FEBRERO, 26

ANÉCDOTAS DEL GOBIERNO EN LAS QUE LA DERECHA, SIN TEMOR AL RIDÍCULO, VE ACONTECIMIENTOS TREMENDOS.

En su gira por Europa con natural epílogo en la Casa Blanca el “presidente” Guaidó ha visitado Madrid. Título de presidente que tiene el mismo valor que el de “general” en algunos regímenes militares africanos donde el beneficiario del mismo alcanza la jerarquía máxima desde el puesto de suboficial. El señor Guaidó es el líder visible de la oposición venezolana pero detrás de él se ven los hilos que mueven a esta marioneta con aspecto de Obama del Caribe y que maneja gente mucho más dura, entre ellos, el señor López, acogido en la embajada española en Caracas y cuya esposa y activista estaba al lado de Guaidó en Madrid. Los aires de buen muchacho, sin luces ni carisma, del personaje, caen bien en las cancillerías y en los medios y no asustan como esa derecha agazapada, con vínculos directos con la Secretaría de Estado y con el Pentágono, que espera entrar en el palacio de Miraflores a hombros de los marines, su única posibilidad. Si ello ocurriera, veríamos al Presidente oculto y no al fantoche actual.

No se ha debatido ni apenas comentado en ningún foro el error, enorme error, del Presidente Sánchez al reconocer a Guaidó como su homólogo en Venezuela. Error político. Además de una contradicción institucional. España mantiene relaciones diplomáticas con Venezuela, con un embajador acreditado ante el presidente Maduro. ¿El gobierno español reconoce a dos presidentes simultáneamente? ¿O es un reconocimiento limitado (el de Guaidó) puramente político para impulsar un diálogo y un cambio? Pero el aspecto jurídico no puede ser obviado en ese frívolo reconocimiento ni sus consecuencias de todo tipo, políticas, diplomáticas y económicas. Fue una arroutada, una acción improvisada cuyos efectos perjudiciales no han tardado en revelarse. Y no solo hubo el reconocimiento sino que el gobierno español lo impulsó en Europa que aceptó la decisión española, precisamente por el papel y el peso de las relaciones y vínculos de España con América Latina.

Y es la segunda vez que esto ocurre. Ya el presidente Aznar había protagonizado la “posición común” frente a Cuba, con el éxito de todos conocido. Pero cada nuevo inquilino en la Moncloa parece llegar en plenitud virginal y asumir el liderazgo de las relaciones internacionales con sorprendente frivolidad.

No es necesario extenderse sobre la realidad histórica de los vínculos peninsulares con América Latina (históricos, lingüísticos, culturales, económicos, de movimientos continuos de poblaciones en uno u otro sentido), una realidad de importancia mundial. Y todo hay que decirlo, la imagen americana de España es un factor decisivo de España a escala global. Y sin embargo nunca ha habido una política española definida, coherente y sostenida en el tiempo, más allá de las alternativas de gobierno, enfocada a los países americanos. Por no haber no hubo ni hay un ministerio encargado de impulsar esa política americana (hay de igualdad o consumo, para los que abundaría una Secretaría de Estado). Y la secretaría existente tiene un perfil bajo y accesorio, además de haber estado en trance de desaparecer en la última reorganización ministerial. Podemos preguntarnos qué haría Francia y su francofonía si poseyera esta riqueza americana, la respuesta no ofrece dudas. Por consignar una anécdota, que en realidad no es tal ya que las relaciones culturales entre los pueblos son un factor de enorme magnitud. Leía recientemente que parte del esfuerzo reciente en el estudio de la Normalización y revitalización de las lenguas precolombinas, ha sido financiado en parte con aportaciones del extranjero, por ejemplo, Noruega en el caso de los idiomas maya de Guatemala. ¿Realiza sistemáticamente algo semejante España (como sería ineludible y fuera de excepciones aisladas con ocasión del quinto centenario del descubrimiento)?

Volviendo a la frívola política de Aznar y de Sánchez. Sus errores no fueron cometidos ni siquiera por un dictador siniestro e inculto como Franco pero que, sin duda, percibía mejor que sus sucesores democráticos, posteriores a Zapatero, la realidad iberoamericana. Quizá recordando los envíos de trigo argentino de los años cuarenta mantuvo, frente a la presión de los EEUU, las relaciones económicas con Cuba. Los frutos están hoy a la vista. Y las diferencias ideológicas abismales del castrismo con la España franquista no impiden la memoria agradecida (que el propio Fidel expresó) recordemos, en el ámbito de sus competencias, la política cubana del presidente gallego Fraga, amamantado en el seno de la dictadura. Así se teje una urdimbre histórica, una memoria común de relaciones entre los pueblos que crea una enorme gravitación. Más allá de los gobiernos efímeros y de sus particulares preferencias, las naciones permanecen y a ellas deben apuntar las políticas, por encima de frágiles coyunturas. Y salvo el caso de gobiernos monstruosos (v.g., Tachito Somoza, Trujillo…) cualquier conflicto interno en un país latinoamericano debe ser considerado por nuestra parte con fina actitud, propulsando el diálogo y la mediación y salvaguardando siempre el futuro. Y no olvidemos que la defensa de los intereses de los sectores desfavorecidos (mayoritarios en los pueblos americanos) es prioritaria en una política latinoamericana de España, aunque esos sectores, por dificultades económicas surgidas del fracaso de políticas progresistas, puedan estar momentáneamente desilusionados y sean por ello presa fácil de la reacción para la que la miseria y la injusticia nada significan. Por ello merece el máximo elogio el presidente Zapatero con su incansable trabajo de interposición y de mediación entre las partes, cualesquiera que sean los frutos a corto plazo y no obstante los insultos e incomprensiones. Él no hubiera cometido el error de Sánchez, error que ahora éste último ha tenido que corregir en parte, y a pesar de la incoherencia, no recibiendo personalmente a Guaidó, tarea que dejó a cargo de la titular de exteriores (y en la Casa de América).

En el plano interno español, la claridad y determinación de una política americana de nuestro gobierno es imprescindible frente a una derecha desatada para la que cualquier incoherencia o insuficiencia de esa política es sabrosa carroña para sus hábitos de hiena. Ahora se alza ante nosotros tricéfala, moderna Hidra de Lerna, con la ventaja para nosotros de que las tres cabezas son mortales. Con la seguridad también de que decapitadas (metafóricamente hablando) de la sangre de las cabezas cortadas no alzará su vuelo Pegaso alguno ni amenazará con su espada Crisaor. Y a esta derecha se ha unido (ya hace tiempo) el presidente González con declaraciones apocalípticas sobre el gobierno de Maduro y trayendo a colación el nazismo. “Nadie podrá alegar ignorancia como entonces” (y como alegó él con los Gal).

La vida, con todas las vicisitudes que comporta, va tallando a lo largo de los años el rostro de los hombres, personas públicas o privadas, y, al final, cada uno tiene las facciones que ha merecido. De un pensador alemán se dijo que cada problema del siglo había dejado una arruga en su frente. El rostro de Felipe, abotargado y con las mejillas caídas, los ojillos hundidos, va revelando sus rasgos definitivos. Un buen ejercicio es la comparación con el rostro de Zapatero.

Venezuela es una metáfora (y mala) de la derecha en la política española. Con total olvido, por poner ejemplos, de los miles de asesinatos anuales en México, o de la violencia asesina de la policía en Brasil (también con miles de muertos), de la corrupción gigantesca en esos países, por supuesto, sin la menor crítica a la violencia privada y pública en los EEUU y a su política exterior en el tercer mundo, con frecuencia terrorista y poblada de asesinatos, ha concentrado su atención en Venezuela, la ha extraído de su ámbito natural de gravitación y la ha trasladado a España para someterla a la gravitación de la política española. Una imagen deformada e irreconocible del país latinoamericano ha sido arrojada como arma contra los progresistas de este país con el apoyo generalizado de los medios. Domina un lugar común y la izquierda vacila y se defiende mal de los lanzamientos de la derecha que por su estupidez no deberían alcanzar ningún blanco.

La visita de Guaidó fue aprovechada por la derecha triple en su ofensiva contra el gobierno. Recepción en un retórico jardín de hipérboles, llaves de oro de ciudades, atronadores presidente, presidente, desmesurados elogios y aún mayores descalificaciones a los adversarios, entrevistas con los líderes conservadores, incluido el de Vox. En mi opinión, el momento más risible, y de mayor ridículo, fue el discurso del alcalde madrileño, un enano en la sombra de Tierno o de Carmena. Por el aeropuerto de Madrid, pasó la vicepresidente venezolana quien tiene prohibido el acceso a territorio europeo por mor de ésa “posición común” impulsada por el presidente Sánchez. Las razones de ese viaje las ignoro, el hecho objetivo es que cambió de avión camino de su destino y que durante unas horas descansó en una sala del aeropuerto. En el curso de su estancia, la saludó y dialogó con ella un ministro del gobierno. La reunión duró un tiempo indeterminado, menos de una hora, lo que, por otra parte, no importa mucho, como tampoco que el espacio de descanso sea territorio español y, por ende, europeo.

Cualquier jurista sabe que una norma admite interpretación para adaptarla a casos concretos, interpretación que corresponde al gobierno español. Así lo entendieron en Bruselas donde la situación no mereció comentario. Por otra parte se trató con la dignidad exigida por su cargo a un representante de un país amigo y con el que mantenemos relaciones diplomáticas normales. Repito, nada que merezca más de una línea informativa.

Inmediatamente los líderes conservadores, especialmente los del PP, con Casado a la cabeza, donde no había nada, montaron un caso de sorprendente ridiculez con acusaciones relativas a la infracción de la prohibición europea y al escándalo de recibir a la política venezolana, poco menos que una represora criminal. En el artificial escándalo contaron con el apoyo de los medios de comunicación, especialmente las TV carroñeras que en su guerra por la audiencia huelen la basura con rapidez y ven la oportunidad de aumentar aquella por lo que aceptan el marco argumentativo de la oposición, desde el que lanzan sus andanadas al gobierno.

Hay que reconocer que tuvieron la ayuda inestimable del gobierno y, en concreto, del ministro Ábalos con su actitud vacilante, contradicciones y excusas tímidas con inútiles disquisiciones de si galgos o podencos. Faltó firmeza, principalmente al ministro, quien debió rechazar la ridícula controversia y poner a la prensa en su lugar, en vez de someterse, coitadiño, por ejemplo al inquisitorial examen de la lamentable señora Pastor con su pequeño y ridículo mundo de hemerotecas, con el antropoide gesticulante de “Al rojo vivo” al fondo. Ya es hora de que alguna vez imiten a Gabilondo, a quien, paradógicamente, llaman maestro. Creo que la calidad de una democracia se mide también por la calidad de su periodismo. Y éste nunca ha estado tan bajo entre nosotros, apóstol de la mentira y del disparate. ¿No le preguntó un quídam a la portavoz del gobierno la razón de no haber sido deportada la vicepresidenta de Venezuela? Si no saben, que aprendan o enséñeseles.

En fin, así es la derecha que tenemos, incapaz de comprender, lo que no abarca su horizonte de tópicos que, simplificando y sin demérito para las Castillas, llamemos mesetarios. De ellos se hallan en estado de embriaguez permanente. Son fruto de una larga historia que ha configurado un álbum de fotos obtenidas con un enfoque muy especial y complejos retoques y eliminaciones. Vemos en ellas, irreconocibles, héroes prerromanos, a Pelayo, el Cid, los Reyes Católicos… Hasta llegar a las abundantes de Franco con un brazo apoyado en la Constitución. Son la fuente de inspiración de sus ministros como los barrigones que cantan “somos los novios de la muerte” pero que se inclinan, criados ante el rey, el anillo episcopal o el departamento de estado USA, sin olvidar el cortejo a los presidentes de las grandes empresas. Por supuesto desconocen lo que es la Política (no sería necesario escribir la palabra con mayúscula, o la política tiene su estatura o no es). Y por supuesto ni han oído hablar de poética.

Un gobierno progresista debe actuar ante esa derecha como si no existiera, rechazar su horizonte de argumentación pues quien acepta el horizonte de los tontos acaba diciendo tonterías. Ningún ciudadano, por demócrata que sea, está obligado a discutir estupideces fruto de la libertad de expresión. Es un virus que se contagia automáticamente con la contraargumentación. Reírles su ridiculez y por supuesto no sentir temor. Es absurdo el miedo y la contemporización tímida que embarga a amplios sectores de la izquierda. ¿Miedo a qué? No hay peor temor o angustia que el que no se origina de una causa concreta o analizable.

Y más injustificable es ese temor ante la derecha si se piensa que detrás de un gobierno progresista está la mayoría de los desfavorecidos que siempre crece, como crece la desigualdad. El único peligro, y lo único que debería causar temor, para un gobierno progresista, es desilusionar, decepcionar a los que en él confiaron y volverlos vulnerables a los cantos de sirena de la derecha, tras los que se esconde un destino conocido. Una derecha que habla de la igualdad de los ciudadanos españoles pero que vende las viviendas sociales a fondos buitres, sin que la justicia tenga nada que decir.

La empatía con los desfavorecidos y la acción resuelta contra la desigualdad y sus abusos tiene que ser el eje cardinal de una política progresista, radicalmente democrática. Y debería haber un ministerio con competencias transversales para atender reclamaciones concretas y urgentes y dar solución a lo inaplazable que no encuentra tratamiento eficaz en la actuación lenta y reglamentada de la administración.

Con una política así es posible, y para su desesperación, mantener alejada a la derecha indefinidamente del poder. Y es lógico, si “los que son más iguales que otros” son minoría frente a la mayoría de izquierdas en este país. La derecha que tenemos, incomparable con otras de Europa Occidental, solo puede ganar unas elecciones generales (además de la ayuda del sistema electoral) al amparo de grandes convulsiones, como muestra la historia de los últimos años: corrupción generalizada del gobierno socialista, que trajo a Aznar, y crisis económica mundial, que nos regaló a Rajoy.

Pero las aguas vuelven a su cauce.

FEBRERO, 26

CUNQUEIRO Y LEZAMA. LA LUZ DE UN MUNDO QUE SE ALEJA.

(La primera parte, de cinco, constituida por “Texto mítico griego”, “Preámbulo” y “Cunqueiro y Lezama, vidas paralelas” constituye la entrada del 23 de enero de este diario).

II. UN MUNDO COMÚN.

Ambos escritores, estrictamente contemporáneos como decíamos con anterioridad, no importa si nacidos en provincias diferentes de Iberoamérica, comparten una coincidente concepción del mundo y una tradición cultural occidental que, en aspectos esenciales, se remonta al Neolítico. Ellos han sido testigos a lo largo de sus vidas del crecimiento exponencial del desarrollo técnico y científico que ha originado cambios decisivos en ese modo de vida milenario y fragmentado, el curso de una cultura común de los círculos dirigentes (piénsese en la rotura de la transmisión de la cultura clásica, por ejemplo, o el fin en Occidente del mundo campesino). Cambios que continúan aceleradamente con la revolución digital, con la genética, con la inteligencia artificial… Lezama y Cunqueiro no llegaron a conocer los ordenadores ni la red de sus conexiones pero eran plenamente conscientes de la “amenaza al mundo armónico del hombre que le ha sido arrebatado”. El cineasta Kurosawa afirmó un cambio en el ser humano que fechaba después de la Segunda Guerra Mundial y, yo mismo, en mi pequeño rincón gallego, he vivido el fin de un “ordo vitae” en el que crecí, fin en el que el desarrollo técnico ha sido el factor decisivo y que de alguna manera ha encontrado al hombre desprevenido y sin respuesta adecuada. Por esas fechas posteriores a la guerra ya afirmaba Heidegger en su “Carta sobre el humanismo” las carencias de nuestra posición para un diálogo con la técnica. Esas carencias, con el increíble progreso tecnológico se han acelerado desde entonces y vemos, como decía el senadoconsulto de represión de las bacanales del año 186 A.N.E. que “Quasi alterum populum iam esse”, otra gente aparece, permanentemente inclinada sobre la pantalla de su móvil, en lugar de seguir el vuelo de la flecha hasta la línea del horizonte, hacia la luz de una nueva imagen. Algo ya sobrecogedor, a pesar de hallarse aún en sus comienzos y que me hace dudar de pertenecer a la misma especie.

Durante milenios, desde el Neolítico, pasando por la antigüedad, hasta el siglo XVIII, la realidad con su extensión y la dirección irreversible del tiempo tuvo como compañera inseparable a la imagen que la corroía y afectaba en sus cualidades esenciales. Las cosas, en parte, eran sustancialmente ellas pero también las imágenes surgidas de sus transportes metafóricos, por la gravitación de extrañas aproximaciones.

Los griegos, sin perjuicio de sus Aristóteles, Tucídides o Euclides, vivieron en la imagen, es decir, en la naturaleza imantada, penetrada por la imagen, “la sobrenaturaleza” lezamiana. Su geografía, por ejemplo, era real y al mismo tiempo sagrada, mítica, o como deseemos denominarla, esencialmente sobredeterminada por dislocación nacida de la metáfora, por la interferencia de órbitas gravitacionales muy alejadas. Pero el tridente de Poseidón que separó a la isla de Eubea o la piedra que le cayó a Atenea y formó el Licabeto o las entradas al mundo subterráneo que podían señalar dónde habitaban no impedían actuaciones y navegaciones eficaces, las enriquecían, así la de los argonautas por el Ponto Euxino, cuando vieron el vuelo de Apolo camino de los hiperbóreos. Y por poner otro ejemplo, el de los siglos XVI y XVII en Europa (con Erasmo, Descartes y Spinoza) fueron los siglos de la alquimia, del gólem, de las brujas y demonios. Particularmente ilustrativo es el caso de la alquimia por la que surge el oro en virtud de la metáfora material de extraer de la soledad de su órbita uno o varios objetos y aproximarlos a la gravitación de otras, operaciones basadas en la previa puesta en común de imágenes. Desde Heródoto y Plinio hasta el emperador Rodolfo no hay solución de continuidad, reina la sobrenaturaleza.

Es desde la Ilustración en adelante, a través de las sucesivas revoluciones industriales y técnicas, hasta hoy, cuando se vuelve irresistible el causalismo de lo sucesivo y lo unidireccional histórico, hasta la revolución digital de nuestros días. Y con el tiempo irreversible las cosas han perdido o casi perdido sus contextos metafóricos (desnudez material del objeto que facilita análisis técnico-científicos exhaustivos pero que muestra también su pobreza) al igual que, v.g., la geografía, privada de su imagen mítica y convertida en paisaje, objeto de las técnicas y ciencias particulares.

Lezama y Cunqueiro eran plenamente conscientes del peligro mortal, de la amenaza fatal de esta evolución para la milenaria tradición cultural de Occidente por la desaparición del mundo en que florecía, de las soluciones de continuidad que nos separan más y más de nuestras raíces culturales de las que estamos siendo arrancados. De seguir esta dinámica, como parece inevitable, las tremendas grietas existentes se traducirán en un colosal hundimiento, la desaparición de un continente y de un modo de ser humano. Y todo este mundo perdido, esta Atlántida, será objeto de estudio de especialistas, sin que haya un Platón que lo evoque poéticamente. En virtud de la conciencia de esa amenaza asumieron con decisión sobre sus hombros una tarea titánica, convertir su obra en una gigantesca “arca de Noé” que salvase del diluvio y del olvido, en la medida de sus fuerzas, esa inmensa riqueza acumulada por la historia del hombre, para decirlo en términos actuales, una asombrosa digitalización de imágenes. En ella podemos ver la “nostalgia por un mundo sin historia” (compatible con la historia, como dijimos entre los griegos) la reimaginación de la naturaleza, la irrupción de un tiempo puramente poético, liberado de toda circunstancia cronológica, un modo de relacionarse los humanos sin la violencia económica, la primacía de la palabra, la defensa de la ciudad pequeña, “una cunca redonda en la palma de la mano”, la defensa del barrio y la vecinería, “el diálogo medieval entre los hombres no deturpado por el mercado”, defensa del calendario tradicional, de los ritos escrupulosamente cumplidos, crítica de la ciudad cíclope o de los petroleros gigantescos como avatar actual de Leviatán. En ambos escritores se encuentran textos hermosos y entrañables sobre algo esencial para ellos como es la agricultura y el mundo campesino tradicional. No importa la autoría concreta. Cualquiera de los dos lo firmaría. Es más, es difícil, fuera de contexto, averiguar quién de los dos los escribió. Cito de memoria, sin entrecomillar, frases de los mismos que me habitan: la creación del campo labrado define a Occidente. Necesidad del campo labrado para el ciudadano (¡extensión de los huertos urbanos!), defensa del sabor y variedad de los alimentos naturales y de la historia de las denominaciones, cuyo conocimiento multiplica aquel. Tragedia de la desaparición del mundo campesino y necesidad de un auténtico mundo rural. Desaparición de la producción valiosa y del consumo sano y bueno. Apego a la cocina tradicional… Textos que nos los muestran como los guardianes de la humanidad palpitante mediante la reconstrucción en sus astilleros, por la imagen, de lo fatalmente perdido.

Con relación a Cunqueiro, se impone releer y pensar bajo esta perspectiva los miles de artículos por él escritos, dejando a un lado lecturas tópicas y claramente insuficientes. Constituyen la población de ese “arca de Noé” antes expresada que cuando baje el nivel de las aguas, puede colonizar nuevamente el mundo. Y no solo eso, en el repensar sus textos nos sale al encuentro un profundo pensar, su pensar poético cuyo perfume brota, con frecuencia, de un exiguo frasco de dos o tres palabras.

Por eso son inexplicables, fuera de un triste contexto histórico, las críticas del tipo “encerrado en su torre de marfil” de las que hablamos en la primera parte. Y que fallan groseramente el blanco. Empeñados en salvar la milenaria creación humana, ¿a qué otra tarea más grandiosa podrían dirigir sus esfuerzos? Ellos permanecieron siempre fieles a lo esencial del hombre. Se ha dicho de Lezama que no era un pensador ingenuo. Evidentemente tampoco lo era Cunqueiro. Ni eran unos espíritus franciscanos recreando inocentes y periclitados horizontes humanos. Ni mucho menos pensadores reaccionarios, opuestos al progreso técnico y al avance tecnológico y científico de la civilización. En absoluto. La ciencia y la técnica no están enfrentadas al ser humano armónico, a un mundo humano, a la poética, sino al uso inhumano de las mismas. Contra lo que están ambos poetas, y su obra en un valladar infranqueable, es contra el economicismo delirante y sus falsos cálculos de rentabilidad, contra cualquier utopía técnica y científica que prescinda del ser humano, contra el crecer desaforado y metastásico de la tecnología como un fin en sí mismo y contra todos los desarrollos que ello supone. Están contra un mundo sin poética.

Son muy ilustrativos, con relación a Cunqueiro, y que revelan claramente su pensamiento en este terreno, varios textos del mismo. En el primero critica una noticia de California según la cual se ensayaba la enseñanza por medio de robós que sustituirían a los profesores. Cunqueiro concluye que la sustitución del maestro por máquinas implica la transformación de los alumnos en robós también, con eliminación de la persona del ciclo de la transmisión del saber. “Rechazo cualquier maestro que no pueda ser bautizado”.

En otro artículo, ya de 1960, “La última máquina” de la serie “El imperio secreto”, los gobernantes de este imperio organizan viajes de inspección por los países sujetos a su jurisdicción con el fin de detectar “puntos de podredumbre”. Los inspectores o nuncios son gente ociosa y erudita, gente humana que ama las flores y las sonrisas. Dejan para el final la visita a las grandes concentraciones industriales, concretamente a la Renault de París, cuyos directores soportaban mal las injerencias de los enviados de la cancillería imperial a los que acusaban de incitar a la vagancia, incapacidad científica y miedo a la máquina por su espíritu poético. Los enviados imperiales, ante el sistema de despido de trabajadores por un sistema electrónico, en función de criterios cuantitativos, sin tener en cuenta circunstancia humana alguna, horrorizados envían un informe en virtud del cual la cancillería imperial decreta que la empresa automovilística es un “punto de podredumbre” en el imperio.

Resulta evidente la necesidad absoluta de una fundación poética para la economía y la tecnología, que es otra forma de decir la primacía del ser humano y que no hay rendimiento ni utilidad sostenible de las mismas que prescinda de esa primacía. “La podredumbre” tecnológica es el camino más corto a la catástrofe. Creo firmemente que el diálogo con la técnica por el que se preguntaba Heidegger, tiene su fundamento en la poética, en “la reintegración armoniosa del ser humano” Desde otro punto de vista, y presupuestas siempre la primacía de las necesidades humanas, la ciencia y la poética, aparentemente sitas en ámbitos muy alejados, encuentran frutos abundantes de una recíproca consideración. Un texto cunqueiriano menciona una cosmología de una secta budista según la cual el universo es una tortuga inmensa que flota en las aguas primordiales y de la que la tierra es el caparazón y el sol y la luna los ojos. No son los monjes enemigos de la cosmología y de la astronomía científicas, pero creen que son una apariencia, formas soñadas, en la medida que el cosmos existe por ser soñado. “Todos nos soñamos los unos a los otros”. Por ello están dispuestos al estudio simultáneo de ambas cosmologías. La moraleja es que de la ciencia fluyen imágenes a la poética y recíprocamente. Las respectivas visiones, traducidas al correspondiente lenguaje científico o poético son de imprescindible fecundidad.

Finalizo este apartado de la relación de la poética con la ciencia y la técnica con el ejemplo de la geografía. No resta un ápice de cientificidad a ésta, la gravitación sobre la misma de la geografía sagrada, es decir, imantada por la imagen. Los linderos geopolíticos de Europa se ven iluminados (y brotan profundas intuiciones) por el norte hiperbóreo y el sur etíope, el oeste de las Hespérides o el este de la Cólquide o la India.

O si nos inclinamos sobre el origen de los pueblos precolombinos, nos conmoverá la mitología de sus migraciones, de los mundos que han ascendido y de sus lugares de emergencia. Cada lugar de la geografía terrestre está dominado por una imagen. En la visión de esta geografía sagrada descansa la imprescindibilidad del viaje, no ya necesariamente real sino la ganancia de una situación desde la que es posible el contemplar. Más adelante hablaremos de ese saber ver de Cunqueiro y de Lezama. Digamos aquí que ven desde un íntimo habitar una tradición humana milenaria, una visión, lo mencionamos en la primera parte, que nada tiene que ver con el movimiento (la inmovilidad del viajero). La profundidad y multiplicidad de las raíces de esa habitación, de la fundamentación de su casa, se nos revela constantemente en sus textos. De ellos resulta la nostalgia por una totalidad irrepetible, y por ello de un valor que supera toda medida y que se halla en trance de desaparición, la desaparición de un modo milenario de ser humano sin que lo que lo sustituya, sea lo que sea, compense la pérdida y, lo que es peor, el olvido de lo perdido que se traduce en la angustia difusa de la ausencia. Ausencia de fundamento del vacío que ocupa el lugar de lo perdido y olvidado. Y sobre todo, de esa totalidad, de ese mundo que se aleja, formaba parte una presencia decisiva que lo conformaba y coloreaba, la presencia de la muerte. La muerte formó siempre parte de la vida cotidiana de Occidente, de nuestro, de mi mundo. En las amplias familias de antes, la muerte, como constitutiva posibilidad de la vida de los parientes reunidos, era una presencia natural. Y los difuntos gravitaban en las longevas habitaciones familiares que habitaron. Las escenas en el recuerdo son estampas de reuniones de vidas en movimiento y de vidas yacentes con el fuego al fondo del hogar siempre encendido. Esa presencia de los difuntos es constante en los textos de Cunqueiro, en la ciudad cunqueiriana donde, con naturalidad, son un ciudadano más. En Lezama, golpeado (cuando niño) por la muy temprana pérdida de su padre, la muerte no se presenta con esa naturalidad cunqueiriana, su presencia es sombra melancólica, una grieta. Se nos adelanta la escena que narra Lezama en “Paradiso” de la cena familiar preparada por doña Angustia quién sabe que en toda reunión de efímeros es necesario tener dispuesto un plato y unos cubiertos para la muerte que está siempre invitada. Todo se lo debe a este invitado el “hechizamiento de las pequeñas cosas”. Por eso será siempre ridícula la ambición delirante de algunos maestros de cocina de ostentar la condición de artista, deformando con esfuerzo su estatura de honrada y tradicional artesanía con los zancos de la tecnología y de la ciencia nutritiva, muy en el horizonte de nuestra época. Con esa evolución científica de la cocina, con sus cátedras y centros superiores culinarios, han cortado las raíces culturales de la alimentación humana y la han convertido en otra cosa, en su nueva residencia técnica y químiconutritiva. En su mesa gastronómica han olvidado que a la puerta llamará la muerte, metáfora perfecta de cualquier cordialidad humana reunida.

Por ello, hablar de un Cunqueiro, “escritor gastronómico”, como una de sus facetas, es una de tantas insuficiencias de una crítica apresurada y tópica, ajena al complejo mundo cultural al que perfuman y dan sabor “los hechizamientos de las pequeñas cosas” enraizadas en milenios de amalgama mineral con la muerte y la melancolía. Y así, cualquier texto lezamiano o cunqueiriano relativo a los alimentos y a su preparación es indisociable de profundos contextos culturales, de situaciones de convivencia familiar o social decisivas para el hombre. Y siempre en la fiesta del lenguaje, en la luminosa explosión de la metáfora.

Y recordemos que la palabra “saber”, y Lezama y Cunqueiro sabían, eran sabios por su capacidad de visión (más allá del dominio de ciencias o técnicas particulares) que les permitía detener “la flecha camino del horizonte” y descomponer su vuelo, procede del latín “sapio” que en principio se refería al gusto de las cosas, luego al hombre de gusto, finalmente al que sabe, cuya casa “rodean campesinos y oficios dichosos” (Lezama). Contexto que nos hace presente el optimismo de ambos escritores, un optimismo hondo, no obstante la presencia constante de la muerte en su obra (con una gran variedad de ropajes en Cunqueiro) y del perfume del sahumerio de la melancolía, optimismo que es consustancial al habitar en el paraíso de la imagen. De la imagen como dadora de sentido a la muerte o, lo que es lo mismo, a la vida. De su ser soteriológico hablaremos en las partes tercer y cuarta de este ensayo. Ahora solo diremos que frente a los laberintos borgianos, se alza la obsesión de Lezama por derribar los muros que segmentan el pensamiento del hombre. Y Cunqueiro, que reconoce al laberinto como lugar de instalación humana, serie de encrucijadas de las que es preciso salir. Pero no se sale en camino recto, a través de encrucijadas interminables, sino por la imagen que aniquila los laberintos, y para la que un camino es todos los caminos, una dirección conduce a todas las direcciones, toda puerta de entrada es una salida. Y ello en virtud de la flecha de la metáfora que, instantáneamente, sin la fatiga de la luz, salva la distancia del horizonte elegido.

Pero para eso es necesario saber ver. Y por saber ver, repito, son sabios Cunqueiro y Lezama. Con referencia a Walter Scott, escribió Cunqueiro, “todo lo que ha sido visto es verdad. Y si W. Scott vio aquellos países y siglos, aquellas damas y aquellos paladines, aquellas flores y aquellas aves, Scott vio y los otros no”. Para W. Scott lo más remoto de lo por él tratado era actualidad. Y, muchas veces, cuando cruza un gran personaje generoso, capaz de hablar con los vivos y los muertos y de dar la vida por un sueño, ¿no es W. Scott quien cruza? ¿No es Cunqueiro o Lezama quien cruza? Y para ver (Lezama) “se necesita la tensión de la oreja alzada del gamo”, la atención más exquisita, aquella que pedía Nietzsche en “also sprach Zarathustra” “O Mensch! Gib acht! Was spricht die tief Mitternacht? Die Welt ist tief und tiefer als der Tag gedacht” (¡hombre presta atención! ¿Qué dice la profunda medianoche? El mundo es profundo, más profundo que lo que el día piensa). Solo con esa tensa atención se puede contemplar lo invisible, es decir, hacer visible la posibilidad de una relación inexistente hasta que la crea el impacto de la flecha en la línea del horizonte. La nueva imagen nos golpea entonces con su necesidad como la vida nueva que nos mira con sus ojos recién nacidos. Cópula metafórica y cópula biológica tienen un efecto semejante: producen un nacimiento, la imagen en un caso y en el otro un ser viviente. Pero ambos nacidos son inseparables, la imagen habita en el carcaj de ese ser viviente con inexorable destino de arquero que permanentemente apunta al blanco. Pero la imagen, como veremos más adelante, es un “peligroso destino” y desde su habitar el paraíso del texto desenvuelve y estira sus anillos de ofidio para alcanzar la realidad física, cotidiana del arquero. Como el jaguar, la imagen no puede ser domesticada.

Escribió Lezama que la carta oscura que entrega la metáfora abre un espacio hechizado. Pero el lugar de entrega, “la línea del horizonte” lo precisan esa atención, ese saber ver: “un sonido, un rostro, una voz o un verbo será suficiente para movilizar un universo que no tardará en manifestarse por medio de la palabra y la imagen” (Iván G. Cruz). “Licario estaba siempre en sobre aviso de las frases que buscan hechos, dueños o sombras… parecen reclamar… una giba o un caracol que las haría sonreír… su aparición de irrupción o fraccionamiento… si oía decir “qué me importa, yo no lo he buscado” lo oía tan aislado y suficiente en su islote, luciendo un orgullo de luciferino rechazo…”

Ese saber ver la profundidad de un mundo, incluidas las grietas y líneas de fractura, nos muestra su irrepetibilidad. Recordemos las hermosísimas palabras de Cunqueiro sobre el mundo de los hombres (en torno a la posibilidad de otros mundos habitados): “¿Por quién? ¿Por el hombre, la mujer, el niño, el caballo, el pantrigo, la paloma, la columna dórica, la rosa, la porcelana china, el vino blanco o tinto, el sifón, los relojes, las lenguas neolatinas, Romeo y Julieta, la salsa mahonesa, las películas de Greta Garbo, una mañana de lluvia, el olor a membrillo, el perro, el vendaval, papeles a tres tintas, retrato de una dama veneciana desconocida?” “Y probablemente nadie responderá (o sabrá responder, añado) a un humano que llegue y diga alegre, ¡buenos días! ¡Vaya mañana de mayo más hermosa!”

O las no menos hermosísimas palabras de Cunqueiro sobre las habitaciones gallegas de esa casa del hombre que se cuartea: “desaparición de las cocinas terrenas, de las lareiras, no se cuece pan en los hornos familiares, las mujeres no amasan la harina de trigo en la artesa. ¿Dónde las benditas almas del purgatorio, las tertulias en la cocina, las tabernas? Y sobre la singularidad del mobiliario de estas estancias gallegas, “las posibilidades de que haya, en la inconcebible pluralidad de las galaxias un astro en el que pueda repetirse la vida, con las formas pasadas, presentes y futuras que ha tenido, tiene y tendrá en la Tierra, son prácticamente nulas. Si hay vida en otros astros será otra cosa, pero no la combinación del abedul y la paloma torcaz, la rosa y la viña, el ciervo y el trigal, la mujer y el aceite, la muchacha que sueña y la música del violín, el niño que aprende el alfabeto y el alfarero que en la rueda hace el vaso”. “Nada volverá a repetirse” asiente Lezama. “Ninguna combinación infinita repetirá una cifra finita, todo está dispuesto para un nacimiento, no para una repetición”. Y el mismo Lezama, en un texto inolvidable, nos muestra también su casa de poeta, llena de luces para la oscuridad que acecha hoy al hombre: “una antigua leyenda de la India nos recuerda la existencia de un río, cuya afluencia no se puede precisar. Al final su caudal se vuelve circular y comienza a hervir. Una desmesurada confusión se observa en su acarreo, desemejanzas, chaturas concurren con diamantinas simetrías y con coincidentes ternuras. Es el Puraná, todo lo arrastra, siempre parece estar confundido, carece de análogo y de aproximaciones. Sin embargo, es el río que va hasta las puertas del paraíso. En los reflejos de sus ondas desfilan el vestíbulo del farero, el árbol de coral, la cadena del ojo del tigre, el Ganges celeste, la terraza de Malaquita, el infierno de las lanzas y el reposo del perfecto. La incesante contemplación va entregando su dualismo, la aventura del análogo y las parejas que se retiran a sus isletas. Un árbol frente a unos ojos, un árbol de coral frente al ojo del tigre, las lanzas frente a la terraza, después las lanzas infernales frente a la terraza de Malaquita”.

Ambos poetas, por el recurso de la enumeración, con sus anillos de parejas y oposiciones, nos muestran la vida y la cultura milenarias del hombre. Recurso éste de la cadena enumerativa muy productivo en una variedad de familias lingüísticas, en las que la designación léxica de un conjunto se efectúa por la yuxtaposición de dos de sus elementos. La enumeración abierta, que puede ser sustituida por una pluralidad infinita de otras enumeraciones en el plano paradigmático, nos abre en la extensión los ojos de Argos y hace que nos broten “orejas de Gamo”. La enumeración es en la poética lo que la definición es en la crítica escolástica. “Toda definición es un conjuro negativo” (Lezama). “Definir es cenizar”. El estudio de las cenizas corresponde a la “crítica forense” (Borges). Pero aquí habitamos “el libre albedrío de la imagen” donde no es posible definición alguna. Solo contados críticos alcanzan la altura de la imagen que nos golpea huracanada. Y recuerdo vi, conmocionado, la imagen que arrojó un genio desconocido, “una luna roja y tumefacta, como el escupitajo de un titán tuberculoso”.

Para concluir esta segunda parte y parafraseando a Lezama. Durante milenios la humanidad creyó en el Paraíso, en la ciudad paradisíaca. Y en el fondo de todo ser humano, no obstante el triunfo de la racionalidad, sigue vivo el anhelo del tiempo reversible, del viaje en el tiempo, la comunicación del mundo con el paraíso, la posibilidad de apariciones o milagros, las poderosas metáforas de las puertas. El dominio de lo causal-histórico y del progreso tecnológico, apenas velan esa dimensión arcaica, constitutiva del ser humano, esa exigencia de aniquilar la distancia de lo heterogéneo en la unidad de la imagen, donde florece la posibilidad de creación infinita.

Cunqueiro y Lezama, desde el mundo tradicional del hombre, bebido hasta la ebriedad, plenamente conscientes de su progresivo hundimiento en las aguas del progreso técnico-científico, saben cómo salvar del naufragio esa nostalgia humana de una antigua armonía, saben que es en la imagen donde reside la compensación de la pérdida y la satisfacción de esa nostalgia. Y el paraíso de la imagen se halla en el texto paradisíaco “El centro del paraíso es la novela” (Lezama). Ahí lo heterogéneo se vuelve apariencia, vestido transitorio de la unidad paradisíaca donde es posible la afirmación de algo y su contrario, donde hay puertas aunque no haya caminos, donde “Licario sabía que no había secretos pero había que buscarlos” o (Cunqueiro) “hay secretos y hay que buscarlos. Pero también nos encuentran” pues “los tesoros quieren ser encontrados y gastados”.

Cunqueiro y Lezama: efímeros dichosos que apresaron el movimiento como imagen en sus textos paradisíacos. No dichosos a pesar de efímeros, sino por serlo. La condición de efímero del hombre es el presupuesto de su vocación de arquero de la metáfora que en el transcurso de una vida mortal le otorga el poder infinito de crear un universo y de dibujar en él las órbitas de esa vida bajo la luz llameante de la imagen. Una inmortalidad “del pueblo que marcha sobre la tierra” lo despojaría de esa esencial vocación de arquero que surge de una carencia original, ni habría lugar para la añoranza del paraíso ni a su creación en el texto por la imagen.

Cunqueiro y Lezama, en sus paraísos respectivos, se me aparecen como evangelistas, evangelistas de la buena nueva de que es posible “la ingenuidad de habitar un nuevo paraíso”, de que cada humano, en la inmortalidad de la imagen, puede salvaguardarlo todo, a los vivos y a los muertos, a sus geografías y a sus tiempos y a las cosas que los amueblan, que la parábola de su flecha llega a todo horizonte imaginable. Sí, creo firmemente que los textos esenciales de Cunqueiro y de Lezama exigen ser leídos como evangelios de salvación para los efímeros, evangelios de nuestra armoniosa reintegración en la imagen.

FEBRERO, 21 VISITANDO UNA EXPOSICIÓN

Un periódico es como la ciudad en la que se edita, también una ciudad, grande o pequeña como aquella. En peso cultural es muy difícil que supere el de su ciudad pero, en cambio, es frecuente que sea mucho menor que el que le correspondería. Este es el caso de Faro (de Vigo). Si uno recorre sus calles, le asaltan multitudes ruidosas, conversaciones anodinas, exposiciones sin mayor interés, conferenciantes tópicos para lo que espera la gente media y la inevitable turba de psicólogos, economistas, nutricionistas, propagandistas religiosos, también el adorno de algún revolucionario jubilado. Toda esta vida, cuando pasan veinticuatro horas, se ha marchitado y ha sido arrastrada por el servicio de limpieza del olvido. Salvo excepciones, que pertenecen a un tiempo pasado, los políticos que gobiernan Faro y, en concreto, su alcalde-director, procuran satisfacer el gusto mediocre de sus votantes-compradores, sin ambición pedagógica alguna. Ambición imposible, por otra parte, pues unos y otros proceden de las mismas filas y si, por milagro, alguien de entre los políticos de Faro pretendiera hacer algo diferente, ahí están los delegados de los órganos de vigilancia de la federación de ciudades en que se inserta. En el caso de Faro, una de las más grises, monótonas y prescindibles, fiel reflejo de sus planificadores privados.-

Ayer, aprovechando el buen tiempo, decidí un paseo por las rúas de Faro. No anduve mucho tiempo, al doblar la primera esquina tropecé con un local de exposiciones en el que se mostraban los últimos hallazgos sobre la adolescencia de un gran escritor. Muy interesado, en la vida y obra del mismo, avancé hacia la sala principal, lleno de expectativas, pero que decepción! El gran cartel anunciador, sito al lado del portal de acceso, mostraba dos fotografías del escritor y de una mujer, que ciertamente no correspondían a su adolescencia, sino a diez años más tarde, dispuestas en una estética de esos programas que a la entrada de los cines de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo repartían entre los espectadores, tal una pareja de Hollywood, unidos por la frase típica de una carta privada del primer amor. Detrás de esta portada el gusto hortera y ridículo del comisario era evidente.-

Ya en el interior las cosas mejoraron algo. Sin embargo la extensión de la exposición contrastaba con la sobrevaloración del material dispuesto que solo al servicio de otros materiales podría tener (y en aspectos no pensados por los organizadores) alguna relevancia. La exposición demuestra a las claras la falta de criterio intelectual tanto en el comisario como en el redactor de los paneles informativos, atentos primordialmente a sobresaltos sensacionalistas y que, gente de lecturas escasas, ni siquiera conocen con un mínimo de profundidad la obra del autor. Otro defecto muy corriente en esta clase de semiletrados es valorar como transcendente cual cosa que aparezca de un personaje y así, hasta un pañuelo usado, lo consideran un resto, extraordinariamente valioso, del ambiente creativo de aquel. No podía faltar un panel de crítica literaria del analista oficial de Faro, autor de una renombrada historia de la literatura gallega en la que el autor, seguidor de las teorías de vanguardia que sostienen que el lugar de interpretación del texto es la biografía política, ha logrado la proeza de estudiar al escritor, objeto de exposición, de tal modo que, el lector ansioso sale como entró, como si la obra de aquel no existiese. Eso sí, con muchas memorias de la guerra civil e incapacitado para cualquier análisis serio por la deformación que le produce, si desprevenido, la fundamental divisoria de aguas en la historia de la literatura gallega del piñeirismo/antipiñeirismo.-

No me demoré mucho para alejar el disgusto que origina la humana estupidez y no sin lamentar el bajo nivel al que ha caído la dirección de exposiciones en Faro, después de la gran época que conocí en mi juventud. Me dirigí, y allí descansé largamente, a la ciudad paradisíaca cunqueiriana, donde hasta los tontos son divertidos y susceptibles de cariño.-

FEBRERO, 21 DE CINE

En lo que va de año he visto cinco películas muy interesantes por televisión. Cierto que no es lo mismo que verlas en la pantalla de un cine pero, al cabo, no soy un crítico que tenga que apreciar detalles que escapan a la T.V., tampoco un apasionado tal del “séptimo arte” que la pasión me lleve a superar la fatiga de salir nocturno y afrontar la lluvia y el frío. Hace ya años que en los meses invernales piso matinal las calles pero la tarde, las largas tardes de invierno, las paso en casa, absorto en el estudio o en la escritura, coronadas, cuando la hay, por una buena película. Las cintas vistas fueron dos italianas: “Los dos papas” de Fernando Meirelles, interesante, sobre todo los diálogos entre el alemán y el argentino, con su recíproca confesión de hechos u omisiones culpables, incluso me conmovió la presentación del surgir de la vocación sacerdotal de Bergoglio. La otra película italiana “La dolce vita” de Fellini, la había olvidado completamente. Me pareció superior a “La gran belleza” de Sorrentino que sin la primera no hubiera sido posible o sido muy diferente.-

La estructura del filme húngaro de Török Ferenc “1945” me pareció muy interesante, con una estética en blanco y negro de película del oeste. Un forastero llega a un pueblo húngaro después de la segunda guerra mundial. Casi toda la película gira entorno a dos hombres que acompañan un carro con una carga misteriosa hacia un destino no menos misterioso. Su simple atravesar la aldea agita un pasado culpable que al ser removido desata pasiones y acciones incontroladas a ambos lados de los caminantes. Al final, las cenizas del pasado van descendiendo a tierra, pero ahí están los soldados soviéticos que nos recuerdan que el largo estalinismo va a comenzar.-

De “Amanecer que no es poco” de Cuerda ¿qué decir que no haya sido dicho?. Brillante y original el guión con sus diálogos, brillantes los actores, espléndido el montaje de las diversas escenas, una película redonda. Desde luego en Almódovar nada alcanza esta calidad, está a años luz de su tan alabada y para mí mediocre e incluso ridícula en momentos “El poder y la gloria”. Para finalizar la lista la película de Oliver Schmietz “Guardián y Verdugo” (Shepherd and butcher) sobre un hecho criminal y su posterior enjuiciamiento en 1987 en la Sudáfrica del Aparthéid tiene escenas terribles sobre pluriejecuciones simultáneas en la horca y la brutalidad del personal carcelario que revuelven las entrañas. Pienso que resulta un eficaz alegato contra la pena de muerte. El patíbulo con los cuerpos de los ejecutados recuerda un matadero de animales. Sin duda los funcionarios están por debajo de cero en la escala de la humanidad, mucho peores que los condenados ¿Y qué decir del plano en que se mueve el tribunal y la fiscalía, al que no llega el estruendo del suelo que se abre o el olor de la soga? Tremendo.-

FEBRERO 4 : EDOKSE TO DEMO

La derecha política, embriagada de la misma estupidez que habita sus tres cabezas, ofreció en la investidura de Pedro Sánchez un espectáculo que no permanecerá en la memoria de los ciudadanos, solo un eco confuso de insultos, mentiras y afirmaciones absurdas que ni siquiera provocan la risa, sino el hastío.-

Durante la retransmisión de la función teatral en la que intervenían los líderes conservadores, imaginaba a Casado, vestido de legionario, con la borla del gorro acariciándole la frente, a su lado el sargento Abascal, sus barbas apuntando visionarias al horizonte. No sé si estaban en el campo de maniobras donde sus disparos, ignorantes de las leyes de la balística, fallaban el blanco o, si de permiso, vociferaban en la taberna donde Cristo dio las tres voces. Es asombroso que unas personas que aspiran al gobierno del estado no fuesen conscientes de su ridículo, el cual alcanzó su cumbre con la señora Arrimadas y su patética búsqueda, como nuevo Diógenes, de un valiente en la bancada socialista, para hacer fracasar la investidura. No quedó claro si habría remuneración para el que interpretase correctamente la situación.-

Entre los entusiastas diputados del P.P. merece mención especial, Adolfo Suárez Illana, el hijo de Adolfo Suárez. Lamentable figura de relumbrón quien, por el gas vacío que llena su interior, fue apartado en el propio partido a un puesto de brillo, como es la mesa del congreso, además de un lugar próximo a Casado en las fotografías, con prohibición de abrir la boca, para que no vuele la inevitable tontería, solamente las lecturas propias de su cargo y aplaudir o esbozar una ligera sonrisa. Su hermosa cabellera cenicienta y la melancolía apagada de sus ojos, su triste figura de caballero español, no son indicación fiable de sus capacidades intelectuales. Pues bien, este fracasado torero y marqués fallido, con ocasión de la intervención de los representantes de Bildu, un partido tan democratico como pueda serlo el P.P. y mucho más estimulante intelectualmente, optó por un gesto decisivo, un golpe sobre la mesa que impusiese la dignidad de su estirpe. Y, a tal efecto, se sentó de espaldas a los siniestros delegados de Otegi. Sin embargo, no tuvo en cuenta la dificultad de percibir su gesto por el esfuerzo necesario para distinguir la parte anterior de la posterior de su cuerpo, todo superficie de lisura opaca. La impresión final fue la de un niño castigado en el colegio y puesto por el profesor de cara a la pared y con la obligación de repetir mil veces los nombres de los diputados vascos. Creo que aún está en ello.-

Del elenco de actores de esta derecha, recuerdo a la pequeña y dulce Oramas, una japonesa perdida en la furia mesetaria, explicando las razones de su voto que a nadie interesaban. Y también al señor Revilla, por diputado interpuesto, insufrible protagonista mediático, almacén bípedo de simplismos y remedios arbitrarios para solucionar lo complejo, vocero de sus folletos y traductor de sus anécdotas cántabras en categorias universales. Las imágenes históricas de este director de sucursal bancaria, como la de los luchadores cántabros en el camino de Castilla sobre abarcas nos golpean realmente. ¿por qué lo querrán tanto algunas televisiones?. 

Ningún miembro de esta derecha política parece tener en cuenta la distancia entre los tres partidos que la articulan y un electorado conservador, pero moderno y racional que es obvio existe en nuestro país y el cual, escuchándolos, tiene que sentirse profundamente descontento. No reconociéndose en esta ultraderecha les negará su voto.-

Ultraderecha que con sus constantes vítores a la constitución, al rey y a España, ahogados por aplausos enfervorizados, hacían recordar las cortes franquistas y sus procuradores del tercio familiar.-

Pero en esta ineficaz a la postre y grosera estrategia contra el éxito de la investidura del señor Sánchez no estaban solos. Fuera del congreso ofrecían su ayuda y actuaban concertadamente dos largos brazos, el eclesiástico y el judicial.-

La conferencia episcopal que integra a muertos vivientes como los cardenales Rouco Varela y Cañizares, al lado de obispos de voz meliflua y más presentables pero que cuando se dibuja una amenaza para los sacrosantos intereses eclesiásticos, forman una piña de lustrosos plátanos, pidieron rezar por España. Oraciones para impedir la desaparición de la religión como asignatura evaluable y con alternativa, un escándalo intelectual que con dinero público se profundice en las profundidades insondables de la Inmaculada Concepción o la eucaristía. Amenaza que se extiende a la posible denuncia de los acuerdos con el Vaticano o a la reversión de la serie inagotable de apropiaciones del patrimonio del estado o de los ayuntamientos por mor de inmatriculaciones abusivas, o al pago de impuestos. Ante la tendencia histórica del Espíritu Santo a encarnar en bienes materiales, la obligación de un buen gobierno es adelgazarlo y devolverlo a lo invisible, desencarnar al dogma, grosero callo crecido de la “doxa”, de la opinión y apartarlo con claridad de la economía.-

Y el tercer pilar de esta estrategia de la derecha es la cúpula judicial, dominada por los nombramientos conservadores, cúpula dispuesta a todo para impedir una solución a la articulación territorial del estado que rompa la mítica España eterna que mamaron en fuentes franquistas y autoritarias. Así tenemos la sentencia del catorce de Octubre y, alrededor de este hecho central, el escándalo de la prisión preventiva y encarcelamiento de los Jordi, culpables de manifestación pacífica, el atropello de los derechos de Junqueras, el no hacer caso alguno a Estrasburgo, el atropello al presidente Torra por la J.E.C., confirmado por el T.S., la represión de los CDR para dificultar la acción política independentista, sin perjuicio de logrados los objetivos políticos buscados, ir liberándolos con cuentagotas. Todos recordamos la campaña mediática, apoyada en esas detenciones, para obtener condenas de la violencia independentista. No se vacila en banalizar el terrorismo (Alsasua, homenajes a presos de E.T.A., …).-

Pero todo fue inútil. Pedro Sánchez ganó la investidura y tenemos ya el primer gobierno de coalición y progresista de la historia de España. Creo, con todo el escepticismo que se quiera, que hay una posibilidad real de resolver o encauzar problemas que hasta la fecha permanecen irresolubles y que se agravan por esa irresolución. Una de las primeras y excelentes medidas ha sido nombrar fiscal general del estado a Dolores Delgado. La creo capaz de embridar al caballo judicial, desbocado en su galope delincuente y sacarlo del hipódromo político.-

EDOKSE TO DEMO (le pareció al pueblo, fórmula ateniense de los decretos de la asamblea)

Le pareció bien a los diputados la investidura de Pedro Sánchez y no hay más que hablar.-

FEBRERO 4 : NOTAS LINGÜISTICAS

Utilizando el vehículo de este diario pero independiente de su contenido aparecerán periódicamente unas fichas de notas lingüísticas bajo el título, sin duda demasiado ambicioso, con la ventaja, sin embargo, de cubrir todos los temas tratados, de “correspondencias vascoeuroasiáticas y universales”.-

No van dirigidas, en general, a los eventuales lectores del diario. Alguna etimología o algún argumento sobre relaciones lingüísticas puede ser de amplio interés, pero la mayor parte de los temas que serán tratados en principio apuntan a los interesados en lingüística histórica.-

Las fichas llevarán un número correlativo acompañado del día, mes y año de entrada en el diario que se recogerá en las posteriores. Las eventuales modificaciones implicarán la sustitución de la ficha correspondiente u otra nueva con la remisión oportuna. También en las mismas se publicarán índices para una fácil localización de los temas.-

El objetivo de las mismas, como se desprende del título, es el estudio del vocabulario vasco en relación con otras lenguas o familias de lenguas así como, en general, correspondencias léxicas entre lenguas o familias lingüísticas, en principio muy alejadas y que apuntan a un vocabulario común que puede ser muy antiguo, surgido en las muy diferentes y larguísimas etapas de la dispersión de la humanidad desde la salida de África.-

Las correspondencias y estudios tipológicos no estarán ausentes como tampoco diversos aspectos etnolingüísticos.-

En general se procederá por la simple exposición de los hechos y las hipótesis explicativas de autores y diccionarios etimológicos (si las hay y me son conocidas) y las razones por las que parecen insuficientes. Hipótesis alternativas, en general, solamente en un segundo momento, cuando la cantidad y calidad del material recogido, lo permita.-

Son estas notas fruto de largos años de estudio de muy diversas lenguas de las más diversas familias lingüísticas, estudio que abarca, como mínimo, la gramática, la historia de la lengua y un vocabulario básico no inferior a dos mil palabras.-

Es consciente el que esto escribe de su carácter de autodidacta, de “amateur éclairé) y, en consecuencia, carente de formación académica en la disciplina. Al lado de conocimientos extensos, que permiten asociaciones inesperadas, la existencia de inevitables lagunas y la ausencia de la tecnología, bibliotecas y equipos de los que goza un investigador en su departamento o instituto.-

El contenido de estas notas puede, incluso, haber sido ya debatido, en mayor o menor parte, por los estudiosos en sus centros. Por todas estas razones no habrá formulaciones categóricas, solamente exposición de hechos que juzgo de interés, en su caso, la insatisfacción sentida ante las explicaciones habidas e indicación modesta de hipótesis alternativas.-

No necesito decir que recibir pareceres y opiniones que enriquezcan lo por mí aportado, confirmatorios o discrepantes, será bienvenido.-

Lo que no puedo negar es el enorme placer sentido en estos largos años dedicados al estudio de la variedad lingüística humana, que verdad la del griego: “Paideia toîs mén eútujesi kosmos, toîs dè dustejesi katafugé”.

La primera ficha comprenderá los nombres vascos de la gaviota, ardilla, ciervo y vulva. Y el posible significado del nombre propio Ainoa.-