JULIO, 2

Vivimos y aprendemos en el sueño cada noche. Con placer expectante y también con respeto cierro los ojos y espero que la nave de los sueños con las velas de sus metáforas me arrastre a geografías que pueda navegar como Ulises, antes del regreso a Ítaca, más sabio y mejor caminante de los caminos de haz y envés, de vida y muerte que somos.-

            No siempre están abiertas las puertas del teatro de la noche. A veces no hay representación, quizá los accesos se hallaban cerrados y los actores no pudieron acudir o asistir a una función que no recuerdas, o sólo de un modo vago pues no estabas preparado para intervenir activamente. La conversación con lo oscuro es esencial para el hombre y grande es la pérdida por su ausencia.-

            Si durante el día te esfuerzas por recordar con mayor detalle las palabras nocturnas y las piensas con profunda atención, mayor será la frecuencia de las actuaciones de los sueños y su calidad y su difícil claridad, ya que lo oscuro, aunque pueda ser lo más pavoroso, es agradecido y corresponde a tu esfuerzo por facilitar su manifestación.-

JUNIO, 29

Visita a la catedral de Orense. Siempre observo con interés creciente cuando entro en las sombras de una catedral el sueño profundo de las figuras yacentes de prelados u otros religiosos o de personajes de la sociedad de su tiempo que cubren sus sarcófagos de piedra dispuestos en los muros de las naves o de las capillas y las lápidas que resumen los altos hechos, la dignidad de los oficios o la noble familia del difunto, hoy, en la mayoría de los casos, solo información para eruditos locales.-

            Con que fe todos ellos cerraron sus párpados, pensando despertar en el paraíso. Resulta difícil imaginar la absoluta evidencia que ofrecía esa fe. Nunca se verán decepcionados pues su pétreo sueño no podrá ser destruido más que a golpes de martillo.-

            Me dirijo a los primeros bancos de la nave central, casi bajo la cúpula. Abrazo con la mirada la total arquitectura y, cada vez, la misma sensación, la de hallarme en el interior de algo inexplicable, no solo entonces, en la sociedad medieval, con la tecnología de su tiempo, sino incluso hoy, una maquinaria estelar, una nave que ha llegado de un largo viaje y ocupa un terreno abierto en el centro de la población. Inmediatamente será un templo para la incomprensión de las gentes que a lo largo de los siglos colonizan el espacio sagrado con tumbas, altares barrocos y verbenas de santos. Pero hoy ha llegado el día y me cabe la suerte feliz de presenciarlo. Las galerías que ciñen el interior del cimborrio se llenan de extrañas sombras que acarician placas y botones de piedra. Los vitrales se llenan de luz, sus rayos multicolores todo lo inundan, paredes, columnas, arcos, techumbre vibran suavemente al principio, después con mayor energía. El rosetón gira con potencia, de él brota una claridad inmensa, como un sol de mediodía. La piedra se agita, quiere romper las raíces seculares que la unen a la tierra, pero la fuerza de ésta parece resistir. Nada, sin embargo, puede ser obstáculo al vuelo de la piedra, en auxilio de la luz viene la música, música celeste que el órgano vierte generoso. La vibración aumenta, me pregunto si serán música y luz el combustible de la piedra. Finalmente la tierra renuncia y la catedral, vacilante, se alza en el aire. La hojarasca de los retablos barrocos, cruces y estatuaria religiosa, objetos del culto, púlpitos y confesionarios se derrumban y caen al pavimento, multiplicados en polvo y en fragmentos y una luminosa hermosura se ofrece desnuda.-

            Ya está la nave en la más profunda lejanía y se dirige, cumplida su finalidad, al mundo de su origen, a la amistad de las estrellas, y yo voy dentro o, vuelto silencio de piedra, en piadosa actitud de anhelar el cielo.-

            Finalizo en el pórtico de la gloria de la catedral. Una teología de piedra que dice la verdad de los espíritus de quienes lo alzaron, sin espacio para la corrosión de la duda. Esa fe veía en los órdenes y rangos verticales de las puertas sublunares el reflejo del orden celestial en el que reina el Pantocrátor.-

            Este pensamiento de correspondencia entre las esferas terrestre y cósmica es habitual fundamento en las más diversas culturas. Ciñéndonos a Roma, pensemos en el descenso del templo y en el ascenso del firmamento o en el Dios Terminus que garantizaba los términos o mojones de los propietarios rurales latinos, mojones que traducían límites geográficos de los cielos superiores. Por ello quien alteraba la disposición de un mojón alteraba límites divinos y sufría una terrible sanción, la de ser declarado “sacer esto”, es decir, consagrado a los dioses infernales, lo que implicaba que cualquiera podía ejecutarlo sin reproche penal o jurídico. Cuantas veces me ha llevado esto a pensar en los campesinos gallegos, en su frívola facilidad para remover los “marcos”, cuantos serían “sacer” y el número de los sacrificados al inframundo.-

JUNIO, 26

Siempre gusté de las terrazas de los cafés, especialmente ahora que tan cómodas las disponen sus propietarios. Marchas por las calles inmerso en la corriente de la gente, lenta o rápida en su fuerza variable, que a veces se estanca y otras forma remolinos. Cuando ves la orilla favorable, desembarcas en ella y buscas el lugar idóneo para escribir o leer o, simplemente, sentir mientras observas el fluir del agua. En la alternativa de elegir una mesa exterior o un rincón interior la decisión depende de los naturales factores atmosféricos o del grado de comodidad o belleza de los lugares o del peligro de eventuales inundaciones del río próximo con su fragor insoportable de voces y risas.-

            Pero hoy has hallado un sitio y una hora de soledad y silencio. Depositas el mazo de folios blancos con su blancura de gardenias y bolígrafos de tinta variada en su color. De una guisa refleja, vibra, erecto el pensamiento con esta articulación del recado de escribir. Bebes el café hirviendo o la cerveza helada (“a los tibios los expulsaré de mi boca” según reza autorizada sentencia) y ya la mano tiembla, atrae la pluma y danza ritmos diferentes sobre la pista de papel. Extraordinaria fertilidad de la maravillosa unión del pensamiento en su laberinto y de la mano armada, las palabras recién nacidas llenan las albas cunas y ya te hablan con la frescura de sus significados. El tiempo cronológico, con su asignación de tareas, ese amigo impertinente que te incomoda para que te des prisa, ha desaparecido. Ahora solo está presente y todo lo domina la armonía de la respiración que, más allá de su común y básica función biológica, es irreconciliable enemiga de la urgencia que codifica el calendario.-

            Tu ocupación intelectual de la terraza es una construcción ambivalente, no es el espacio público de la circulación molesta ni el privado, de paz y silencio del domicilio. Ha operado por un periodo indeterminado una segregación de lo común a todos y alzado una concha de caracol, no por inmaterial, menos evidente para los terceros que, en su caso, se disculpan por la perturbación que pueda originar su aproximación. Esa membrana transparente no surge, claro está, por una mera ocupación material, que es la corriente de la calle un instante detenida y que no suscita el respeto ajeno.-

            La casa y la terraza poseen ventajas y carencias diferentes si las consideramos desde el ámbito del pensar. Frente a la plenitud del silencio que florece en la primera y la total independencia del exterior, la segunda es como el embarcadero de un río turbio que arrastra en sus aguas vidas procedentes de oscuros puertos. Por un momento pasan delante de ti, con el poder, algunas, de excitación o afectación. O son también el análogo de los pastos de invierno y de verano, de visita acompasada a las variaciones estacionales de tu espíritu.-

Junio,17

Un sueño. Desperté en la alta noche. Cuando esto ocurre, tengo dificultades para reanudar el sueño si permanezco en el mismo lugar, así que me levanté y fuí hasta una pequeña sala donde, en los brazos de un cómodo sillón volví a dormir facilmente. De repente, y no habían pasado más que minutos, como comprobé después en el reloj, alguien se sentó en mis rodillas y aproximó su rostro al mio. Después del inicial sobresalto, contemplé sereno las facciones de una vieja amiga, fallecida hace ya años y por la que nunca había sentido otra atracción que el cariño de la amistad. Manteniendo su cabeza junto a la mía, que sujetaba con ambas manos, dijo algo sobre una situación de fecha muy lejana. No sé a qué se refería, pero ella aprobaba mi comportamiento. Me besó y con fuerza abracé sus muslos que repondieron con dureza bajo mis manos. Sentí que la carne seguía siendo carne en la muerte. Al reacomodar nuestros cuerpos ví con asombro, pero sin temor, que no tenia vientre, como si sus piernas prolongaran directamente los costados y, entre ellas, presentaba un vacío, un enorme hueco de un negro intenso y de forma vagamente circular. Por él empezó a brotar una oleada de calor que subía rapidamente y que me envolvía sin molestarme. Al contrario, cuanto mayor la temperatura, más cómodo me sentía, era algo muy agradable, diferente a cualquier experiencia anterior, que invadía mi cuerpo por todos sus poros y orificios y lo dilataba como si cada órgano o cada parte del mismo, olvidadas la gravedad y la dependencia del conjunto quisiera flotar libremente y mostrar su particular belleza, de modo análogo al prisma que doblega la luz sobre su espejo y, desnudándola la abre en canal y deja que muestre libre su entraña de colores.

Un poco fuera de lugar, expresé mi sorpresa por una calidez tal en la muerte. Entonces una voz me hizo girar y ví sentado, majestuosamete obeso, con un cigarro entre los dientes al poeta Lezama cuya vivienda y tumba había visitado en La Habana. En realidad, lo recordé luego, la disposición de su aparición era una foto muy conocida. Sus palabras decían mientras ascendían entre las volutas de humo: “Es el Eros del vacio. Amígate confiado pues todo es cordial y sonriente en el camino”. La escena se borró de golpe al abrir los ojos. Respiraba agitado, abrazaba aún el aire, llamas diversas se fueron apagando en mi cuerpo con una lentitud que mantuvo vivas un tiempo las caricias de ese calor misterioso que parecía disolver mi forma en círculos de burbujas juguetonas. Así ocurre en la playa, pensé, con las arquitecturas de arena. Las olas cosquillean sus articulaciones y cada una que avanza aporta una disgregación mayor hasta la suave y tranquila desaparición.

Junio 22

Habito el sueño como el lugar privilegiado donde se revela “el terrible lenguaje de lo oscuro”. Voces, rostros, escenas, tramas en su gran mayoría familiares, pero en una disposición extraña e inquietante que deforma aquella familiaridad inicial y la inserta en una gramática desconocida, la propia de la lengua de las sombras. Cierro los ojos cada noche en la esperanza de una invitación que me traslade desde la ciudad diurna a otra diferente donde quedaré sujeto al señorío de una gravitación nueva, la propia de la ciudad del sueño, la cual, si llamado, camino vacilante y sorprendido, inseguro, quizás con temor en la espera de lo distante impensado que irrumpe de repente y que te abraza con naturalidad como un reencuentro largo tiempo aplazado.

Dentro del continuo cambio de geografías algunos lugares permanecen obsesivos aunque con diferencias significativas que hacen que el agrado de lo conocido pierda su cordialidad. Crujen grietas en la arquitectura que habitas como costuras de un traje incómodo con las dimensiones que viste y por los descosidos fluye lo ignoto presentido por tu inquietud, un laberinto angustioso o un mar geométrico y profundo cuyo lomo negro respira a tus pies, a veces tumbas angostas con las sombras de sus accesos abiertos en las que hay cuerpos que se remueven para regalar espacio mientras, interrumpidos en su descanso, te observan. Y sientes claramente que eres esperado. Pero eros está también presente en las esquinas de la noche y aguarda, bien dispuesto, tus pasos deseosos o se desvela, irresistible cuando no lo buscabas.

Al salir del sueño sabes que has sido interpelado. Todo te ha hablado con un decir que es ambiguo, como el de los oráculos antiguos, oscuro y por ello peligroso. Pero necesitamos la oscuridad. Sin una raiz oscura no alzan la piedra y el mármol su vuelo de columnas. Y no olvidemos (Lezama) “que si el hombre no tiene oscuro no puede tener iluminaciones”.

JUNIO, 14

De Paolo Sorrentino he leído estos días “Gli aspetti irrilevante” editado en 2016. Contiene en sus 274 páginas veintitrés historias de ciudadanos italianos (quince de hombres y ocho de mujeres). A cada historia precede una fotografía del individuo, fotografía ficticia, sin relación con el mismo, pero que hace que leas su historia bajo la impresión de los rasgos personales de aquella e, incluso, que la lectura te aproxime a la sensación de ver un filme, a lo que ayuda el estilo narrativo del autor. Libro lleno de humor y de inteligencia y del que es fácil augurar que Sorrentino extraerá el guión para una cinta tan hermosa como “la grande belleza”.-

            Las personas sobre las que giran las historias no definen, por supuesto, la sociedad italiana, como tampoco los protagonistas de “la grande belleza” por eso carecen de justificación las críticas italianas a este filme por contribuir a resaltar los tópicos sobre el italiano medio. Los personajes de la película y del libro son simplemente ciudadanos como los que hay en cualquier país europeo, miembros, claro, de la sociedad italiana pero que en absoluto representan “tipos” sociales de la misma.-

            Son veintitrés vidas, descritas en pocas páginas, con rasgos ágiles que retratan el aburrimiento, la ambición, la tristeza, el placer, la seducción, la indiferencia, el amor… y la muerte que se asoma por todas las ventanas, con el comentario breve y sutil de breves reflexiones, en boca del autor o de los protagonistas, golpes de timbal que sellan lo narrado.-

            El libro se abre con la vida de una bailarina de local nocturno que con precisas oscilaciones de su cuerpo “le oscillazione necessarie per far cadere nella eterna trappola…” seduce a un anciano millonario para llevarlo al matrimonio y luego hacerle cambiar el testamento. Una última oscilación en sus setenta años, introduce un inesperado final con un piloto de fórmula 1.-

            Pasando entre otras por la vida triste de una mujer superdotada, la esperanza que abre el amor en las soledades de un músico y una cantante de pianobar, un asesino mafioso oculto, una científica llena de maridos y amantes que muere a sus ochenta y siete años con la mano entre las piernas, “nella gioia” como reza el dictamen médico, un estrangulador “ergastolano” que emociona a la prisión con su canto, una jugadora cuyo tiempo transcurre en partidas de póquer donde siente el fluir de la vida en el silencio de los jugadores. Escritores frustrados, tipos aburridos o que no valen para gran cosa y que llegan, no obstante, a diputado de la república. Entre las historias finales, una extraordinaria lección de seducción y la presentación de un profesor aburrido, que no cree en la enseñanza y en la cultura y que, obsesionado con la muerte, se pregunta constantemente cómo será la suya, interrogación con la que encuentra paz y relajación. Ante el cadáver bellísimo de su esposa muerta ahogada piensa que si la muerte es belleza, es hora de que él también la conozca y….

            Literatura sí y excelente, y también, embarazada de posibilidades cinematrográficas.-

JUNIO, 11

En TV he visto una película de Paolo Sorrentino “Il divo”, que presenta su interpretación de Giulio Andreotti, el muy importante político italiano de la segunda mitad del siglo XX, numerosas veces presidente del consejo de ministros y protagonista decisivo en todos los conflictos y acontecimientos de la política italiana de su tiempo, asesinatos de políticos como Aldo Moro y de periodistas y fiscales, brigadas rojas y mafia, quiebras bancarias con las muertes sospechosas asociadas a las mismas, logia P2, y sobre todo, una corrupción generalizada que acabó con el sistema de los partidos tradicionales.-

            Figura enigmática la de Andreotti, impenetrable en su silencio, dueño de toda la información, absoluto creyente, con una peculiar teología del mal como instrumento imprescindible del bien en situaciones complejas, insensible (“todo me resbala sin que lo sucedido deje huella en mí, salvo la muerte de Moro, dice en una ocasión).-

            Mientras la muerte y la prisión llovieron implacables sobre los protagonistas de la época, él la atravesó casi sin rasguños (fue absuelto en 2004). No le dañaron, como diría Lezama ni “las astillas de los tiernos salmones almendrados”.-

            Hay en la cinta escenas inolvidables: al amanecer avanza Andreotti por la calle, camino de la iglesia para confesarse en medio de un espectacular despliegue policial con las metralletas que apuntan todas las direcciones de la rosa de los vientos o el beso de alianza con el jefe mafioso, con una condecoración urinaria en el pantalón, observada largamente por el impecable Andreotti antes del obligado ósculo en la mejilla.-

JUNIO, 8

Leo una columna del escritor X.L. Méndez Ferrín, publicada en un periódico local el 8 de Marzo del corriente año, bajo el título “Tren blindado”. Después de realizar un agudo análisis de la situación en la que tuvieron lugar las conversaciones entre Corea del Norte y EE.UU. (y del que brota clara la simpatía por Kim Jong-Un) finaliza con estas líneas: “el dirigente coreano popular regresó a su patria ordenándole paradas al tren blindado “para botar uns pitos” ya que él es persona sencilla y tiene consideración con su equipo y séquito”.-

            ¡Home non! Que diría el autor, maestro del periodismo de opinión (según sus admiradores) y teorizador a tiempo parcial de los paraísos estalinistas (en los que sería uno de los primeros fusilados, y en su honor hay que decirlo). ¡Home non! Será el último pitillo del condenado a muerte antes de ser ejecutado o de ser enviado a un campo de trabajo para corrección de actitudes erróneas o posibles sabotajes, como parece ocurrió con la intérprete del dictador coreano en su encuentro con Trump.-

            Siempre he admirado la fe de los dirigentes estalinistas, desde Stalin a los coreanos, pasando por el Mao de la revolución cultural (e incluso los castristas de la peor época de la represión de los homosexuales y demás “gusanos sociales”) en las virtudes regeneradoras del trabajo para eliminar cánceres sociales. Antiguos rótulos que saludaron la entrada a espacios mucho más siniestros como “el trabajo hace libre” o “a la alegría por el trabajo” conservan todavía su utilidad.-

            En relación con el mismo escritor, un político gallego de cuño tradicional manifiesta: “tengo muchas diferencias con él pero eso no impide mi presencia…” (en un acto de homenaje) ¡Home non! Para hablar de diferencias entre dos personas se necesita una base común de comparación, en la que florezcan con naturalidad las diferencias, en este caso, dos intelectos incomparables, no hay tal base y resulta absurdo y presuntuoso hablar de diferencias. Se confirma, una vez más, la dificultad, incluso la imposibilidad, de visualizar los límites del propio mundo si lo cubre el manto espeso de la pequeñez.-