partes, voces como las de un coro y su corifeo, dialogando como en tragedia antigua: “en la ciudad de la justicia es la igualdad la reina”, “son hermosos la bondad y el amor pero de nada valen sin igualdad”, “es bueno que subsanes la urgencia, Protector, y no hay reproche, mendigo, en tu aceptación”. Mas de nada tienes que alabarte y nada tienes que agradecer, no llaméis limosna al adelanto parcial de lo que corresponda al final, los dos, mendigo y Protector, tenéis que luchar por esa nueva ciudad, donde todos padecerán y disfrutarán por igual, ninguno más o menos que los demás”. “A nadie abandonarán en su necesidad particular, toda la ciudad lo cuidará. La igualdad es ley universal, en ella se funda la libertad individual”. “Nadie sabrá lo que es la propiedad y se olvidará la conjugación de verbos como poseer, tener, haber. Sobre ese olvido se fundamentará de cada uno el ser”. El eco de las palabras se fue borrando lentamente. Ahora el escenario aparecía tapizado con un color negro azulado. La luz púrpura pasó a rojiza. Por el aire en el escenario volaban hachas de brillante acero afilado, con alas azuladas y mango de madera dura. De nuevo las voces: “a esa ciudad no se llegará sin luchar. Muchos serán convencidos, incluso participarán con pasión. Pero iguales en número a las arenas del mar son los que descansan en la posesión, bivalvos adheridos a la roca, resistirán, no importa que tengan mucho, poco, nada. Se agarrarán a sus posesiones sin ceder. Es su reino la ciudad infernal y en ella proliferan como peste medieval, banqueros, altos funcionarios, rentistas, millonarios, obispos nauseabundos, fantasmas de uniforme, un ascensor de botones en su pecho, obreros también y campesinos y pobres miserables y jóvenes en flor”. “Todos pastores de la propiedad. A veces hay grandes palabras en sus labios, hablan de fraternidad, hipócritas, llaman a quien dicen hermano. Pero no hay hermanos en la lucha por la igualdad. Solo compañeros, los que en esa lucha a tu lado van”. “Juntos los brazos empuñan las hachas y empiezan a desbrozar la senda que llevará a la ciudad ideal. Ya el hacha derriba muros, vigas y pilares del capital, y a la hoguera son arrojadas a miles palabrasveneno, cómo se retuercen!: investir, hipoteca, precio, interés, producto financiero, beneficio empresarial, oíd! oíd como crujen y se vuelven cenizas y oíd los lamentos de tantos que no imaginan sin ellas la vida”.

La escena, envuelta en los mismos colores, se llenó de tocones y a su alrededor rodaban esferas como cabezas. Pero seguían su vuelo las hachas, descendiendo sobre la madera dura y de nuevo alzándose. Todo, madera, hachas, suelo, esferas, empapado de sangre que comenzaba a sobardar la escena. De nuevo la voz: “al que se resista a la luz, degolladlo! A quien hable de propiedad o riqueza, degolladlo! A quien conjugue en cualquier modo o tiempo verbos de posesión o tenencia, degolladlo! Y a esos que tan tiernamente abrazan su hacienda, arrullándola como a un niño, degolladlos! Y aunque mane generosa la sangre, no retrocedáis, nunca habrá escasez de sangre en la humanidad”.

Nueva escena. Una calle rodeada de casas de planta baja. Dos hombres, parecidos al mendigo y al Protector, vestidos de ropa corriente, se saludan cordialmente. “Voy a la biblioteca municipal, a consultar unos libros sobre la caverna de Platón”. “Vaya, también yo voy allí, parece que hay un problema de iluminación en vuestra caverna. Al acabar podemos comer en el comedor social”. “Me parece bien”. Los dos hombres se iban alejando, conversando animadamente.

En ese momento despertó el Protector. Todavía apretaba las manos cómo si sujetase el hacha. Se hallaba agitado. Se fue serenando mientras meditaba el sueño. Al final sonreía. No sospechaba ese volcán de violencia en su interior, en el combate por un ideal. “Qué bueno que al final me haya dedicado a los libros y que solo tenga ocasión de ejercer esa violencia sobre los versos mediocres y los malos libros”. Y cansado, porque derramar sangre, aún en la imaginación, fatiga, volvió a cerrar los ojos y se quedó profundamente dormido.

TERCERA PARTE

Diccionario cunqueiriano

  1. La galleguidad de Xente de aquí e acolá

A guisa de prólogo, Álvaro Cunqueiro escribió al comienzo de la edición gallega de Xente de aquí de acolá (1961) una carta de Domingo García Sabell en la que le hacía, se hacía algunas preguntas, adobadas de varias afirmaciones: “estos de los que cuento en las siguientes páginas, los hubo, los hay? Porque yo terqueo que esos son retratos de gentes que son de nuestra tribu y que no podrían ser de otra cualquiera, que en cada uno hay algo del ser gallego y que repartido entre toda esta pequeña gente está casi todo el andamiaje del gallego. Tiene el gallego un modo que imaginar que le es propio, unas propias varas de medir el mundo… Cómo podría yo saber tanto de ellos si no los hubo? Soy yo o no parte de esta gente?”

Antes, (1959) Domingo García Sabell en Escola de menciñeiros escribiera “la gente cunqueiriana que se volvió gente tuya y mía, gente de todos, familia nuestra”.

“Gente esta de la que hablo que conocí y a alguna de muy cerca” (Álvaro Cunqueiro). Siempre sorprendió al escritor “una sutileza intelectual” venida quizá “del conocimiento de los órdenes secretos de la naturaleza”.

Y nunca dudó Álvaro Cunqueiro de que en sus relatos quedaban “rostros de lo que llamamos ser gallego, de la insondable profundidad del ser gallego”.

Cualquier lector gallego sabe al leer las historias de la trilogía de Álvaro Cunqueiro, que se encuentra entre su gente, gentes de su tribu. Y también el lector español reconoce en ellos la realidad de otra gente, de otra tribu, que por encima o más allá de lo humano común a todos “tiene sus propias varas de medir el mundo”, de enfrentarse a lo visible y a lo invisible, de trabajar el campo y de soñar, de vivir y de morir. Y ello no solo por lo más obvio. Las historias tienen lugar en Galicia. Prácticamente todas comienzan o se sitúan en un paisaje gallego, villego o rústico, unas breves líneas que condensan la geografía esencial del relato, descripciones, sí, breves, pero magistrales, reveladoras del hondísimo y vívido conocimiento del país que tenía Álvaro Cunqueiro quien la recorriera a pie a lo largo de los años, en coche, tren o autobús, “ese gran teatro del mundo” (R. Otero Pedraio). Por los caminos de Galicia es el título de una recopilación de artículos suyos. Y en esos caminos él encontró a muy diversas gentes gallegas, las conoció vivos y muertos y en ella se reconoció. De ahí la pregunta, que no es retórica, sobre si existieron esas gentes. Estas descripciones geográficas son como la escenografía de una pieza teatral. Basta una breve muestra para hacerlas presentes a los ojos del lector, como si este las habitara: “a Regadas le va muy bien su nombre porque cinco o seis regatos que nacen en el alto que llaman “As pías” remansan abajo en el pequeño valle y se juntan para ir al Mandeo. Abedules, chopos, sauces, alisos crecen allí. Y en Reimonde hay mimbres muy hermosos de mirar cuando llega el invierno y en la punta… Aún quedan unas hojas plateadas. Vuelan las arceas… la casa de los L. está un poco más arriba de la Iglesia”.

“Fontes es un lugar, cuatro casas blancas que está perdido en la ribera de Piquín, en las viejas tierras bernaldas de Meira. Aún hay dos hermosos castañales, el de Sanxés y el de Pousada, tierras de cultivo y junto a los charcos lodosos… alisos y abedules. Fontes está bien puesto porque hay cinco o seis, abundantes en agua delgada y fresca… en la casa que da al camino viejo…”. A veces basta con una breve indicación: “por el camino de Lugo, el campo es ancho y llano y lo más de él va entre folgados y cultivos de centeno”.

En esta ubicación geográfica de los protagonistas de los retratos, el lector siente la verdad de la geografía cunqueiriana, fruto del íntimo conocimiento de los lugares descritos, una geografía vivida y por ello impresionista, como la fotografía de un instante irrepetible. Sobre el lector cae el rayo de sol, la lluvia que no cesa… o la niebla, que se retira lentamente.

De la gente gallega, que habita esta geografía, se menciona siempre su linaje o su familia, raíces que la anclan en la tierra donde realizan sus oficios y despliegan sus manías y obsesiones, sus aficiones y sueños. “Todas estas gentes de las que hablo son gentes que andan siempre con cosas raras, milagros, encantos y prodigios. Yo era muy amigo de alguno de ellos”. “Dos lomas que tenían un molino en el Pontigo. El hijo Manuel…”. “Me volví y me encontré con Manuel Regueira López. Yo a quien tratara mucho fue a su hermano Celso, medio relojero, quien todos los septiembres los pasaba poniendo cepos a los tejones cuya recia carne comía bien adobada y bien asada, y hacía brochas de afeitar para sus amigos”. “Viene a visitarme a mi casa de Vigo un sobrino de Novo de Parmuide que iba embarcar. Le pregunté qué había de nuevo por allí, recordándole de paso que yo no iba a Xerás ni a Parmuide desde hacía más de veinte años. Se pasa el río por un puente de madera y el camino entra en Parmuide por unos terrenos con grandes pozas en otoño y en invierno en las que flotan las hojas secas de los robles… “Novo, o tío, que en paz descanse”. “Conoció a Souto de Lires allá por los años treinta, más o menos, él tendría los veinte cumplidos. Se llamaba Manuel Berdía González. Su padre era dueño del molino de Lires. Manueliño nació…”. “No se sabe si la broma fue del padre, el señor Arximiro o del padrino, Don Pedro Pardo que según él venía en línea directa del mariscal de su homónimo…”. Ya tenemos a los personajes nítidamente dibujados en sus paisajes, familias, aficiones y manías en una decena de líneas, viviendo su vida cotidiana. Los vemos como vecinos nuestros, como alguien conocido desde siempre, con sus gorras y paraguas, perros y escopetas, con la caña de pescar o los instrumentos de sus oficios. También con sus teimas o manías, a veces verdaderas obsesiones que a sus vidas dan sentido y que nos los vuelven entrañables.

Y todo ello en un gallego sabroso, que sabe a pan, el gallego de Álvaro Cunqueiro que es el de esta gente de aquí y acullá, lleno de expresiones idiomáticas que rezuman sabiduría acumulada en ellas por generaciones de hablantes de la lengua.

Son obviamente gente gallega, que la hubo y que la hay y que sigue hablándonos en el texto de Álvaro Cunqueiro. Gente diferente de un país diferente. Pero, sobre todo, lo decisivo es que ese marco que enraíza y caracteriza a la gente de aquí y de allá es fruto, no de una mirada foránea, sino de un mirar y un ver desde dentro, de una mirada gallega. La luz que ilumina la escena, con ironía, con ternura, con empatía. Con comprensión y con versación. Es una luz gallega, que se sabe compartiendo lo esencial con la gente recogida en los breves relatos, el ser miembros de la tribu gallega. En esa mirada interior de Álvaro Cunqueiro, la gente y la tierra se vuelve transparente y resulta patente al lector la verdad de sus existencias. Pero la gente de aquí y acullá, sus casas y sus tierras, los años y novedades de sus vidas discurren también en el ámbito de la ciudad cunqueiriana, una ciudad paradisíaca, en la que el tiempo y el espacio han desaparecido, una ciudad donde el milagro sucede con la normalidad del pan nuestro de cada día, con la regularidad de un fenómeno atmosférico. En estos lugares identificados o identificables de nuestra geografía, entre gentes que conocemos o pudimos conocer, acontece lo imposible. El hombre habla con los animales, de su tierra surgen enanos y demonios, aparecen mouros y tesoros. El animismo invade los objetos, zapatos, paraguas, jarras de vino, sombras, capas de oro reaccionan como humanos caprichosos, se padecen dolencias no descritas en los libros de medicina y hay huesos, más allá de los inventarios de la anatomía. Los difuntos vuelven transformados en cuervos, no habiendo olvidado sus particulares obsesiones a causa de la muerte. Reina la causalidad por la imagen. Mas, incluso aquí, en el ámbito del milagro, en una Galicia transformada en paraíso, es decir, donde lo imposible acontece, este imposible tiene vestidura gallega, y eso porque “el gallego tiene un modo de imaginar que le es propio” y yo como lector, y lector gallego, me remito a mi propia experiencia de la infancia cuando era natural nuestra búsqueda de tesoros de mouros, por escaleras misteriosas, nos decían, que se abrían en la tierra o apretando botones invisibles en las rocas que afloran como cosecha natural de la tierra con el fin de abrir puertas secretas a lo maravilloso. Y siempre, en las revirivueltas de caminos y corredoiras podían aparecer, nocturnos, cortejos de difuntos u oírse los gritos de la bruja llamando a sus colegas al aquelarre. Escuché fascinado años su grito de “brujas!, brujas!” que resultó ser “churras, churras!” convocando las gallinas al poleiro. Hace poco, por un camino perdido, llegué al atardecer, durante un paseo, a un caserío en ruinas, infectado ya por la vegetación y que me pareció abandonado. Cuando me iba a marchar, surgió de un corral medio caído, por entre los tendales de niebla baja, y rasgándolos, un bellísimo caballo blanco, de una albura pintada por Botticelli, nieve que avanzó hacia mí con trote ligero. Reconstruí el cuerno en su frente y tuve a mi lado el unicornio que Paulos/Álvaro Cunqueiro también vio. Le acaricié el hocico muy lentamente, mientras pensaba que en Galicia todo encuentro era posible. Y que en Galicia sea fácil pensar lo imposible es mérito, y en gran parte, de Álvaro Cunqueiro que la volvió transparente con su incesable imaginarla.

  • Sinbad vai falar

Un conocido y gran poema de Álvaro Cunqueiro se titula, justamente, Ulises vai falar:

…agora relembrando Ulises fala.

…sentado e recollendo o roxo manto

cal unha nuben que lle cingue o peito

ponse a falar falando repetindo

erguendo a man decindo como foron

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

tal van os ventos nos seus brazos indo”.

Mucho fue lo vivido por Ulises en el asalto a Troya y en su nosto a Ítaca y mucho tiene que contar ahora sobre las aventuras vividas, que realmente experimentó. Llegada la hora del relato ante sus oyentes admirados, no importa la fidelidad de la memoria, en su caso, que Ulises, voluntaria o involuntariamente, exagere sus grandes hechos, estos sucedieron, lo saben sus contemporáneos y lo sabemos nosotros que escuchamos maravillados.

Sinbad vai falar, también lleva hablando desde siempre. Sus contertulios en la terraza de la Fonda de Mansur, intramuros de Bolanda, pasan su vida pendientes de los labios de Sinbad, de las historias prodigiosas que de ellos brotan y de las que nacen mares, islas, reinos, peces y animales por nadie vistos o soñados y que, sin embargo, admitido el hecho fundamental de su existencia o la modificación de los objetos, atribuyéndoles propiedades que en la realidad no les corresponden, v.g., el don de la palabra, el resto de la narración se desenvuelve con una lógica irrebatible. Cómo no va a ser lógico que en las burbujas de los peces papagayo no quepan más que palabras de dos sílabas? Como es lógico que un avaro como Laertes coma la carne por su sombra. Y lo mismo pasa, v.g., con la isla novena. Si admitimos que una nube que vuela bajo puede caer al mar que en el plano lingüístico tiene sentido (y vemos claramente la imagen vehiculada por las palabras) es inevitable que crezcan corales en ella y hierbas y semillas que arrastra el viento y que ya jamás pueda remontar el vuelo. Y si admitimos la imagen de el Bing Bang que defiende el modelo estándar de la física, qué podemos oponer al rey Borzasares quien, cuando vino a la Meca, encerró sus siete ciudades en una sortija?

Sinbad habla y habla continuamente vehiculando a través de los signos lingüísticos emitidos, imágenes maravillosas que para los fascinados oyentes resuenan verosímiles a causa de la lógica de su desenvolvimiento interno, excepto, y como ya dijimos, su existencia que requiere un acto de fe en la palabra y autoridad de Sinbad que fija el referente de su discurso en la lejanía geográfica y temporal de sus navegaciones que, a diferencia de las notorias de Ulises, están fuera de la experiencia del auditorio de Sinbad. Y surgen las dudas. El pequeño Sari en su inocencia insiste que no hay Cotovías, a lo que responde Sinbad, fácil es decir que no hay Cotovías!

Efectivamente es fácil decirlo y en eso tiene razón Sinbad. Pero nosotros tenemos que distinguir dos mundos. Por una parte la lengua hace referencia al mundo maravilloso de la imagen y por otra al no menos maravilloso de la realidad, dos mundos distintos, con distintas causalidades pero con múltiples interferencias y contactos, no en vano el lenguaje articula ambos mundos.

Lo que cuenta Sinbad pertenece al mundo de la imagen, sus navegaciones pertenecen al mundo de la imagen. Seguramente navegó hace tiempo, es un piloto conocido, de navegaciones reales en el pasado. “Hacía nueve años que no navegaba” pero Sinbad no es Sinbad por esas navegaciones, por ellas sería uno más entre los pilotos de Bolanda. Él abandonó ya hace mucho los mares de la geografía física para navegar los mares de la imaginación. Quizá los navegó siempre (“sus últimos viajes fueron por partes ocultas e islas que todavía se disputa si las hay o no”). Quizá, a causa del oleaje siempre creciente de los mares imaginados que sacudía su nave, olvidó los mares reales para navegar solamente las aguas de sus sueños, diferentes, sí, pero peligrosas como todas las aguas. Y además enormemente distantes: “cuántas leguas no hay de distancia entre el que viene soñando y aquel enfangado en la más banal realidad”, y añade Sinbad “yo me vine de las naves de Melinde cuando la gente comenzó a descreer de los países que teníamos en conversación los que andábamos por el mar, altaneros. Ahora todas las novedades son por mapa y aguja… y no encontraría entre los pilotos del califa de Bagdad uno que sepa navegar por sueños y memorias y así no logran ver nada de lo que hay, de lo que es milagro y hermosura de los mares”. “Claramente vi en el sur las islas de las Cotovías… dije para mí: qué bien vendría ahora unas islas y una sed de agua fresca! Y cata las islas de las Cotovías, anaranjadas, balanceándose como naves. Siempre hay Sultán en Melinde. Siempre hay Sultanes en el mundo”. No hay mejores palabras que las cunqueirianas para evidenciar la diferencia entre lo que es navegar por mapa y lo que es navegar por sueños y memorias. Y decía que no hay menores peligros en unos mares que en otros. “De pie, con las manos palpando el aire, le vieron inclinar el cuerpo… y finalmente enderezarse y sonreír…” y luego “retomar el hilo de la historia… estaba la marea subiendo en aquel lugar del que estaba hablando y tuviera que hacer unas viradas en medio de las corrientes y salvar la nave metiendo todo a estribor”. Y, naturalmente, hay una entrada al mundo imaginado, siempre la atención se dirige a un mínimo de realidad, a un elemento real pero enfocado de una forma diferente, por una luz, la luz de la imaginación que descubre, inventa en sentido etimológico unas articulaciones y conexiones invisibles que abren otro mundo. “Sinbad no podía contar nada sin mirar lo que contaba y pasaba los ojos suyos por la memoria propia… Tenía la mirada de los imaginativos, que la mitad es para afuera para la variedad del mundo y la otra mitad es para adentro, para el gusto del invento y el calorcillo que da al espíritu sacar una historia de nada, de donde están las palabras calladas y confusas, que es como no estar”. Y es que “el correr de un hilo de agua por el cristal de una ventana entretiene a un hombre imaginativo una larga hora”. Porque el deslizarse de las gotas de lluvia en un cristal es como el fluir de uno o más arroyos que forman río. Y quien ve un río ve las tierras de sus orillas y esa visión lleva a preguntarse por las gentes que las habitan y por sus lenguas, villas y ocupaciones. Y qué estrellas son visibles en su cielo. Y cuando los sinbaces de este mundo hacen ver a los ojos de la realidad ese nuevo mundo que estaba a su lado, pero invisible, una atmósfera mágica se extiende y “los señores de cachemira” se maravillan del descubrimiento: “…era tan de su gusto el contar de Sinbad… si llega a pasar por un barrio de Cachemira donde hay ciegos de nacimiento” elegiría a Sinbad “para que les contase cómo es la luz del mundo” pues “aún no ha encontrado nunca quien la sepa decir”.

En este contar la luz del mundo, en la literatura por medio del lenguaje, es esencial una parte de la gramática, el adjetivo: “hay adjetivos que, dichos de una cosa, en el instante mismo la aumentan de precio y la ponen delante de los ojos, como si encendieran a su lado una lámpara o la acabaran de pintar”. Qué difícil, el empleo acertado del adjetivo al describir los productos de la imaginación. En las lenguas reales varía el número y la categoría de los adjetivos. En algunas los adjetivos primarios son muy pocos, en otras se configuran como verbos de estado. O lo que es normal es el empleo de la oración a la que equivale el adjetivo. Muchos son los remedios que ofrecen las lenguas, incluidos en la oralidad los prosodemas, para evitar la banalidad de adjetivos, erosionados por siglos de uso. Y esa erosión es letal en la descripción de los sueños que exigen el ropaje adecuado. Y ahí está el talento de Sinbad que hace ver a los ciegos la luz del mundo.

“Hacer ver” que es la finalidad de las imágenes que generan la imaginación y los sueños, imágenes de otro mundo que lo vuelven visible y entonces, sobre la realidad en la que estamos instalados trae una luz que nos ilumina y que tiene el poder de transformarnos: “no tendríamos los sueños si no fueran vida y nos permitieran el acceso al paraíso”.

Por la importancia de los sueños para el ser humano, esas “navegaciones por sueños y memorias” tienen que ser contadas, enseñadas, para que puedan ser recorridas esas tierras antes invisibles. Hay una finalidad didáctica esencial en el hablar de Ulises, en el hablar de Sinbad. “Dicho está que no hay palabras que no encuentren su oído aún en tierra de sordos” y “la voz del que enseña al que no sabe es como una oveja preñada”. Sinbad enseña contando, de acuerdo con la fikra (historia) del turco Nasred Din Hoca: que los que saben enseñen a los que no saben! (Bilen·ler Bil·me·yenlere anlatsîn!).

Naturalmente el hombre imaginativo, el soñador, el generador de secuencias de imágenes que describen un mundo, que permanecía invisible, vive en el mundo real. Y la tangencia de los dos mundos, la afectación de la realidad por la imagen o que la gravedad de lo real impida el vuelo de la imaginación origina serios peligros para el soñador. En el primer caso, al incidir la imaginación en las actividades de la vida real, la potencia imaginativa se extiende, puede extenderse como un manto sobre lo real y entonces la visión, visión global que incluye en un instante el proceso y su consumación, omite el acto real que en el imaginar ya está realizado. El propio Álvaro Cunqueiro escribió sobre el emperador Rodolfo “lo pensó todo y por eso nada ejecutó”. Y Sinbad, “cuando se va a meter en cama, se acuerda de que todavía no le escribió respuesta alguna al señor de Farfistán”. “Sí, seguramente que ya le ha contestado. Y no logra dormir hasta que no se le viene poniendo patente ante los dos ojos cerrados el sobrescrito de la carta suya con letra propia”. Sinbad, como frecuentemente Álvaro Cunqueiro, “aunque no contestara al armador, ya se dio por apalabrado”.

Por el contrario, si el mundo real impone su poder, entonces Sinbad, o Paulos, dejan de vivir la gravidez de la imagen y las consecuencias son terribles para el soñador. Paulos, al intentar resguardar la bolsa de monedas, abandona el mundo de los sueños, le dispara un guardia de fronteras y muere. Sinbad quiere volver a las navegaciones por mapa y viaja a los astilleros de Bagdad. Allí, un vigilante prohíbe la entrada a quien, como Sinbad en su recorrer el mundo de los sueños no conoce obstáculos y fronteras, el último de los subalternos es un muro infranqueable para el príncipe de los sueños. Duro tropiezo con el lodo de lo real. Y cuando puede comprobar que no hay nave dispuesta para él en el puerto, habiendo renunciado a las naves del sueño, sufre un ataque que le causa ceguera y regresa ya una sombra, a Bolandas a su hogar. Paulos y Sinbad, en algún momento dejaron de soñar. No así, Álvaro Cunqueiro, su creador. Al revés, él también, como el emperador Rodolfo, lo imaginó todo, omitiendo con frecuencia la acción en la realidad, una anécdota en su visión. Mas soñar, es decir, recorrer el nuevo mundo por él descubierto, soñó hasta el último día de su vida.

CUARTA PARTE

Cumbres de la especie

1. Alejandro, un semidiós entre los hombres

I

Dos afirmaciones sobre Alejandro sobresalen en Hegel: que su muerte no fue prematura pues su obra había llegado a la perfección, y que Aquiles abre la historia de Grecia y Alejandro la clausura.

Al contrario, afirmo el carácter prematuro de su muerte y que si bien es cierto que Alejandro, con su muerte en 323, ane. en Babilonia, da paso a otra época en la historia de Eurasia, de ningún modo puede señalarse a Aquiles como su par en la inauguración de la historia de Grecia, por grande que sea su figura, como tampoco a otros héroes griegos, v.g., Ulises o Diomedes que en el sitio de Troya hirió a dos dioses, a Afrodita y a Ares.

Ciñéndonos al primer punto, gigantesca fue la obra histórica por él realizada en los breves treinta y tres años de su vida: unificó a Grecia, sometió a su poder Egipto, Asia menor y el Imperio persa llegando al actual Afganistán y a la Mesopotamia uzbeca; y penetró en la India por lo que hoy es Pakistán, venciendo al rey indio Poro. Y si no siguió hacia el Ganges fue porque sus soldados no estaban a la altura de la visión que impulsaba a Alejandro. Y lo más fecundo de esas conquistas fue la extensión de la lengua griega y del helenismo por todo Oriente y su visión de un imperio que englobara a griegos y a persas más allá del dominio exclusivo de un pueblo. Y el volver próximos horizontes lejanos, abriendo nuevas vías a los intercambios de todo tipo, comerciales, culturales, movimientos de gentes y posibilitando el desarrollo del saber, el progreso de las ciencias y abriendo paso a la época helenística, en la cual la mente de los hombres adquirió una universalidad, una amplitud incomparable con la de la época anterior a Alejandro.

Y si todo eso es verdad, no por ello puede hablarse de obra perfecta o conclusa. Toda la tradición, todos los que han escrito sobre Alejandro han mencionado su pothos. Pothos en griego significa deseo de lo que falta, deseo ardiente, aspiración. Y el pothos de Alejandro no conocía límites, anhelaba ser reconocido como cabeza de una realeza universal que señorease a todos los reyes particulares, alcanzar los confines de la tierra y el fondo del mar y los más altos aires, recorrer el océano exterior y llegar al país de los bienaventurados e interrogar a los dioses y hablar con las sombras de sus grandes predecesores. Con un ojo en la historia y otro en la leyenda, vemos que no hay límites para ese pothos. Solo el temor de sus hombres o las advertencias divinas lo hacen detenerse pero no cesar en su anhelo infinito. Realmente por muy notables personalidades que posean algunos de los que lo rodean, él está, por sus cualidades y la amplitud de su visión solo en la cumbre, entre la humanidad y los dioses.

Ateniéndonos a la historia parece que Alejandro, encauzada su obra en Oriente, pensó en dirigirse a Occidente, contra Roma y Cartago e integrarlos así en su monarquía universal. Fue la muerte temprana en Babilonia la que truncó tales planes y, claro está, no hubo a su alrededor, por su soledad en la cima, quien pudiera continuarlos. Y así se produjo la fragmentación de los diádocos. Imaginemos que Alejandro hubiera vivido solamente dos o tres décadas más, los cambios que hubieran podido ocurrir en la historia de Eurasia, sobre todo en Occidente, quizá Roma hubiese sido aniquilada en su juventud.

Mas la muerte impidió otro futuro, poniendo un límite final al pothos de Alejandro. Pothos que en griego es también el nombre de alguna planta funeraria, concretamente del asfódelo. Así, simbólicamente, pothos es la naturaleza humana: el más ardiente deseo que aspira a traspasar todos los límites pero que encuentra en la muerte el límite definitivo. La leyenda de Alejandro ha comprendido esto perfectamente: la tremenda frustración histórica que origina la muerte de Babilonia, las infinitas posibilidades pendientes, los inmensos horizontes abiertos… Nada de eso puede considerarse clausurado, esa interrupción no puede ser un punto y aparte inamovible. Los contemporáneos de Alejandro y los que vivieron en los siglos inmediatos tuvieron clara conciencia de este pothos sin límites y de las posibilidades que él abría y que exigían su cumplimiento o por lo menos ser pensadas. De ahí el éxito inmenso de la leyenda alejandrina, caso único en la historia universal. El texto principal es Vida y hazañas de Alejandro Magno, con versiones al armenio, al siríaco, al persa, al árabe, al latín, a más de treinta lenguas, entre ellas las occidentales Roman d’Alexandre y Libro de Alexandre y cuya huella, según García Gual, se extiende desde Noruega a Etiopía e Indonesia. Otro texto importante es la versión popular y tardía Diégesis Alexandrou tou makedónos. Además hay otras fuentes menores extravagantes, en parte incorporadas a la corriente principal. Pues bien, la leyenda se fundamenta en las exigencias de este pothos de lo infinito de Alejandro que se despliega ante nosotros y que no puede morir. Y a la pregunta “zei o basilis Alexandros?” (vive el rey Alejandro?) la leyenda responde “zei kai basilevei kai ton kosmo kurieuei” (vive y reina y domina el mundo). La leyenda realiza en el plano paradisíaco lo que en el plano histórico quedó interrumpido y lleva a cumplimiento la exigencia de las posibilidades generadas por el pothos de Alejandro. Entonces sí, con la leyenda y su cumplimiento paradisíaco, la muerte en juventud de Alejandro pierde su carácter prematuro, deviene límite perfecto y necesario de una vida que movida por el anhelo de lo infinito lo consumó hasta llegar al umbral de los dioses, de la geografía celeste. Y nosotros, veintitrés siglos después, como los hombres de siglos anteriores, frustrados con la muerte histórica del 323 ane., perdemos esa frustración con la vida paradisíaca de la leyenda e integramos la leyenda y la historia en único plano de verdad, una verdad más profundamente verdadera que la meramente histórica y la muerte joven pasa a ser una cualidad más de esa vida excepcional, incluso algo imprescindible. Así, cuando Alejandro muere en Babilonia, considerado este acontecimiento desde el Jano de dos rostros (el histórico y el legendario) simplemente constata el agotamiento, por su realización, del pothos ardiente vuelto melancólica flor funeraria. Insisto en esa integración de la historia y la leyenda pues solo de esta forma contemplamos con serenidad la muerte del joven Alejandro, habiendo alcanzado los límites de los humanos.

Volvamos ahora a la segunda afirmación de Hegel, la relativa a la figura griega que abre la historia de la Hélade. Él la identifica con Aquiles. Pero cómo alzar a Aquiles al nivel en que se sitúa Alejandro? Nada en los episodios que conocemos de la vida de Aquiles, ni sus cualidades personales ni sus visiones o proyectos ni sus obras ni sus enfados caprichosos pueden iniciar siquiera una comparación con Alejandro. Una imagen: Alejandro, muchacho, montando a Bucéfalo antropófago. Otra, Aquiles en el gineceo, con ropaje femenino. No hay otra figura griega, con la excepción que se dirá, héroe o semidiós sobre la que recaiga el honor de abrir la historia griega, sus hombros al nivel de los de Alejandro. No hay nadie en la historia de Occidente, diría en la historia universal, comparable a Alejandro, alguien que reúna sus cualidades (formación, valor, voluntad, amplitud de horizontes, deseo ardiente de superar todo límite y también generosidad, sentido de la amistad, capacidad para conducir a los hombres. Y por qué no mencionar también un rostro hermoso, según observan sus contemporáneos y reflejan las monedas. Sin hablar, de momento, de su genealogía semidivina).

A veces se piensa en César, el divino César que siendo joven sollozaba al pensar que a su edad Alejandro había ya conquistado el mundo. También, aunque ya en la cincuentena, su asesinato por Bruto y demás conspiradores interrumpió su proyecto de la expedición contra los partos. Pero cualquiera que sea la grandeza de César, y admito que es mucha, es una figura plenamente histórica, sin base para una leyenda. Sus antecesores divinos nos merecen una sonrisa. En él no hay pothos sino fría “forma mentis” de conquistador romano. Nada más ajeno a César que pensar su poder como integrador de romanos y celtas (v.g.) en plan de igualdad. Se muestra indiferente al deseo de libertad que le expresan los galos porque para él solo existe el proceso de aculturación por Roma. Tan solo valora las posibilidades de la fuerza militar que determinan las fronteras del imperio. Así que el jefe germano le dice que “populi romaní imperium renum finire”. De sus cualidades personales solo en una es comparable a Alejandro, como jefe militar y en la relación con sus soldados. Y evidentemente César supera a Alejandro como escritor ya que Alejandro no dejó constancia escrita de sus hazañas. En todo lo demás Alejandro es superior.

Según mi parecer, una figura comparable a Alejandro para abrir la historia de Grecia es Herakles el héroe divinizado, quien tantas cosas en común tiene con Alejandro. Hijos en el siglo de Reyes (Anfitrión y Filipo) y de madres humanas (Alcmena y Olimpia) pero al tiempo hijos de un Dios por haberse introducido Zeus en los lechos de sus respectivas madres, lo que los convierte en hermanastros separados en el tiempo por más de mil quinientos años. Los dos atravesaron la ecumene en lucha constante, el primero realizando las hazañas que se conocen como los trabajos de Hércules, el segundo en busca de la realeza universal. Ambos llegaron al umbral del país de los bienaventurados (según la leyenda allí encontró Alejandro la tumba de Herakles) y combatieron en la India, siendo en unión de Dionisio, los tres impulsos culturales y de civilización en el subcontinente. Y ambos pusieron límites a la Eurasia griega: Herakles alza frente al océano uroboros las columnas de Hércules. Alejandro en el río Hidaspis (actual Pakistán) los altares con las figuras de los dioses olímpicos, frente a las monstruosa proliferación India. Además de las inscripciones de ambos frente al paraíso, los dos detenidos por los dioses.

Muchas grandes cualidades en común: fortaleza, valor y coraje, generosidad, pero coléricos e incluso crueles en sus arrebatos. Y siempre vencedores enfrentados al fruto de la vid. Y muertos por el envenenamiento, sus tumbas no son desconocidas. Y si Herakles, por voluntad divina, fue divinizado es de esperar que Zeus haya hecho lo mismo con Alejandro.

A Dionisio, hijo de Zeus y de Selene, hija de Cadmo, hermanastro de Herakles y de Alejandro, no podemos situarlo en el alba de la historia griega por su naturaleza de Dios olímpico. En realidad él domina toda la historia griega, bóveda bajo la que actúan Herakles y Alejandro, para mí, la figura más fascinante del mundo griego. Alejandro, llamado por sus contemporáneos el nuevo Dionisio lo tuvo siempre delante en sus campañas indias. La india fue el comienzo del imperio de Dionisio que luego se extendió hacia Occidente, hasta llegar a Tebas y a Atenas. Quién no recuerda las bacantes de Eurípides? La dureza y crueldad de Dionisio con quien no reconoce su naturaleza divina es la misma de Alejandro ante el que no acata su realeza universal. Alejandro, en cambio habiendo empezado sus campañas en Occidente las finalizó en la India, recorriendo un camino inverso. Y en la India por cierto, como un desafío al Dios, expugnó la fortaleza de Aora que había resistido a aquel. El propio Alejandro es también una figura dionisíaca, pudiera figurar a la cabeza del cortejo dionisíaco, corona de hiedra y laurel y el zumo de la vid desbordando de su copa. Dionisio, Herakles, Alejandro. Los tres hermanos, más allá de los hombres, dominan la historia de Grecia.

II

Toda la historia universal y también la divina confluyen en el árbol genealógico de Alejandro: por la Casa Real de Macedonia, desciende por vía materna de Neoptólemo, hijo de Aquiles; hijo de Zeus Ofidio, del faraón Nectanebo, de Amón (“eres por tu nación de mi estirpe” respondió el Dios, consultado el oráculo). Y según el persa Firdusi, Darío y Alejandro eran hermanastros. En todas partes será considerado del país y su soberano natural. La apropiación egipcia e irania de Alejandro es solo posible por la amplitud excepcional de la visión del Alejandro histórico que borra los límites estrechos de una etnia, sobrepasando los prejuicios de sus contemporáneos. “Yo no hubiera venido a Asia si no pensara que esta me pertenecía”, palabras de Alejandro. Reconocido por los persas como rey del universo civilizado. “La gloria de los persas se ensalza de nuevo”. En el Irán actual, a pesar de la destrucción de Persépolis por un Alejandro embriagado (también los dioses se embriagan) es una figura mirada con simpatía, que no suscita inquina. En el pensamiento de Alejandro deja de haber bárbaros. Durante unos breves años él abrió una primera Eurasia que no era ni griega ni persa. Bajo el rey universal los pueblos, con sus reyes particulares, conviven y se mezclan: matrimonios masivos de macedonios y persas, el mismo Alejandro se casa con una hija de Darío y con la de un noble persa. Aplaude que sus generales se vistan a lo persa y él mismo adopta el ceremonial de la corte de Darío y aprueba la proskinesis, que ante él se inclinen sus macedonios. Lo que provoca la incomprensión de sectores del ejército, habituados a la democracia de las armas y no entienden que Alejandro está en otro plano de la historia universal y encarna una concepción grandiosa de la que la proskinesis es uno de los signos de reconocimiento.

Impulsa también Alejandro el aprendizaje recíproco del griego y el persa entre sus soldados.

Si esa Eurasia entreabierta, integradora de pueblos y culturas, hubiera podido consolidarse, por haber tenido la vida de Alejandro una duración normal o, simplemente, cuando murió en Babilonia, la capital (“la puerta de los dioses”) hubiera un sucesor a la altura del horizonte que contemplaba Alejandro, quizá entonces se hubieran podido evitar los seiscientos años de lucha entre romanos primero y de después bizantinos contra partos y sasánidas, siempre con el peligro de la frontera oriental en Mesopotamia. Pero habiendo premuerto Hefestión, no encontró a nadie a quién designar rey universal.

Según la leyenda Alejandro nació en un momento de plenitud del cosmo. Aún muchacho, se encuentra con Bucéfalo, “cabeza de toro” caballo indomable, comedor de carne. Pero el equino reconoce al hijo de Zeus y se somete con total mansedumbre y fidelidad. Claro que también Alejandro es consciente de lo que está llamado a hacer bajo la luz del Sol. Y responde a los enviados de Darío que exigen el tributo macedonio: “después de engendrar a Alejandro, Filipo no paga tributos”. Las conquistas militares de Alejandro y sus grandes hechos históricos son conocidos así como sus consecuencias. No nos detendremos en ellos. Mencionemos solamente, en vida de Alejandro, la fundación por Asia occidental y central, hasta Afganistán de numerosas alejandrías. La última, Alejandría Esxaté. La principal, como todo el mundo sabe, la alejandría de Egipto, llamada a un excepcional destino. El Dios Serapis anunció a su fundador que su nombre jamás nadie podría cambiarlo. Y, después de la muerte de Alejandro, los reinos de los diádocos, el Egipto de los tolomeos, el Asia seléucida, los reinos grecobúdicos, la existencia actual de pueblos que se declaran descendientes de griegos y macedonios. Y la edad helenística, con los intercambios de toda clase, viajes y exploraciones, el horizonte de una nueva geografía.

En el plano histórico es dudoso si Alejandro pensó en algún momento en dirigir su ejército a Sicilia y la magna Grecia y contra Roma y Cartago. Uno puede especular que un ataque por mar y tierra de Alejandro contra Roma, tendría el apoyo de las ciudades etruscas y de otros pueblos sometidos en la península y que la ciudad no hubiera podido resistir al macedonio. Cien años después Aníbal puso de rodillas a Roma, aunque no se decidió a atacar directamente a la urbe y parece claro que el ejército macedonio era superior a los mercenarios de Aníbal. Pero es mejor no seguir con los futuribles de una victoria de Macedonia. Las consecuencias serían muy diferentes dependiendo de la actitud de Roma, acatamiento o resistencia.

Novecientos años más tarde, los generales Belisario y Narsés de un emperador de Constantinopla con un ejército euroasiático de germanos, tracios, isáuricos, hunos… conquistó Cartago e Italia, no a cartagineses y romanos sino a vándalos y ostrogodos.

Para la leyenda de Alejandro no hay duda alguna. Los macedonios se presentaron en Cartago y en Roma. A los cartagineses les dijo Alejandro: “u os hacéis más fuertes o pagáis tributo a los más fuertes que vosotros” y añade la leyenda “besáronle la mano los Reyes de Occidente como a su señor natural y le prestaron vasallaje”. Roma reconoce su realeza universal. Las cohortes de los romanos se humillaron ante él y al tiempo que lo sahumaban iban diciendo “que muchos sean los años del rey Alejandro”. Y finalmente llegó a la orilla del río Océano y no pudiendo pasar más adelante fue a Inglaterra. No se trata, repito, de fantapolítica. La leyenda en esta parte piensa y realiza las posibilidades históricas abiertas por las acciones de Alejandro y que por su muerte temprana no pudieron ser realizadas. Y ese pensamiento y esa realización son lógicas y racionales y por tanto gravitan poderosamente sobre nosotros. Pero la leyenda no va más allá, no piensa lo imposible (imposible por ajeno al horizonte de Alejandro) y por ello, no suspendido por su muerte, no habla de celtas y sobre todo de germanos, Alejandro no cruza el Rin ni se adentra en las selvas germánicas.

En otras partes suyas la leyenda penetra en un horizonte ajeno a Alejandro pero no al de ella, como cuando después de vencer al indio Poro visita a Kandace, reina de Beroe, visita llena de aventuras y que ocupa amplio espacio en la leyenda. En realidad Kandace es el título de las reinas de Meroe, en el Sudán, al sur de Jartun, el país de los faraones negros, una potencia en la época de Augusto, durante cuyo principado hubo una reunión de alto nivel internacional entre romanos y meroítas (Isla de Samos, 19 ane.) para fijar al sur de Egipto las fronteras entre ambas potencias. Otra gesta histórica atribuida a Alejandro y que responde a intereses posteriores es su viaje al país del Sol (?). Allí encuentra a las tribus impuras y deformes, descendientes de los hijos de Jafet. Asqueado de su depravación las encierra en los confines del norte, sacándolas de las tierras de Oriente. Con ayuda divina aproxima dos montañas y coloca entre ellas puertas de bronce. Una doble muralla a Oriente y a Occidente cierra el espacio donde quedan recluidos esas tribus impuras. Un mecanismo en las puertas hace que cuando el viento sopla diga “Alejandro, Alejandro” y el terror invade a dichas tribus. Allí continúan y saldrán el último día de la duración del mundo, quizá no lejano. Algunos de los nombres son sorprendentes: sármatas, libios, jonios, y godos al lado de cinocéfalos y otros.

Esta geografía euroasiática la recorre Alejandro histórica y legendariamente consciente siempre de sus ilustres antecesores y en competición con ellos, sobre todo con Dionisio y Herakles a los que supera en la India con su triunfante poliorcética en Aora. Y su visita a Nisia, la sagrada ciudad de Dionisio, sita en altísimo monte. Allí oye una voz que en griego le avisa de su desmesura al tiempo que se oye una suerte de tormenta que parece anunciar el cortejo de Dionisio. En el país de las Amazonas, al contrario que Herakles, no lucha con ellas, se contenta con que se muestren ante él, con lo que satisface su curiosidad, y con que acaten su poder superior.

En Troya visita las tumbas de Aquiles y Héctor y vierte incienso sobre las mismas. Como regalo recibe la coraza de Héctor. Y penetra en el río Escamandro como otra Aquiles. Se baña en las frías aguas del río Cindo como Mao en el Yangtsé kiang veintitrés siglos después y en Jerusalén le entregan la espada de Goliat.

Vemos como todas las batallas anteriores y demás situaciones históricas significativas se repiten y realizan de nuevo en Alejandro, de otra forma y con otro alcance dentro de su estrategia de monarquía universal.

III

Pero Alejandro, a su formación militar, con su padre Filipo, une su formación cultural griega con el maestro más excepcional que le pudiera ser asignado, Aristóteles. No podemos leerlo como una noticia más. Si lo pensamos, es una conjunción histórica increíble, mucho más que la visita a las Amazonas. El joven Alejandro y el filósofo Aristóteles frente a frente! Quien pudiera estar presente en una de las clases! Y Alejandro que encolerizado o embriagado puede cometer actos de barbarie como la destrucción de Tebas o el incendio de Persépolis (y de los que se arrepiente rápido) se inclina ante los grandes poetas y pensadores. En la demolición de Tebas salva la casa de Píndaro, respeta a Diógenes y a los gimnosofistas y salva a Atenas, insurrecta. Recordando en la destrucción de Tebas el papel jugado por la lira de Anfión en su fundación, obliga a Ismenias a tocar la flauta mientras arde Tebas. Y a un mal poeta que se ofrecía a cantarlo, responde: “prefiero ser el Tersites de Homero (soldado grosero del ejército aqueo que sitió Troya) que Agamenón por ti cantado). Y a un versificador que le ofrecía sus poemas “recibirás una moneda de oro por cada buen verso, pero también un tirón de orejas por cada uno malo” lo que provocó la inmediata retirada del poetastro. Pues es propio del hombre sensible y cultivado aborrecer a esa seta abundante y venenosa que es un mal poema como del jefe audaz odiar la cobardía.

IV

Decíamos al comienzo de este breve ensayo que el pothos de Alejandro, esa aspiración ardiente a la lejanía inalcanzable, a lo infinito, el no saciarse nunca ni encontrar la paz con lo ya realizado, ha sido bien captado por la leyenda. Agotada la humana geografía, la leyenda lo lleva por otra imaginaria cuya ubicación no se precisa muy bien: puede estar en lo más alto del éter, en el fondo del mar o, partiendo de una realidad precisa a través, días de marcha, de dificultades sin cuento y de densas nieblas y oscuridades, se alcanza aquella. A veces se encuentra una puerta en un lugar conocido y que conduce al mundo de las sombras, por ejemplo la nékuia de Alejandro a la caverna o cueva en tierras de Béroe donde dialoga con el faraón Sesostris, y con los reyes Darío y Poro. En general no hay una distancia imposible al paraíso, a la tierra de los bienaventurados, solo detienen a Alejandro los presagios y las injunciones divinas pero él va de la geografía humana a la paradisíaca y retorna con la misma naturalidad con que nosotros leemos esas aventuras. Asciende a lo más alto con un ingenioso artilugio y con un no menos ingenioso batiscafo desciende al fondo del mar. Caminando la superficie de la tierra llega a la proximidad del paraíso. Antes ha llegado Herakles con cuya columna e inscripción se encuentra. También con su tumba. La columna de Sesostris advierte de no seguir adelante. Continuamente seres alados, oráculos, voces le advierten de que deje de oponerse a los dioses y que no pretenda ascender por las rutas del cielo. En el santuario de Delfos una voz del trípode parlante, dedicado por Creso, le interpela: “Herakles, Alejandro! Tú que eres mortal no rivalices con los dioses”. También: “desiste Alejandro no sea que por investigar el abismo pierdas la vida”. “Regresa, pisa la tierra que te fue dada y no te fatigues en vano. Te reclama el Oriente, someterás a Poro”. “No comprendes las cosas de la tierra y quieres comprenderlas del cielo? Vuelve!”. Ante tanta advertencia que también lo informan de la brevedad de su estancia en la tierra, Alejandro regresa, no sin antes ver desde la altura, dirigiendo la mirada hacia abajo, un círculo diminuto y una serpiente gigantesca en torno a él enrollada, la tierra y el océano uróboros. Así, veintitrés siglos antes que los cosmonautas soviéticos o americanos, vieron la tierra desde el espacio y a una distancia mucho mayor, los ojos de un semidiós, una mirada incomparable con lo de aquellos. Y dejó una inscripción como antes Herakles, pensando que ha llegado al fin de la tierra: “los primeros en llegar al país de los bienaventurados vayan por la derecha si no quieren perder la vida”.

Y en esta geografía fantástica o paradisíaca, reino del milagro, encuentra los más extraños y monstruosos seres, animales, aves, peces, plantas que también desbordan en parajes alejados y mal conocidos de la geografía ordinaria, v.g., lugares apartados de la costa del mar Rojo.

V

Cuanto más se acerca la fecha del final, recibe Alejandro oráculos cada vez más numerosos de que pronto abandonará este mundo. Siempre había querido conocer el día de su muerte pero la respuesta obtenida fue siempre la misma: “es bueno que el que vive no sepa cuándo ha de morir”. Pero también los dioses le auguran un gran destino cuando se aleje de los hombres. En Egipto, Serapis: “tú, convertido en Dios, serás adorado después de muerto”. Y en Delfos, el trípode profetiza: “el eco de tus hazañas llegará al umbral de los dioses”. No en vano, ya en vida sus contemporáneos vieron algo divino en su figura, así cuando vestido con la ropa de Amón se presentó de incógnito en la ciudad campamento de Darío, los guardias pensaron que llegaba un Dios.

Los oráculos sobre su muerte son cada vez más explícitos, del “pronto estarás lejos de los hombres” y “esfuerza tu corazón para dejar el siglo y venir al sitio que tienes destinado” al anuncio que ha entrado en el último año de su vida terrestre y de que encontrará la muerte en Babilonia.

En su pothos sin límites, Alejandro, sin embargo nunca tuvo el objetivo de buscar la fuente o pócima milagrosa de la inmortalidad, como Gilgamesh o Ponce de León. La vitalidad de su juventud y su curiosidad sobre lo existente eran demasiado grandes para pre·ocuparse con tal hallazgo. Mas en la proximidad del país de los bienaventurados, su cocinero, al lavar en una fuente los peces para comer, estos saltaban vivos. Él y una hija de Alejandro a la que amaba bebieron de ese agua y se convirtieron en una divinidad marina y en una ninfa, desapareciendo, inmortales, en las aguas. Una serie de casualidades impidió que Alejandro bebiese de ese agua, semejante en la infortunia a Gilgamesͮ que no pudo comer de la planta extraída del fondo del mar por mor de una serpiente.

Uno de los últimos oráculos le precisa la causa de su muerte: “rey Alejandro, pronto vas a morir a manos de los tuyos, ya están cumplidos los años de tu vida”.

Babilonia, puerta de los dioses. Alejandro ha sido envenenado por su copero mayor que seguía instrucciones de un general, temeroso del castigo real por sus fechorías. El médico solo logra prolongarle la vida por un corto plazo. Descubierto el copero, Bucéfalo, el fiel caballo, lo destroza a coces y mordiscos. Alejandro redacta su testamento que comienza de esta forma: “nosotros que hemos sobrepasado las columnas fijadas como límites por nuestro antepasado Herakles y que nos hallamos a punto de alcanzar nuestro destino…” y en este momento supremo no encontró a nadie, a quien legar el imperio universal, entre sus comandantes. Solo Hefestión, ya fallecido, pudiera haber sido digno de la designación, y los diádokos, presos de sus pequeñas ambiciones, carecían de una gran visión y de objetivos dignos de Alejandro. Recordemos aquella respuesta de Alejandro a Parmenio, al ver este posible la aceptación de una oferta de paz de Darío: “yo, si fuera Parmenio, también aceptaría”.

Todo el Ejército desfiló ante su lecho de agonía. En el momento de morir, se vio el descenso al mar de una gran estrella, acompañada de un águila. Se extendió la oscuridad. Bucéfalo, lleno de dolor, alzaba sus cascos y sollozaba como otrora los caballos regalo de Zeus ante el cadáver de Patroclo. Y empezó a golpearse la cabeza contra el muro hasta que murió.

El mismo día de la muerte de Alejandro fallecieron su maestro Aristóteles, el cínico Diógenes, y el orador Demóstenes. Su cuerpo mortal fue clausurado en un ataúd de oro macizo, previamente embalsamado, y encerrado en un segundo ataúd de plomo. En un carro de oro y plata, un cortejo fúnebre lo llevó a Alejandría para que descansasen sus restos mortales en la tierra de su padre Amón. La tumba no ha sido hallada como tampoco la de otro gran conquistador, Gengis-kan cuyos restos fueron llevados también en carro a través de la estepa mongola cerca de los montes Hentii, y concretamente del monte Altan.

E igualmente desconocidas son las tumbas de Atila, rey de los Hunos y de Alarico el Grande, rey de los Visigodos, sitas en cauces de ríos que fueron provisionalmente desviados para excavarlos en Pannonia e Italia, respectivamente.

Herakles al comienzo. Alejandro al final; bóveda de toda la historia de Grecia, Dionisio. En cualquier página de esa historia aparecen sus nombres y sus hechos. De los tres hermanos, Dionisio, Dios olímpico, aunque nacido de una mortal que por un catasterismo vemos alzarse en el cielo. Herakles, aunque con tumba mortal, héroe divinizado. O semidiós. E igual destino Alejandro, según las promesas de los dioses. En verdad que hubo de estar presente en el lecho nupcial el padre de los dioses para que apareciesen entre los hombres las figuras gigantescas, desconocedoras de cualquier límite, de los tres hermanos.

(A mi profesor de griego en Lugo, curso preuniversitario 56/57 quien me recomendó el libro de Montero Díaz sobre Alejandro y cuyo nombre, olvidado, no he podido averiguar).

  • “Rusia linda con Dios”

Cuando leí este verso de un gran poeta rumano, múltiples imágenes surgidas con el estudio de Rusia a lo largo de mi vida, con frecuencia una acumulación confusa por la desmesura de la magnitud del objeto estudiado, se inundaron de claridad y comprendí la vertiente, digamos, metafísica de Rusia, metafísica en sentido literal, lo que se encuentra más allá de la física. Y si comenzamos por la pura dimensión física, esta es imponente. La tierra rusa se extiende desde el mar Báltico al Pacífico y desde el Ártico al mar Negro, Irán, Asia Central y China, doblando su superficie la del mayor estado de la tierra. De su posición en Eurasia nace una geopolítica de intereses planetarios, más favorecida aún por el deshielo del Ártico. Y qué decir de los bosques inmensos de la taiga y de ríos como los siberianos que empequeñecen a un Don o a un Volga. Y de la llanura infinita que comienza ya a la orilla izquierda del Dnieper, cuyas aguas atraviesan Kiev.

Ese gigantismo de la geografía física rusa, esa acumulación de cantidad se transforma, diríamos con Hegel, en otra cosa, en lo metafísico de Rusia que eleva, conservándolo, lo puramente físico a un nivel superior, en el que se abren las posibilidades del futuro de probable o, mejor, segura realización en la duración temporal (salvo catástrofe de la especie humana). Este futuro de posibilidades infinitas gravita inevitablemente y poderosamente sobre cualquier pensar (y que sea digno de ese nombre) a Rusia. Ese pensar, en cuanto piensa la relación, “el lindar divino” de Rusia tiene que estar guiado, salvaguardándolo, por el infinito de la posibilidad rusa.

Unos diecisiete millones de kilómetros cuadrados, unas treinta y cuatro veces España. Más allá de la problemática demografía actual, qué crecimiento de la población podría albergar, con sus recursos casi inagotables. Pero no es necesario cuantificar las posibilidades ilimitadas del futuro ruso. Son evidentes, están ahí y van a superar lo pensado. Ellas son parte fundamental de ese “lindar con Dios”, metáfora afortunada del misterio ruso, en el que nace también el misterio de A. Pushkin al que se refería F. Dostoievsky quien añadía “corresponde a nosotros resolverlo”. Y el perfume de la tercera Roma y de la fidelidad a la ortodoxia (Pravoslavie). Y el llamamiento a la igualdad de los hombres de octubre de 1917 que, a pesar de la terrible historia rusa, sigue resonando exigente en nuestros oídos pues la historia rusa, a diferencia de las demás historias nacionales, es, en una parte decisiva, historia nuestra, historia del hombre, sin apellido étnico. Y, manto inmenso, extendido desde Petrogrado a Vladivostok, la “magnífica y poderosa lengua rusa en la que crecen versos (Stikhi rastut, M. Tsavataeva) como crecen las estrellas y las rosas…” y su padre venerable, el viejo eslavo eclesiástico, la lengua sagrada canta en catedrales, monasterios y basílicas.

Por ser Rusia lo que es y además su posibilidad infinita es absurdo pensar a Rusia, ciegos a ese futuro, empleando meros criterios económicos, v.g., referencia al producto interior bruto, y demográficos, en general, limitándose al actualismo más estrecho, y de ahí, deducir la rebaja de su peso a potencia regional y llegando a calificar a Rusia de “gasolinera con armas atómicas”, sin tener en cuenta que la posesión de un armamento nuclear (al nivel de Estados Unidos) y con capacidad para la destrucción del planeta ya es muestra clara de la repercusión mundial del poder ruso.

Esa ceguera de la mayoría de los políticos y analistas europeos es trágica porque proyecta y ejecuta estrategias erróneas en la relación con Rusia y que van a afectar decisivamente el futuro de Europa. Los textos poéticos que siguen a continuación son versos, estrofas o poemas completos, por mí traducidos, de algunos grandes poetas rusos, compañeros de mis horas: Pushkin, Blok, Tsvataeva, Mandelstam, Brodsky…, fragmentos escogidos por vislumbrar en ellos algo de esas posibilidades específicamente rusas y cuya gravedad sentimos poderosa.

Sigue una breve antología de citas, ya traducidas por otros del ruso al español (excepto una traducida por mí del francés) que expresan ideas significativas sobre la historia y cultura rusas, la ortodoxia, el euroasianismo…

Siguen después unas reflexiones sobre una influencia o no de Asia en Rusia y sobre el encuentro de Rusia con la Grecia bizantina, para finalizar con unas breves notas históricas sobre el variado pero al tiempo unitario espacio ruso con especial atención a esa parte del mismo que es el espacio ucraniano.

Unas conclusiones finales piensan las estrategias de Europa en la relación con Rusia, con un acento particular sobre la problemática ucraniana.

Sͮiroka straná mojá rodnája,

mnogo v nej lesóv, ozjor i rek.

Ja drugój takój stranî ne znaju,

gd’e tak vólʾno dîsͮit cͮelovek.

Vasta es mi tierra natal

bosques, lagos, ríos, hay tantos en ella.

no conozco otro lugar

donde tan libre respire el hombre.

V rossii n’et dorog, jest’

Tol’ko napravlenija.

En Rusia no hay caminos,

solamente direcciones.  

Tjutcͮev (1803-1873)

Umom rossiju ne ponjat’

Arsͮinom obsͮcͮim ne izmerit’.

V nej osobennaja statʾ.

V rossiju mozͮno tol’ko verit’.

No se comprende a Rusia con la inteligencia,

No la miden las unidades comunes,

Pues su estatura es singular.

Solo es posible creer en Rusia.

Zimá (Afanasij Fet, 1820-1892)

Cͮudnaja kartina

kak tî mne rodná

bélaja ravnina,

pólnaja luná.

Svjet nebes vîsókix

I blestjasͮcͮij sneg

I sanej daljokix

Odinokij beg.

Invierno

Admirable lienzo,

tan próximo a mí,

blanca llanura,

luna llena.

Luz de los altos cielos

y de la nieve centelleante,

y de trineos lejanos

solitaria carrera.

Alexandre Pusͮkin “El jinete de bronce (Introducción)

(Mednîj vsadnik. Vstuplenie. Literalmente, El jinete de cobre o bronce)

A la orilla de las desiertas olas,

de grandes pensamientos lleno,

estaba de pie y a lo lejos miraba,

delante se apresuraba el ancho río

en el que pobre y sola canoa se esforzaba.

Abrigo del “chujontsa”1 miserable,

ennegrecían izbas esparcidas

por la ribera de musgo y fango,

y no visitado por los rayos,

en la niebla de escondido sol,

un bosque en torno susurraba.

Y pensó:

amenazaremos desde aquí al sueco,

la ciudad aquí será fundada

a despecho del vecino arrogante,

ventana abierta a Europa

donde señaló Naturaleza,

con firmes raíces junto al mar.

Por olas para ellos nuevas,

vendrán hacia acá todas las banderas,

nuestros huéspedes,

y un vasto espacio será cerrado.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Resplandece, ciudad de Pedro,

álzate, inquebrantable, como Rusia!,

contigo se amigue al vencido elemento

y olviden las olas finesas

su enemistad y el cautiverio antiguo

y el sueño eterno de Pedro, nunca

con vano rencor perturben!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Sobre un oscuro Petrogrado

con frío de otoño soplaba noviembre,

y golpeando el borde con furiosa ola

de la obra que lo estrechaba,

el nevá se agitaba, enfermo,

intranquilo en su lecho.

Ya era tarde y sombrío,

enfadada la lluvia en la ventana,

y el viento soplaba triste aullido.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1 Chujontsa, denominación despectiva del finés.

Rusalka (La náyade), A. Pusͮkin

Una vez en verano,

en el umbral de su choza en ruinas

a Dios el anacoreta rezaba,

entonces se ennegreció la robleda,

era humo la niebla en el lago

y roja luna, en silencio, rodaba

entre las altas nubes del cielo.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Miró a las aguas el monje.

Los ojos llenos de espanto,

sin poder comprender…

y ve como hierven las aguas

y cómo de nuevo se calman

y ligera, tal sombra nocturna,

blanca nieve, sobre las lomas temprana,

surge de aquellas una mujer desnuda

que callada se sienta en la orilla.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Al anciano monje observa

mientras arregla su húmedo cabello

el santo monje tiembla de espanto

pero su belleza contempla…

En un instante, fugaz estrella,

un ensueño? Se hunde en las ondas

no durmió el monje, sombrío,

toda la noche, y sin rezar

discurrió entero el día.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

De nuevo los robles con oscuros ropajes,

de nuevo la luna detrás de las nubes,

de nuevo la doncella sobre las aguas

pálida y hechicera descansa.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Llama al monje “monje, monje!”

a mí, ven hacia mí” y se hunde

otra vez en las transparentes ondas,

y todo es silencio en lo profundo.

Al tercer día, junto a la orilla

encantada, el eremita se sienta

y anhelante espera a la bella muchacha,

una sombra se acuesta en el bosque.

A la tiniebla nocturna expulsó el alba,

en parte alguna apareció el monje.

Y solo sus grises barbas

vieron sobre las aguas.

Me elevé un monumento… (Ja pamjatnik sebe vozdvig…, A. Pusͮkin)

Para mí alcé un monumento,

que es ajeno a la mano del hombre,

a él no lo cruzarán vulgares sendas

y una frente indómita alzará más alta

que el obelisco del zar Alejandro.

No, no moriré del todo, a mis cenizas

el alma, en secreta lira, sobrevivirá,

por la podredumbre no será alcanzada

y seré célebre mientras en este mundo

sublunar esté presente un poeta.

Se difundirá mi fama por toda

la inmensa rusia y en su lengua

cada viviente me ha de nombrar,

del eslavo el nieto orgulloso

y el finés y el tungús salvaje

y el amigo calmuco de la estepa.

El pueblo me amará largo tiempo

pues sentimientos nobles

desperté con mi lira y canté,

en este siglo cruel, la libertad

y clemencia pedí para el caído.

A la orden divina oh musa! obedece

la ofensa no temas, no te apures

por la corona, indiferente recibe

alabanza y calumnia

y no discutas con el tonto.

Otoño. Fragmento IX (Osenʾ otrîvok IX, A. Pusͮkin)

Me traen un caballo,

por el vasto espacio abierto,

agitando las crines galopa,

y el hielo se agrieta bajo el casco,

reluciente y sonoro,

resuena el valle congelado.

Mas el corto día muere

y en el hogar olvidado

arde nuevamente el fuego,

una viva luz se extiende,

y leo delante de la llama lenta

o alimento en mi alma

largos pensamientos.

Y el mundo olvido y un en dulce silencio,

por mi imaginación en suave ensueño,

la poesía me despierta, lírica

emoción inquieta al alma, tiembla

y resuena, y busca qué hay en el sueño

y he aquí que hacia mí viene

de huéspedes invisible enjambre,

conocidos antiguos, frutos de mis sueños.

Tarde de invierno (Zimnij vecͮer, A. Pusͮkin)

La tempestad con niebla

cubre el cielo, giran

torbellinos de nieve,

y aúlla como una fiera

o se echa a llorar igual que un niño

o bajo el viejo tejado

de repente en la paja susurra.

O, viajero retrasado, nos llama

golpeando en la ventana.

Nuestra casucha decrépita

está triste y oscura

qué te pasa, viejecita mía,

callada, junto a la ventana?

te fatiga la tempestad que ruge?

o dormitas, amiga,

bajo el zumbar de tu huso?

Los demonios (Besî, A. Pusͮkin)

Corren las nubes apresuradas

desde lo invisible ilumina

la luna la nieve que vuela,

el cielo turbio, turbia la noche,

no tenemos fuerzas para más vueltas.

De repente la campanilla calla,

los caballos se detienen…

“qué hay ahí, en el campo?”

“quién lo sabe? un tocón?, un lobo?”.

Se desata la borrasca

y se lamenta, sensibles

los caballos resoplan

allá, a lo lejos, se desliza,

solo unos ojos en la niebla arden

los caballos desbocados,

din, din, din, la campanilla,

y veo la reunión de los espíritus

en el medio del emblanquecido valle.

A. Pusͮkin

Brillo de plata en la llanura,

picada de manchas ondea la nieve,

(resplandece la luna) una troika

vuela por el camino real.

Canta! En las tediosas horas viajeras,

cuando la tiniebla nocturna se extiende

sobre el camino, son para mí dulces

los natales sonidos de la resonante

y alegre canción.

Canta cochero! Yo, en silencio,

escucharé con ansia, tu voz.

Luz fría de la clara luna,

y el lejano aullido triste del viento.

Canta! Tea, pequeña tea,

es que no arde tu llama?

Encrucijadas (Perekrestki, A. Blok, 1904)

Vago por los muros

del monasterio, sin alegría,

monje sombrío. Apenas brilla,

pálida, la aurora. Acecho

el centelleo fugaz de los copos de nieve.

Ah! Larga es la noche

y lívida la aurora

en nuestro lúgubre norte.

Junto a las ventanas cubiertas

se entregan a porfiados pensamientos.

Es la misma nieve, blanca

y virginal, que la de la eterna casulla,

nieve de la pálida cera de los perpetuos

cirios, de las cornisas en emblanquecidas.

Extraño el frío de esos muros

y el incomprensible vivir en la pobreza

y me espanta la prisión soñada

y la palidez mortal de los hermanos.

Pálida la aurora, la noche, larga,

una hilera de maitines y misas

ah! yo mismo con palidez de nieve

y el pobre corazón tenaz medita.

En la verde orilla

de una pequeña tumba,

es la fiesta de la Anunciación,

canto de Salmos. Con una sonrisa,

sepultaban clérigos de blanco

a una niña vestida de azul.

Todos ellos, con la ayuda

de la voluntad más alta,

en la sangre divina

del padre celestial florecieron

y al cielo ascendía, mansamente,

el incienso, humo parecía

de la tierra verde, no del incensario.

Versos de la bella dama (Stixi o prekrasnoj dame, Alexandr Blok, 1904)

En noche salvaje y sombría

vaga, lívido espectro,

hijo de una profundidad sin fondo,

por los campos de mi patria.

Y esos campos, bajo una niebla

inmensa, oscuros y fríos,

como aparecen extraños.

Solo a veces,

escuchando a Dios,

la hija de la bendita tierra

del palacio natal arroja

fantasmagóricos sueños,

entonces por los campos pasan,

numerosas y apresuradas

las doncellas puras de la primavera.

A. Blok, 1904

Borrasca nocturna de nieve

borró las huellas. -Rosada,

tierna-, clara será la mañana.

Rojas auroras se alzan,

iluminando la nieve

y la orilla se agita

ardiente y clara.

Tras el témpano azul

surgiré al mediodía

y no soñada doncella

encontraré en la escarcha.

A. Blok, 1904

Recorté un cayado de roble

bajo el dulce murmullo de la borrasca.

ropas pobres y burdas, oh!

que impropias de mi amiga!

Aunque miserable,

encontraré el camino

sal, sol helado! por Dios!

vagaré todo el día,

y al atardecer,

golpearé en la ventana.

Con mano alba

ha de abrir la puerta

escondida. Una joven,

ante mí, con trenza de oro

y un alma clara y abierta.

Hay lunas y estrellas

en las trenzas. Bienvenido!

entra mi príncipe!

Y el pobre cayado de roble

brillará con una lágrima


como piedra preciosa.

Marina Tsvetáeva, versos sueltos.

1916  Y oigo, en cualquier parte del mundo,

tempestades y que de nuevo brillan

las lanzas de las Amazonas y yo-

no se detiene la pluma!- Dos rosas

sorbieron la sangre de mi corazón.

1916  Arde para mí el sol

a medianoche! Y ante mí,


a mediodía. La estrella!

se cierran sobre mí. Las ondas.

hermosa es mi desgracia.

1916  En Moscú, mi hogar,

las cúpulas arden

y las campanas llaman,

y las tumbas se alzan

aquí, en Moscú, formando filas,

en ellas duermen zares y zarinas.

Y tú no sabes que en el Kremli al alba

se respira más fácil que en toda la tierra.

1918  Crecen los versos

como la estrella crece

y como crece la rosa,

como la hermosura,


que la familia no necesita.

1920  Lo sé, moriré en el crepúsculo!

en cuál de los dos, junto con uno de los dos,

no lo resuelve el encargo!

ay! si fuese posible que dos veces

se extinguiera mi antorcha!,

un aliento sobre ambas auroras,

la de la tarde y la de la mañana.

Con paso de baile pasé por la tierra!,

hija del cielo!

lleno el delantal de rosas!,

sin alterar un retoño!

moriré al crepúsculo, lo sé!

y no habrá noche de gavilanes

enviada por Dios a mi alma de cisne!

Apartando con tierna mano

la cruz no besada,

me lanzaré el generoso cielo

-último saludo- una ranura de aurora.

M. Tsvataeva

1940  Ya es la hora!

para este fuego, vieja!

más viejo que yo, el amor!

cincuenta eneros, la montaña!

El amor es más viejo,

viejo como un fósil,

viejo, como una serpiente,

más viejo que el ámbar de Livonia

y que todas las naves fantasmales.

Más viejo! que las piedras,

más viejo- que los mares…

pero el dolor que hay en mi pecho

más viejo es que el amor, más viejo.

Osip Mandelstam (incluido en Tristia)

1916  En la polifonía del coro de doncellas

las tiernas iglesias cantan a una con su voz,

y en los pétreos arcos de la catedral

de la Dormición se me aparecen

altas cejas arqueadas.

Y desde el bastión, obra sólida

de los arcángeles, la ciudad contemplo

en prodigiosa altura. Y en los muros

de la acrópolis me consumió la tristeza

por el nombre ruso y la belleza rusa.

No es admirable maravilla

una ciudad vertical, ver como en sueños,

donde cantan las palomas en azul

ardiente y una monja recita

las ortodoxas plegarias?

Es Florencia en Moscú

la Dormición delicada.

Y las catedrales moscovitas, de cúpulas

como cinco cabezas, su alma

rusa y a la vez italiana

me sugieren la aparición de la aurora,

pero con nombre ruso y abrigo

forrado de piel.

1920  Nos encontraremos de nuevo,

en Petersburgo y, entonces,

allí enterraremos el sol

y una palabra, bienaventurada,

sin sentido, pronunciaremos

por vez primera. En el terciopelo

negro de la noche soviética,

en el terciopelo del universal vacío,

no cesa el canto de las entrañable

mirada de las bienaventuradas mujeres


y siempre florecen las inmortales flores.

Cuadernos de Voronez’ (1936-1938)

Todavía me admiro del mundo,

me sorprenden los niños y la nieve

mas la sonrisa es auténtica,

como el camino, ni dócil y servil.

Noche. Camino. Sueño primero,

seductor y nuevo… qué sueño?

Con la ciudad de Tambov, enmitonada

en la esponjosa nieve

o con el río Tsnî vestido de blanco,

siempre con su manto blanco, blanco?

o conmigo en los campos sovjosianos,

aire en la boca cogiendo vida

y el sol-girasol de los terribles

girando delante de los ojos.

Mas allá del pan o del hogar

sueño profundo sueño.

Soñolienta se alza la jornada de trabajo

y se transforma en el Don azul.

Tierra negra (Cͮernozem, 1935)

Respetada, ennegrecida, tan cuidada,

plena de pequeños cuidados,

toda ella aire y atención,

deshilachada, formando coro

húmedos terrones de mi tierra

y de mi libertad…

Días de las primeras labranzas,

negra, hasta volverse azul

y en ella, sin armas, el trabajo crea,

miles de colinas en rumor de arado,

sin duda, algo ilimitado hay

en lo que alrededor se extiende.

1936  Dónde estoy?

qué mal me sucede?

desnuda la estepa sin invierno…

es la madrastra de Koltsov…

bromeas, es la patria del jilguero!

Solo un poco de la ciudad,

reconocida en la helada

solo conversación con ella misma

de la tetera nocturna,

y en el aire estepario

la llamada de los trenes

con el ucraniano decir

de sus prolongadas sirenas.

1937  Miro tan solo el rostro

de la helada. Él, de parte alguna,

yo, de ningún sitio,

y todo, como planchado, sin arrugas

ondula, milagro de la llanura

que respira.

El sol entorna los ojos

sobre la almidonada pobreza,

su guiño es sereno, consuela.

Innumerables los bosques,

casi tanto como aquellos…

y la nieve cruje en los ojos,


como limpio pan, sin pecado.

Josep’ Brodsky

Discurso sobre la leche derramada (Recͮ’ o prolitom moloke, 11-31)

Noche. Callejón.

Helada de asedio.

A lo largo de las aceras

yacen los Cárpatos.

los planetas se balancean,

lámparas por Dios encendidas

en el firmamento, en veneración

a su grandeza, ante un rostro,

que no conocemos,

como en un altar inmenso.

(1-9)

Noche.

Susurro de la nieve cayendo

La pala trabaja sorda la calzada.

En la ventana de enfrente arde

una lamparilla. Estoy sobre resortes de acero.

Solo veo la lamparilla, pero no el icono.

Me aproximo al balcón.

Un caparazón, la nieve en los tejados,


y las casas se alzan, extrañas.

Metropolitano Hilarión “Slovo o zakone i blagodati” (Discurso sobre la ley y la gracia). Kiev, 1049.

Todos los países, ciudades y pueblos honran y glorifican cada uno al apóstol que le enseñó la fe ortodoxa. Alabemos también nosotros… a nuestro maestro y mentor, el gran Kagan de nuestra tierra, Vladimiro, nieto del viejo Igor e hijo del glorioso Sviatoslav… cuyas victorias y poderío todavía hoy se recuerdan y glorifican, ya que la tierra que ellos gobernaban no era una tierra desconocida e insignificante, sino Rusia cuyo nombre suena y es famoso en los cuatro confines de la tierra… amaneció el Alba de la ortodoxia (Pravoslavie)… hacían su aparición los santos iconos… oh tú! [Vladimiro] que te asemejas al gran Constantino… estableciste la fe, habiendo traído la cruz de la nueva Jerusalén, la ciudad de Constantino e irguiéndola en toda tu tierra… tu ciudad Kiev. Salve la ciudad ortodoxa!… Ciudad que resplandece de grandeza, mira las iglesias florecientes, mira a la cristiandad, mira a la ciudad iluminada y consagrada por los iconos, perfumada por el incienso, pletórica de alabanzas divinas y cánticos sagrados”.

Epístola del Starets (eremita) Filovci, del monasterio de Eleazar, de la ciudad de Pskov (1523).

“…Noventa años desde que el Imperio griego fue aniquilado y no resurgirá…” pero “...el imperio romano es indestructible en otro sentido, puesto que el Señor fue inscrito en el [censo del] Estado romano… el actual imperio ortodoxo de nuestro luminosísimo soberano [Basilio III]… que es el único emperador de los cristianos… y director… de la Santa iglesia universal apostólica que en lugar de la romana y de la constantinopolitana está en la ciudad de Moscú… todos los imperios cristianos se han unido al final en el único imperio de nuestro soberano… el Imperio romano. Porque dos Romas han caído pero la tercera está firme y no habrá una cuarta…”.

Crónica de Néstor. En ella se califica a Kiev de “madre de todas las ciudades rusas”.

Nikolai Karamzín (1802): “La gloria fue la cuna del pueblo ruso y la victoria su mensajera… y qué pueblo rompió las cadenas de una forma tan gloriosa? Cuál se vengó de una forma tan gloriosa de sus crueles enemigos?… Sabemos que somos más valientes que muchos pero no sabemos aún quién nos supera en valor… hasta este momento Rusia se ha elevado sin cesar tanto en lo político como en lo moral…”

Piotr Cнadáev (1836): “Mientras tanto, situados entre dos grandes divisiones del mundo, entre Oriente y Occidente, apoyándonos con un codo en China y con el otro en Alemania… solitarios en el mundo…”

Alexei Jomiakov (1804-1860): “Somos el centro de la humanidad del hemisferio europeo, el mar adonde fluyen todas las ideas. Cuando se desborde de verdades particulares, invadirá sus orillas con la verdad general… de la unión del Norte y Grecia nació Rusia. De la unión forzosa del Norte y Roma nacieron los pueblos occidentales. Roma y Grecia terminaron su andadura. Solo Rusia continúa…”

Vladimir S. Soloviev (1853-1900): “El problema del sentido de la existencia de Rusia en la historia universal. Cuál es el principio ideal que anima este inmenso cuerpo? Qué nueva palabra dirá este pueblo nuevo a la humanidad? Qué es lo que desea realizar en la historia del mundo?… La idea de una nación no es lo que esta piensa de sí en el tiempo, sino lo que Dios piensa de ella en la eternidad. La idea rusa no puede ser ninguna otra que un cierto aspecto de una idea cristiana”.

Nikolai A. Berdiáev (1874-1948): “La contradicción y la complejidad del alma rusa probablemente están relacionadas con el hecho de que en Rusia chocan y entran en contacto dos corrientes de la historia universal, Oriente y Occidente. El pueblo ruso no es del todo europeo y del todo asiático… es un colosal Oriente-Occidente… y hay una correspondencia entre lo inmenso, lo ilimitado de la tierra y el alma rusas, entre la geografía física y espiritual. El alma rusa posee la misma inmensidad, la misma aspiración al infinito que la llanura rusa. Rusia en sí reúne dos mundos”.

G. P. Fedórov (1886-1951): “Kiev no es solo la patria de la civilización rusa, es el lugar donde se reveló el auténtico camino de Rusia, que no es la latinidad ni Asia sino el helenismo que el país heredó de Bizancio… durante todos los siglos de su existencia el pueblo ruso ha visto en Kiev su gran sanctasanctórum”.

Fedor Dostoievski (1886): “Si Pusͮkin hubiera vivido más tiempo posiblemente ahora habría menos malentendidos y discusiones entre nosotros… Pusͮkin murió en pleno desarrollo de sus fuerzas y, sin lugar a dudas, se llevó consigo un gran misterio. Y ahora nosotros, sin él, intentamos adivinar ese misterio”. “Para Dostoievski, el ateísmo fluye del propio catolicismo. Ateísmo tirano que arranca al hombre de su pocнva o raíz. Hay una fuerte inclinación ortodoxa en Dostoievski… que defiende retornar a las raíces eslavas ortodoxas, rotas por la reforma de Pedro” (el cual abolió el patriarcado de Moscú). “Elevado contenido cívico y patriótico propio de la literatura rusa en su conjunto… circunscripción de la literatura rusa antigua a la realidad política y social del país… valor histórico documental de la literatura rusa vieja” (Tatiana Drosdov).

M. Laurelle (2002): “La ideología euroasiática rusa, nacida en el exilio de entre las dos guerras y redescubierta en los años 1990, se apoya sobre una visión continental y autárquica de Rusia cuya potencia no se podría mantener si no es fusionando la identidad eslava y ortodoxa del país con el mundo túrquico y cuyo porvenir estaría vinculado a su capacidad de apertura sobre las culturas asiáticas.

Bajo esa vestimenta multiculturalista el euroasianismo resulta ser en realidad una de las expresiones del nacionalismo ruso, en una versión no étnica sino imperialista. Esta característica ha sido violentamente denunciada por los intelectuales no rusos que rehúsan la reificación de que son objeto. la simple existencia de pueblos alógenos en el seno de la ex URSS o de la Federación de Rusia no puede y no debe servir de argumento en favor de una pretendida fusión entre el sentimiento nacional ruso y el de las minorías… el euroasianismo túrquico que emerge desde los años 70… pretendía ser una rehabilitación del papel de los pueblos túrquicos en la historia rusa… para los euroasianistas kazakos, la renovación nacional no significa necesariamente el rechazo de Rusia. Rusia no sería una gran potencia sino convirtiéndose en un estado eurasiático y reconociendo los derechos de su oriente interior musulmán y túrquico… es posible afirmar una identidad kazaka, orgullosa de su turquicidad, con la inclusión histórica y cultural de la aportación rusa… angustia de asiatización y provincialización del país, necesidad de evitar la claustrofobia identitaria abriéndose sobre Rusia sin negar la especicidad nacional… el euroasianismo kazako ignora a Turquía como instrumento de afirmación nacional”.

Formulación poética del mito pantúrquico: “La patria de los turcos no es Turquía. La patria de los turcos no es el turquestán. La patria de los turcos es un país lejano e inmenso, llamado el Turán”.

El mito ya no opera en la escena histórica de modo significativo. Las esperanzas de Estambul con la aparición de las cuatro repúblicas centroasiáticas independientes, surgidas del estallido de la Unión Soviética, se han visto defraudadas por la actitud de estas frente a Turquía: intercambios culturales y comerciales pero en absoluto reconocer a Turquía un liderazgo de “hermano mayor”. Hay que tener en cuenta además la enorme diversidad de horizontes geopolíticos de los estados túrquicos.

En qué medida es Rusia un país parcialmente asiático? De la geografía euroasiática de Rusia no se puede deducir nada sobre la influencia cultural asiática en el mundo ruso. Un componente interior importante fundamentalmente turco y musulmán (pero hay etnias turcas total o parcialmente de fe ortodoxa) paradójicamente apenas ha influido en la cultura y en el lenguaje ruso. Ya en la época soviética el mito oficial defendía que con el paso del tiempo y los contactos cada vez más estrechos entre los pueblos de la unión, iba naciendo un nuevo pueblo y un nuevo tipo de hombre, el pueblo y el hombre soviéticos que hablaba y habla ruso desde Minsk y Kiev hasta Vladivostok. Sin perjuicio del empleo de las lenguas túrquicas y urálicas de la Federación rusa, sobre todo de las primeras, el papel principal del ruso no está en discusión, al contrario son cientos y cientos los neologismos de esta procedencia en las lenguas minoritarias de la unión. En algunos aspectos hay cierto paralelismo en el proceso de romanización de Occidente y de extensión del latín, con supervivencia muy escasa de influencias celtas y la aparición de un ciudadano romano en las nuevas provincias, eso sí, verdadero ciudadano romano sin la vestidura “soviética” del ciudadano ruso en las naciones minoritarias.

Grecia y Rusia. Si Rusia encontró el sentido de su caminar histórico en Grecia, esa Grecia es muy diferente de la Grecia que hemos recibido en Occidente, la Grecia clásica, un ingrediente esencial de nuestra cultura. Que cada uno sea griego a su modo, pero que lo sea (Goethe). Y a ese ser griego lo alimentan el arte, la filosofía, la tragedia… de la gran época del helenismo, y vivimos, con el ejemplo, siempre delante, de las palabras de sus grandes hombres y de los gestos y acciones de sus héroes. Y por eso tuvimos un renacimiento cuando Grecia fue descubierta.

Pero la Grecia por Rusia descubierta fue Bizancio, con su fe ortodoxa, su espléndida liturgia, sus basílicas y sus iconos. Cuenta la leyenda que el rey Vladimiro el grande, de la Rusia de Kiev envió mensajeros a cristianos, ortodoxos, judíos y musulmanes. Y Bizancio fue elegido, habiendo maravillado a los eslavos la brillantez y alegría del ejercicio bizantino de la religión. Desde el bautizo en el año 988 del gran príncipe y de su pueblo, la ortodoxia ha sido un componente esencial de Rusia y de los otros estados eslavos que la adoptaron, especialmente Serbia. Un componente que define la cultura y la vida rusas, emocionalmente vivo, con un poderoso valor identificativo, incluso de la nacionalidad, como ocurre aún hoy en la Grecia moderna donde para la mayoría, ortodoxia y nacionalidad son dos caras de la misma moneda. Y también una gran distancia y desconfianza en relación a Roma y al catolicismo. Fue corriente en su momento en Grecia el dicho “mejor vivir bajo el fez turco que bajo la tiara del papa”.

A causa de esta recepción de Bizancio no hubo renacimiento en las tierras rusas, a pesar de una cierta tendencia renacentista, que no prosperó, en la segunda mitad del siglo XV y en el siglo XVI. Los especialistas señalan, como causas, el aislamiento de Rusia por la consolidación de un poder centralizado que aplastó los movimientos heréticos y que con su ambición de ser la tercera Roma, disminuyó los contactos internacionales.

Pero el factor fundamental, a mi modo de ver, es el dominio aplastante de la ortodoxia en cuyo horizonte (y lo resumo con una imagen) no figuraban las estatuas de Zeus, Apolo o Herakles. Y se puede añadir que el griego redescubierto con el Renacimiento fue el griego clásico mientras que el griego que conocieron los eslavos fue el griego bizantino. No hubo una traducción en antiguo eslavo de la literatura clásica griega. Lo que se tradujo fueron el Antiguo y Nuevo Testamento y la literatura cristiana en griego, incluidas las obras de los padres de la iglesia y de los teólogos de Bizancio así como crónicas históricas bizantinas, hagiografías, leyendas, etc. Inmenso esfuerzo de traducción iniciado por los hermanos Cirilo (S. Constantino) y Metodío y continuado por sus discípulos  sobre todo en Bulgaria y después en la Rusia de Kiev. Pero no hubo una traducción v.g. de Platón o de Aristóteles y sin perjuicio de algún conocimiento muy parcial, por citas o extractos. También hay que tener en cuenta que figuras como el zar Simeón de Bulgaria se educaron en Bizancio y el mismo Simeón devino casi un griego y lógicamente debió tener acceso a la literatura clásica griega, otra cosa es que sus principales intereses estuviesen en la religión y no en el paganismo. El mismo Yaroslav de Kiev pasaba sus horas leyendo y traduciendo del griego en eslavo. Pero el interés central era la ortodoxia transmitida por Bizancio. Cuando en el siglo XVII el patriarca Nikon impuso su reforma de retorno a los orígenes griegos de la ortodoxia (lo que llevó a la persecución de los “raskólniki” o disidentes) aquel afirmaba: “soy un griego” (bizantino).

Aquí quisiera hacer una observación. El que asiste a una ceremonia litúrgica ortodoxa, sea la basílica griega o eslava, se ve envuelto en una atmósfera fundamentalmente de orden estético y también de una cierta irrealidad misteriosa. Uno se encuentra con los iconos frente al iconostasio que oculta, envuelto en la melopea de las viejas lenguas sagradas y en las nubes de incienso, sin afanes pedagógicos de enseñanza teológica. Entre los cantos de la hermosa liturgia y los perfumes que ascienden, uno no negaría la posible aparición de un Dios. En cambio, en la liturgia católica, v.g. de la misa, en un ambiente de proliferación de estatuas de Santos, es el predominio del sermón o prédica del sacerdote sobre la belleza del canto que no se compromete teológicamente, lo que muestra las contradicciones, para algunos escandalosas, del dogma. Grave error de la Iglesia católica de no renunciar a privilegiar el logos (posible influencia de la cultura griega sobre los primeros cristianos) sobre los elementos estéticos, pues ahí reside la raíz de ese crecimiento del ateísmo a partir del catolicismo, según la observación que recogíamos, de Fedor Dostoievski.

Notas históricas sobre Rusia y Ucrania

Desde Kiev se contempla la estepa infinita. El paisaje ruso comienza en la orilla izquierda del Dnieper, que pasa por la capital ucraniana. La pregunta ya ha sido hecha: “does ukraine have a history?” O dicho de otra forma: hay una historia de Ucrania independiente de la historia rusa? No es Ucrania un capítulo de esa historia?

El nombre de Rusia, aplicado originalmente a la Rusia de Kiev (y sin perjuicio de ser una denominación de origen escandinavo), procede del griego que nombró así el primer estado eslavo oriental de nuestra era (antes, siglos antes de nuestra era, sobre las mismas tierras las tribus eslavo-orientales habían fundado el estado de los Anthes). Moscú, fundado al final del siglo XII, era la capital del ducado de Moscovia que sustituyó al Principado de Vladimir-Suzdal (su capital sita al noreste de Moscú) uno de los grandes centros de poder que sustituyeron a la Rusia de Kiev. Con Pedro el Grande el nombre de Moscovia fue sustituido por el de Imperio ruso y, abreviadamente, Rusia con lo que a Ukrania correspondió el nombre de “mala rossija”, pequeña Rusia. El nombre de Ukrania aparece en la crónica de Igor en 1187 y viene de “krai”, palabra eslava que significa límite y que entonces se aplicaba al Principado de Perayeslav más allá del cual comenzaba la estepa fuera del poder de los príncipes rusos y espacio de las invasiones nómadas procedentes de Asia. Precisamente la ciudad se desarrolló a partir de una fortaleza para defender a las poblaciones rusas sedentarias.

La Rusia de Kiev es la fuente de donde beben el cristianismo bizantino y la más antigua cultura los principados rusos y concretamente el de Moscovia. En ese sentido la historia rusa comienza en Kiev, aunque hubo una segunda influencia eslava meridional sobre el estado moscovita, la migración cultural de Serbia y Bulgaria debida a la conquista otomana.

Después de unos dos siglos en los que gobernaron en Kiev los grandes príncipes Ruríkidas, la lucha intensiva de los diferentes rivales llevó a la destrucción de la Rusia de Kiev en el siglo XII. El príncipe Andrey V. Bogoliuvski de Vladimir-Suzdaz el 12.3.1169 saqueó y destruyó la ciudad. El centro se desplazó de Kiev a Moscú, a donde se trasladó el patriarcado de Vladimir en la primera mitad del siglo XIV. Después de la desintegración del estado kievita todo el espacio ruso estaba ocupado por diversos estados o principados que fueron absorbidos por la consolidación del estado moscovita: Nóvgorod, un gran estado que se extendía desde el Báltico hasta los Urales, el propio Vladimir y luego Moscú, Tver, Volinia que se extendía entre los Cárpatos y el Dnieper,… Kiev, después de la derrota de los príncipes ucranianos junto al río Kalka ante los mongoles, es conquistada en 1240 por la Horda de Oro (y vuelta a destruir en 1482 por el Kan de Crimea) desaparece de los lugares principales de la escena histórica, habiendo cumplido su función de transmisora al resto de Rusia de su legado cultural, el cristianismo bizantino. En ese inmenso espacio ruso hasta la consolidación del poder gran ruso en el siglo XV brillan grandes nombres, dignos sucesores de la grandeza kievita: Román de Volynia, Alexander Nevski, príncipe de Nóvgorod y después de Vladimir, vencedor de los suecos en el río Nevá (1240), Dimitri de Moscú, vencedor de los tártaros de la horda de oro en Kulikovo Polje, junto al Don (1380).

Desde el siglo XIV Hungría y fundamentalmente Polonia y Lituania ocupan las tierras ucranianas. Primero Lituania cuyo estado llega del Báltico al mar Negro. Con la unión hacia finales del siglo XIV de las católicas Lituania y Polonia y sobre todo con la unión de Lublin (1569) y el surgimiento del estado de la “rzecz pospolita” crece la influencia polaca, con la persecución de la ortodoxia y la cultura ucraniana y la explotación de los campesinos ucranianos, que pierden el derecho a sus tierras, por la nobleza polaca. En la primera etapa de poder lituano el bielorruso/ucraniano, muy próximos entonces, eran lengua oficial del ducado, situación que acabó con la dominación polaca la cual prosigue la persecución de la ortodoxia y la reducción a servidumbre de los campesinos. El siglo XVII está atravesado por las luchas de los cosacos ucranianos contra los polacos. Solicitada la ayuda de Moscú al zar Alexis, se firma en 1654 el tratado de Perejaslav de unión entre Ucrania y Moscú y que al cabo sustituyó la dominación polaca por la moscovita y luego rusa imperial. La Ucrania unida a Rusia comprendía solamente Kiev y las tierras a la orilla izquierda del Dnieper mientras la parte de la orilla derecha siguió bajo el dominio y explotación polacos, hasta el reparto de Polonia que supuso la incorporación a Rusia salvo la Galicia, que pasó a formar parte del imperio austrohúngaro. El dominio ruso se consolidó con la victoria de Poltava (1709) sobre las fuerzas aliadas suecas y ucranianas.

Hay que tener en cuenta que el sur de Ucrania hasta el mar Negro y la península de Crimea pertenecían desde 1441 al Kanato de Crimea y al Imperio otomano que en 1783 fueron anexados a Rusia. Como se sabe, Odesa fue fundada en 1794 por el almirante José de Ribas al servicio de Catalina la Grande. Territorios que solo en parte habían pertenecido al estado kievita y sin ucranianos étnicos en la época del Kanato. Territorios por tanto puramente rusos, donde se hablaba y se habla mayoritariamente ruso y que incluso las tierras ucranianas lindantes con el mar Negro se denominaron Nueva Rusia. El resto es bien conocido. Dominio zarista y bolchevique que en diversa medida reprimieron las peculiaridades ucranianas, especialmente la lengua. En 1954 Crimea fue anexada a Ucrania por Jruschof, lo que bajo el poder soviético no parecía tener más que una importancia administrativa pero que con el estallido de la Unión Soviética se reveló un hecho trascendental para Rusia, al proclamar Ucrania su independencia (1991).

A la vista de esta breve exposición de los antecedentes históricos, vemos el inmenso espacio ruso sujeto a lo largo de los siglos a invasiones del este, de imperios nómadas que finalizaron en el siglo XVI con el triunfo de Moscú sobre el Kanato de Kazán y de Occidente, las más tempranas de los caballeros teutónicos y de los suecos, después de los polacos que llegaron hasta Moscú y lo incendiaron (1612). En este espacio, siempre amenazado, los diversos estados de los príncipes, en lucha entre ellos o aliados contra el enemigo exterior y participantes todos ellos de una cultura común, de base ortodoxa y bizantina, fueron desapareciendo hasta que quedó únicamente Moscú, raíz del Imperio ruso bajo Pedro el Grande. Únicamente la parte occidental de Ucrania, como resultado del dominio occidental (polacolituano y austríaco) quedó atravesada por la lucha entre la cultura polacoucraniana y la rusobizantina, pero ambas delimitadas geográficamente. De esa parte occidental el mejor símbolo es quizá la ciudad de Lvov, o Lviv, o Leópolis, o Lemberg. Así la historia confirma la geografía, la mayor parte de Ucrania es rusa, cultural y geográficamente. Y solo las políticas llevadas a cabo por la Ucrania independiente, unidas al temor de un despotismo en Moscú, pueden favorecer una opción formalmente ucraniana, de los sectores rusos de población o de alguno de ellos.

Reflexiones finales

Qué se puede deducir de todo lo anterior? En primer lugar, lo absurdo de medir a Rusia por parámetros económicos si solamente ellos determinan las conclusiones. Rusia no es una nación como las demás, puramente “laicas”, el mito ario o germánico ha quedado sepultado bajo las ruinas de la Segunda Guerra Mundial y solo permanece en la música de Wagner. La Grecia clásica es un horizonte cultural de Occidente, desvinculado de cualquier país concreto; su legado, ingrediente fundamental de nuestra cultura europea, puede ser un mito vigente mas exclusivamente con relación a individuos particulares, sin alcance colectivo. Pero Rusia, como país que “linda con Dios” tiene una dimensión sagrada. Los iconos no solo ejercen un poder estético, son algo emocionalmente vivo, como en Grecia o en Serbia, aunque la historia de la primera es laica, sin que la tradición bizantina forme parte de un mito nacional. La historia mítica de Serbia, sin embargo, existe y los iconos son ingrediente de ella, si bien desde la desaparición de Yugoeslavia ha sufrido duros golpes y se halla en trance de desvanecer.

En segundo lugar, Ucrania, desde la Rusia de Kiev forma parte del paisaje histórico eslavo oriental o gran ruso. Solo la expansión lituana y luego polacolituana ha introducido ingredientes occidentales en una zona delimitada por el tratado de Perejaslav (1654) la zona noroeste a la derecha de Kiev. El resto se incorporó a Rusia. Y Crimea y el sur ucraniano, como se dijo, fue una conquista puramente rusa, bajo Catalina la Grande, frente a tártaros y turcos. Una de las consecuencias de la incorporación a Rusia es la multiplicación de los lazos de toda clase entre ucranianos y rusos, familiares, culturales y económicos, siendo hoy en muchos casos la elección de nacionalidad una cuestión de convivencia particular. Por todo ello ningún gobernante ruso aceptará, pasado el momento histórico excepcional de Yeltsin (1991), la pérdida de Ucrania y una cancelación de la historia común, implicada en la política del actual gobierno ucraniano: independencia, incorporación a la Unión Europea y entrada en la OTAN, incluida la instalación de sistemas avanzados de armas en el corazón del espacio ruso. Solamente una independencia limitada como la de Bielorrusia, con el ejército ruso dentro de sus fronteras y revocable ad libitum. En realidad esta independencia bielorrusa poco más es que el estatuto de una república de la Federación rusa. Kadirov en Chechenia y Lukashenko en Bielorrusia tienen poderes semejantes.

Pensemos que en un contexto histórico diferente, Serbia no aceptará la pérdida definitiva de Kosovo, tierra histórica eslava afectada por la emigración albanesa o España, la independencia de Cataluña o de Euskadi. Se ve así lo erróneo del discurso dominante europeo y occidental de focalizar la atención en Putin, la Rusia de Putin, presentándolo como un asesino y un dictador, agresor de un estado democrático con derecho a determinar sus propias alianzas. Putin será lo que sea, por otra parte es el avatar actual de una tradición rusa secular de despotismo. El problema no va de democracia o de derechos humanos, especular con la caída de Putin y su sustitución por gobernantes más homologables por Occidente, no tiene mucho sentido. El estatuto de Ucrania no depende de la naturaleza del gobierno ruso, no es tampoco una obsesión individual de Putin de restaurar “L’empire éclaté” es simplemente que Ucrania es Rusia como Rusia es Ucrania.

Finalmente la presente guerra es una tragedia para Europa, además del sufrimiento de las poblaciones implicadas en el conflicto bélico. Es una tragedia para el futuro europeo la ruptura de las estrechas relaciones entre Europa y Rusia y particularmente, entre Alemania y Rusia. En una situación como la actual, en la que los Estados Unidos giran su atención al Indopacífico y a la confrontación con China, el porvenir de Europa pasa por una parte por la profundización de la unión para llegar a una Europa unida con una defensa común y un ejército europeo, con vínculos sólidos y pacíficos con la Federación rusa, basados en los intercambios culturales y comerciales. W. Brandt inició la política de conciliación con el este, siguieron esa vía grandes cancilleres, Schmidt, Kohl, Schroeder y, en parte, Merkel. El oleoducto Nordstream bajo el Báltico es el punto álgido de esa política. Es falso que la dependencia energética de Rusia fuese un peligro para Europa, siempre pueden estar preparadas otras soluciones, evitando colocar todos los huevos en la misma cesta. Y ya se vio la rapidez de las políticas de sustitución, por ejemplo, en Alemania. Por otra parte, Rusia que siempre ha cumplido sus contratos de suministro de energía, de los que obtiene gran parte de sus divisas, lo sigue haciendo. Incluso en plena guerra y en la medida en que lo permiten las sanciones occidentales. Qué interés podría tener Rusia en la interrupción del intercambio de tecnología y divisas por energía? Y no olvidemos que si escapamos del considerado Caribdis ruso es para caer en el Escyla americano, interesado en el mercado europeo para el suministro de su gas licuado y que a través de la OTAN procura impedir que nazca una Europa de la defensa. Una OTAN cada vez más cara por exigencia USA, inversiones que no redundarán en una mayor seguridad auténticamente europea. Seguirá así el papel subordinado de Europa, sin una gran política propia, sujeta a intereses extraeuropeos, los americanos que limitan las opciones políticas y económicas europeas, v.g., con sus sanciones con eficacia extraterritorial cuando alguna inversión de una empresa europea contradice la política del departamento de Estado. El mejor símbolo de esta claudicación europea es la voladura del “nordstream” así ningún porvenir europeo es concebible y solo se nos ofrecen las vías de retraso tecnológico, del empequeñecimiento y de la irrelevancia económica y política, imposibilitada la estrategia conducente a ser un centro autónomo de poder y de equilibrio en Eurasia y factor decisivo de políticas de paz en la escena internacional. Naturalmente no se trata de afectar las estrechas y múltiples relaciones con Estados Unidos, al contrario, estarán siempre en proceso de intensificación. Se trata solo de equilibrarlas y de sustituir la OTAN por una defensa europea, sin perjuicio de tratados de alianza, al este y al oeste, también con Rusia que sí es evidente que no puede formar parte de la Unión Europea por su magnitud y su naturaleza específica, nada obsta a las más estrechas relaciones. Por todo ello hablamos de tragedia al contemplar las actuales políticas europeas que se resumen en la subordinación a Washington y a una ruptura irreflexiva con Rusia. Nunca hubo en Europa un conjunto más mediocre de líderes europeos, con ausencia de los grandes horizontes y presas de estrechos intereses nacionales. Todo ello ha llevado al aumento de la inseguridad en la frontera oriental, especialmente en los países bálticos, frontera que debía ser, como ya empezó a serlo después de la caída del muro de Berlín, una frontera de paz y de intercambios.

Finalmente, el apoyo europeo y americano a Ucrania en su guerra es insostenible a medio plazo. El americano puede cesar en cualquier momento (pensemos en la futura presidencia de Trump) y el europeo se verá erosionado por su coste y su insuficiencia y también por las contradicciones entre los veintisiete. A parte de impedir u obstaculizar el propio rearme europeo. Por otra parte, los limitados recursos humanos de Ucrania se ven en peligro, no solo por las víctimas de la guerra sino por el cansancio de la población y la huida y deserción de muchos jóvenes que no saben muy bien porqué deben perder su vida. Ya es claro que los territorios orientales incorporados por Rusia como repúblicas federadas y Crimea no serán nunca recuperadas y que Rusia no detendrá la guerra sin sólidas garantías de una Ucrania neutral, sin pertenencia a la Unión Europea y a la OTAN. Y esto es lo máximo a que puede aspirar el gobierno ucraniano, lo que no significa que sea sostenible y con el tiempo lo más probable es un estatuto “bielorruso” que según mi parecer es lo más deseable y conveniente para la paz y la seguridad en Europa. Además si el frente oriental se derrumba, cualesquiera sean los territorios que se ocupen, Rusia no los devolverá y serán incorporados a la Federación.

La segunda parte de “Rusia linda con Dios” dice “y Rumania linda, por desgracia, con Rusia”. No es fácil lindar con un país que tiene fronteras divinas. Lo sabe Georgia o Armenia o los Países Bálticos. Pero si Rusia, satisfechos los intereses de su República, respetó a Georgia que nunca fue un espacio ruso, no se detendrá mientras sus intereses “sagrados” en Ucrania no sean respetados. Con lo cual no actúa de modo diferente a como actuaron o actúan China o Estados Unidos, por ejemplo.

QUINTA PARTE

Paradisíaca

KK, resucitado en sus sueños habita en Paradisos

Los ojos de KK se abrieron y vio, un puro ver, ausente la intención de la mirada, ningún preguntar, ningún pensar, solo imágenes de cosas que se deslizaban en veloz confusión. Doscientos, trecientos mil años pasaron si hablamos en términos terrestres pero, como el tiempo no tiene sentido en Paradisos, nada más que un instante. Entonces todo se fue articulando. Recordó su vida en la tierra, su muerte y el juicio del Hades y la resurrección en sus sueños que le regalaran los dioses infernales. Allá quedara su sombra y ahora aquí, en Paradisos, reunida la inmensa muchedumbre de sus sueños, en ellos y como su señor viviría eternamente. Eterno y sus derivados, de nuevo algo sin sentido en Paradisos. Pero los sueños hablaban un lenguaje que la muerte no mudara y ese lenguaje, súbdito del tiempo, originaba contradicciones y paradojas en Paradisos. Sin embargo, como él y sus sueños tenían el mismo idioma, al no habitar nadie más en Paradisos, no había problema alguno de comunicación. Propiamente KK no resucitara, era el KK soñado por sus sueños y al tiempo su señor con plenos poderes para gobernarlos. Poco a poco (de nuevo una expresión paradójica) logró dominar el ganado salvaje de los sueños, su indisciplina, irrumpían violentos, sin ser convocados, lo que le hizo perder con frecuencia la vida en ellos. Domesticados, lo aceptaron como su señor natural y ya aparecían únicamente como consecuencia de un deseo claramente formulado, claridad que con frecuencia no recaía sobre los detalles de la escena y ahí la libertad de los sueños era absoluta. Aunque KK estaba seguro que en las fantásticas combinaciones de imágenes y secuencias realizadas por sus sueños había una lógica indudable aunque para él desconocida. Veía KK que él era como el director de una película, el actor y el espectador. Sus sensaciones eran como las que uno siente cuando sueña, incluso de espanto, solo el dolor estaba ausente. Pero los sueños eran incomparablemente más claros, transparentes y coherentes al haber desaparecido la bruma del dormir. Se daba cuenta también de que si sus sueños resucitaran y él con ellos, otras personas podrían haber resucitado en sus sueños y por ello KK podría habitar con mayor o menor intensidad ajenos Paradisos, según el grado de proximidad en vida. Naturalmente un KK soñado y que de acuerdo con esa proximidad pasada podría dar lugar a KK muy variados. Habría alguna posibilidad de comunicar esos Paradisos y de encontrarse con sus hermanos soñados? Y de encontrar múltiple y a la vez diferente a una persona amada en los diferentes sueños? No lo sabía, dependería de la intensidad de la relación vivida con esa persona? De momento dejó a un lado esas preguntas y se sumergió en la ebriedad de imaginar escenas que instantáneamente aparecían deslumbrantes, como bajo un sol diurno. Pensar era como soñar. Imaginó una estatua de feldespato verde y un semidiós de verde feldespato le dirigió una sonrisa arcaica desde sus dos metros de altura. Y si lo imaginado era una máscara de lapislázuli, aparecía el sarcófago de un faraón (siguiendo la probabilidad estadística de sus asociaciones oníricas) sarcófago que se volvía transparente para revelar las más extrañas figuras zoomorfas en su interior. Y seguían, según la ley de esas asociaciones, bosques sagrados y en ellos claros con templos rodeados de columnas. En vida KK había soñado mucho, una fuente inagotable de imágenes bajo la luz del sol que no cesaba en la oscuridad de la noche. Sueños e imágenes, viejos o nuevos, combinados incansablemente, introduciendo cambios mayores o menores, a veces un matiz o introduciendo un detalle. Así había más sueños en KK que estrellas en el cielo y la cantidad de sueños resucitados tendía al infinito, con la posibilidad en su nuevo estado, no de soñar nuevos sueños o imágenes no soñados en vida, pero sí de combinarlos o variarlos con material ya soñado, hasta el infinito. Los límites los imponía la propia resurrección. Análogamente a como un determinado segmento tiene una longitud finita, pero internamente puede ser dividido o rearticulado de modo infinito. Y si en el sueño resucitado hablaba alguien que había estado en la vida de KK, este podía expresar todo lo por él hablado, pensado o soñado pero la otra persona únicamente lo hablado con KK o lo que este pensara o imaginara le dijera. Más allá de estos límites, la imagen resucitada de la persona desaparecía y nada más permanecía que una especia de pantalla gris vibrando, como una transmisión interrumpida de televisión.

Aunque domesticados los sueños, nunca lo fueron totalmente, siempre en trance de romper las bridas y de aportar indistintamente el placer o el tormento. Y ello era debido a que en vida KK, junto al mayor resplandor de la imagen había pensado lo más tenebroso, fascinado por las tinieblas, y la resurrección mantenía inalterado el estado anterior a la muerte.

KK, aun habitando Paradisos, ajeno al espacio y al tiempo, vivía no obstante en ellos por la naturaleza espaciotemporal de sus sueños resucitados y a ella se adaptaba Paradisos. Si bien, al ser un espacio y un tiempo oníricos, se contraían o expandían, según el soñar.

KK hacía surgir el día y la noche, de acuerdo a sus deseos, o por asociaciones en las secuencias de su imaginación, días bajo la luz naranja de suaves soles, noches de lunas verdes, las preferidas. Una sacerdotisa salía a la puerta de un templo para recibir a una procesión de hermosas mujeres, jóvenes y maduras, que cantaban himnos, a manera de glosas a las profecías que profería su corifeo. KK se incorporaba entonces a la procesión y al penetrar en el templo lo recibía la sacerdotisa con una sonrisa. “Entra en tu interior” le dice. “Te aguarda la doble imagen de lo más placentero y de lo más terrible”.

Desde el corazón invisible del templo KK pensó en su pueblo natal, Reich an welten, rico en mundos. Deseó ir a él pero lentamente atravesando un mar inmenso. El templo se borró y surgió una fuente que nada más empezar a manar dio lugar a un caudaloso río en cuyas aguas nadó KK, respirando el aire o el agua indistintamente. Las ninfas del río lo rodeaban y alguna lo montaba como a un delfín, rodeándole el cuello con sus brazos. Pronto naufragó en el mar el río, se despidieron las ninfas y ya KK sobrevolaba el mar violeta moviendo sus brazos como alas, o bien avanzando bajo el agua, por túneles marinos, inmensos callejones líquidos. A veces galopaba sobre tiburones o delfines, dejando atrás enormes pulpos azules que cosechaban peces, miradas malignas de calamares gigantes, jardines submarinos y ciudades sumergidas entregadas al sueño pues KK imaginara la noche en el mar, con un firmamento con candelabros de lunas llenas, verdes, rojas, amarillas. Caracoles gigantes en las faldas de montes sumergidos abrían sus puertas para ofrecerle descanso, las medusas lo llamaban desde sus palacios flotantes, iluminados por luz blanquecina. Todo aceptó y probó KK en un larguísimo viaje, una y otra vez imaginado. Después de demorada estancia en la concha gruta de una sirena que pastoreaba salmones, KK imaginó la costa del valle natal y se vio en el estuario del Masma, el río de Reich an welten, lo remontó lentamente y se encontró con su tío César que descendía nadando hasta el mar, cosa que había realizado en su juventud. Como lo imaginó joven tenía el rostro de las fotografías que viera KK pero como su tío de joven no lo conociera no lo veía. KK lo imaginó adulto y a él mismo en sus veinte y fue reconocido, entonces se abrazaron y César prosiguió su hazaña río abajo mientras un joven KK llegaba a Viloalle, alcanzaba la orilla y por la carretera de San Lázaro pasaba junto al viejo cementerio y entraba en Mondoñedo, o por otros nombres, Reich an welten, rico en mundos. Era la hora soñada de un atardecer melancólico de otoño, las calles, imaginadas desiertas, con paso lento se dirigió a la casa materna, atravesó el portal y llamó a la puerta. Sintió los pasos rápidos de su madre por la escalera y cuando abrió se besaron y abrazaron largamente. Así enlazados y respondiendo KK a las preguntas maternas sobre sus estudios suben hasta la espaciosa y cómoda cocina, se sientan y charlan largamente. A veces, en el calor de la conversación KK habla de su resurrección o de la eventual de su madre, entonces la figura materna vacila y se borra y vuelve a aparecer al pedirle un vaso de leche con unos bizcochos. Prosigue la conversación, KK observa las facciones inolvidables de su madre, “su perfil de Nefertiti” le decía. Ahora piensa la media tarde del siguiente día, día soleado de comienzo de verano, KK tiene 16 años y le dice a su madre que va a dar un paseo. Asciende lento por calle Obispo Sarmiento, dobla por Leiras Pulpeiro, y desciende hacia la Catedral como tantas veces en su vida. Bastante antes de llegar a ella se detiene ante una hermosa casa de tres plantas en una de cuyas ventanas se asoma Xea de la que tanto escribió en su libro Beatum Corpus. Su rostro está clavado en sus sueños, melena castaña, ojos verdosos, piel muy blanca con algún lunar, rojo suave en los labios. Agita la mano y sonríe. Ahora estoy en su dormitorio, ella en la cama, apoyada en dos almohadones, vestida de una combinación color rosa y un ligero jersey gris. Descansa sobre la colcha y aparta parcialmente la combinación para borrar un picor imaginario en el blanquísimo muslo moteado de lunares. Me mira como pensando en cosas muy distantes. KK es el muchacho inocente de ayer, tiende los brazos y acaricia sus piernas. KK se inclina, besa sus muslos y hunde su rostro en el velado origen. Las manos de Xea sobre la cabeza de KK la ahondan. Percibe el mismo calor perfumado que hace millones de años. KK prolonga el plano fijo de la imagen, solo alterado por pequeños detalles…

KK ha entrado en un sueño de su infancia. Es ahora un niño de ocho años, se encuentra en una sala del siglo XIX con dos tías bisabuelas, nonagenarias, que eran jovencitas en la guerra francoprusiana. Le cuentan refranes y cantan con voz rota y ronca viejos romances. Pese a habitar Paradisos, o precisamente por eso, KK revive en plenitud el perfume de aquellos tiempos.

KK, muchacho de unos diecisiete años, se encamina por las calles de Reich an welten a la casa de su padre. Media tarde de una primavera ya adulta. Le abre la puerta su prima Alicita. Siempre le pareció su aspecto el de una judía sefardí. Se besan y tras cordial conversación sube hasta el fayado en el que lee y escribe su padre. Está leyendo unos poemas de Su Tung Po. A su lado, sobre el alféizar, una jarra de vino blanco, “Ribeiro”, aclara. “Amo a estos poetas chinos. Me gusta su poesía que florece en la naturaleza, con la música del fluir del agua o bajo la luz de la luna, y también su justicia y humanidad cuando ejercían cargos en las cortes principescas o su alegre vagabundear, si desocupados, satisfechos o sin echar nada de menos pues tenían lo esencial, a sí mismos, amigos, un puñado de arroz, un vaso de vino”. Mediollenó el vaso con el vino pálido amarillo de la jarra, bebió dos grolos y los paseó demorado por la boca, lo tragó y continuó: “quién pudiera volver transparentes estos caracteres chinos, son mariposas que vuelan sobre el papel, leves, sin sentir la gravedad a pesar de su carga poética. Nunca hubo un transporte más hermoso”.

En KK crecieron los pensamientos de entonces. Decía Confucio que si un hombre era capaz de atravesar las cortes de los príncipes, sin perder su libertad y sin apego a su abundancia de bienes, no tenía por qué retirarse a la montaña en soledad para resguardar su independencia y sabiduría. Y para KK, Álvaro Cunqueiro era un tipo humano que gozaba de lo bueno a su alcance pero que si faltaba no lo echaba de menos, complaciéndose en lo esencial, disfrutando de su talento imaginativo y de las cosas sencillas como el vino “nunca falta en tu hombro la mano cálida de un vino amigo”. KK lo vió siempre próximo a esos poetas chinos, alegres vagabundos. “Cómo se puede aburrir un ser humano? La clave es saber mirar. Mucha gente solamente ve y ve y sigue viendo, moviendo los ojos al azar. Pero el ver debe conducir al saber mirar, mirar con atención, y abrir entonces las puertas a la imaginación. Para un ser imaginativo pueden pasar horas mirando el deslizarse de las gotas de la lluvia en el cristal de una ventana. Aparecen ríos en lento fluir que convergen en un amplio cauce. Uno se pregunta entonces por las tierras que se extienden a sus orillas o en las diversas Mesopotamias, por las gentes que las habitan, sus trabajos y sus días, sus ciudades y pueblos, o en qué mares desembocarán las aguas, si serán estas navegables. No hay horas en el día que sobren para un tal imaginar”. KK estaba seguro de que Álvaro Cunqueiro había resucitado y desde su Paradisos venía con frecuencia a Mondoñedo. Pero no había puertas entre su Paradisos y el de su padre. Hasta en el reino del soñar se alzan fronteras. Sueños sucesivos, imágenes como ríos llevaron a KK lejos de Reich an welten o de Rico en mundos, etimología popular de Mondoñedo. O bien las escenas de su ciudad se insertaban en horizontes soñados muy lejanos. Pero KK volvía siempre a las imágenes vividas o soñadas de su juventud, las prefería en su pureza, sin mezcla, en las que una y otra vez caía embriagado. Y siempre, “in locum secretiorem venimus”, aquella casa de piedra y galerías desde la que Xea le sonreía, donde aquellos muslos de canela florecían, guardianes del negro bosque en el que se abría la gruta sagrada, lugar de descanso del fiel, donde toda ansiedad desaparecía. Y siempre, en plenitud de los sentidos, una y otra vez, las imágenes revivían.

Siempre generando imágenes con el material de su vida y de sus sueños, viviéndolas siempre con la fuerza de la vez primera, aún mayor si cabe, al montarlas de formas diferentes, KK veía a Paradisos como un cine donde las cintas por él dirigidas, interpretadas y contempladas, se experimentaban en las tres dimensiones de la vida y alguna más para las que no tenía nombre, nacidas en los sueños. Sí, Paradisos era un cine y la resurrección de KK una serie infinita de películas y para verlas disponía KK de toda la eternidad.


Articulación confusa de las imágenes en el primer momento de KK en Paradisos.

Sacerdotisa que invita a KK a entrar en el templo.


Por las calles de Rico en mundos.

Encuentro de KK con su madre.

  Xea en la ventana.

Los muslos de Xea que guardan su origen se transforman en los sueños de KK en arbolada avenida que conduce a su residencia en Paradisos.

SEXTA PARTE

Miscelánea

  1. Género gramatical en la lengua arawak (Colombia, Venezuela, las Guayanas)

La categoría del género se organiza según una doble oposición donde un término no marcado (no masculino, no plural) se opone a la vez al masculino y al plural. Este término genérico y no marcado se denomina femenino porque codifica los seres humanos de sexo femenino pero incluye también entidades animales de sexo no especificado, los animales, v.g., así como las entidades, animales o no, cuyo sexo no se especifica. El campo de aplicación del femenino es pues extremadamente ancho y se define mejor como un neutro indiferenciado, tanto desde el punto de vista del género como del número”.

Hay un morfema i para el masculino y otro o para el “femenino. “Se podría pensar en antiguos clasificadores nominales bien atestiguados en la región amazónica”. Tenemos, por ejemplo, li wadi.li frente a to hiya.ro (el hombre y la mujer).

(M. France Patte, 2008)

  • Desigualdad histórica de la mujer y su justificación.
  1. Ley del Rey Numa de Roma que imponía a las mujeres abstenerse del vino.
  2. M. Porcio Catón (195 ane.): “etxemplo simul, pares ese coeperint, superiores erunt (mulieres)”.
  3. Cicerón:si puella nata biceps esset, seditionem in popolo fore, corruptelam et adulterium domi”.
  4. Santiago Montero Herrero:la medicina, incluso en época imperial [romana], consideró siempre la histeria como una enfermedad típicamente femenina, pues se creía debida al desplazamiento del útero. Eran las viudas las más expuestas a esta enfermedad causada, según se creía en el imperio, por una retención de las menstruaciones y del semen”.
  • Si el gobierno talibán de Afganistán tuviese conocimientos de las antigüedades romanas, estoy seguro de que adoptaría, para alzarla en las vías públicas, la estatua de la diosa romana Angerona para recordar a las mujeres la reciente prohibición de su voz en el espacio público. Angerona, divinidad protectora de Roma, era representada con la boca cerrada y sellada. “Con el dedo sobre la boca íntima el silencio”. “Ore obligato obsignatoque, simulacrum habet”. Su festividad (21 de diciembre) coincidía con el solsticio de invierno.
  • Año cultural frente al año astronómico.

Levi-Strauss: “Les cheyenne faisaient commencer l’année à la fin de l’automne et ils énuméraient dans l’ordre le mois de la chute des feuilles, celui où le fœtus de bison grossit, celui où les loups courent en bande, celui où la peau du fœtus de bison prend couleur, celui où elle se couvre de poils, celui où les femelles mettent bas, etc.

  • Fórmulas de comienzo o final de cuentos en las diversas lenguas

Vasco (final de cuento): hori horrela ba.zan (eso así sí-fue, si eso fue así) sar dadi·la (que se meta) kalabaza.n (en la calabaza).

Komi (familia urálica) (final de cuento): ov.nî-vîv.nî kučis.nî da (comenzaron a vivir) o sjoi̯isnî dai̯, juisnî da (comieron y bebieron) öni na bura olönî (ellos todavía viven bien).

Mapuche (Chile): kin̄e rupači (una vez) kuyfi (antiguamente) müle.ke.rke.fu.y (había según dicen). Fao (aquí) af.i (se acabó) tüfa či epeo  (el cuento) o bien: fao fente (hasta aquí) pu·y (llegó) tü-fa cͮi epeo. O bien: fey ţa ţa cͮi epeo ţa tey (entonces es el cuento pues).

  •  A cuántas personas conocemos, especialmente del género masculino, de las cuales diríamos con Séneca:

Nunquam vidi hominem beatum indecentius”.

  • En la antigüedad romana, griega y etrusca se lanzaban proyectiles por diversos artefactos, v.g., hondas, contra el enemigo que contenían inscripciones. Los italianos las llaman “ghiande missile” por su forma: “feri! Pete culum Octaviai…” son algunos de los textos. Sería justo que al primer ministro israelí le destrozaran sus “pudenda” ghiande missile de Hebzbolá, llevando la inscripción “Pete culum netanyahu!”.
  •  Una vez más llega a estas páginas la imagen del dictador norcoreano Kim Jong Un, “el amado líder” de su pueblo. Tercero de la estirpe familiar gobernante, mejor sería designarlo como zar o rey, con poderes absolutos propios del antiguo régimen, poderes a la vista de la foto adjunta, indiscutiblemente merecidos. El zar norcoreano, sentado en confortable sillón, las manos sujetando la mesa, dirige al frente una fija e intensa mirada que contribuye de modo decisivo a asegurar la trayectoria de sus proyectiles balísticos, sin ella, lo más probable es que perdieran fuerza y cayeran. Detrás, las miradas de los generales siguen asombradas la eficacia de los ojos del dirigente supremo que literalmente lo empujan hacia el cielo del Japón. Y para los físicos y matemáticos se abre un fascinante campo de estudios: el del condicionamiento histórico de sus respectivas disciplinas: la matemática y la física como disciplinas históricas.


Seguiremos fascinados las andanzas bamboleantes del gran líder.

  •  Qué es ridículo? Dos ejemplos de lo que considero ridículo, sin intentar definir su esencia:
  1. Es ridículo el cine de Almodóvar cuando quiere ser trascendente, es decir, todas sus cintas con la excepción de su primera etapa underground.
  2. El proyecto de “pensamiento sapiens” del cocinero Ferrán Adrià, con sus universidades de cocina científica. Si se limitase a la artesanía de la cocina tradicional y, en su caso, a su mejora o modernización, mejor sería.

Ambos, el manchego y el catalán, son dos buenos ejemplos de esa “ubris”, o desmesura de querer ir más allá de los límites de uno. Pero en ambos casos es una “ubris” patética, en absoluto trágica.