Desde el fondo del mar

Número 4 (Julio 12)


Número 4 (Julio 12)
 
Inevitable Herencia
 
Modesta herencia habrá cuando yo muera,
Humilde y apartada habitación
En la infinita biblioteca humana
Y el eco de mis pasos cada día,
Entre las órdenes de libros, monjes
Con recia disciplina de silencio,
Sus manos sobre un pecho de secretos,
El saber alcanzado por sus vidas.


En la luz indecisa de las celdas,
Años, siglos quizá, fui también monje,
Inclinado sobre lo más difícil,
Sin procurar jamás ganancia alguna.
Pude así conocer lo más profundo,
El pensar de las razas de los siglos,
Abierto en luz al generoso esfuerzo.


Los años ya pasaron, o los siglos,
Ya la muerte es vecina de mi sombra,
Con paciencia sonríe a mis trabajos,
Ciegos a su deseo de mudanza.


Ellos alzaron alas en la antigua
Arquitectura, nuevos laberintos,
otros monjes se unieron a los viejos,
Con orgullo tranquilo los contemplo.
Yo quisiera vivir siempre a su lado,
Y un cuerpo de papel atravesado
Por flechas que disparan alfabetos
En vuelo de imposibles geometrías,
Figuras y ejercicios nunca vistos
De mágicos arqueros en palestra.


Ciudadano de la ciudad sin fin,
Libro entre los libros, fatal destino
Del sediento que busca el agua oculta
En grietas de la roca vueltas fuentes.
Pero soñar no es página que dure,
Una mano sin mano en el costado,
Un vacío sin nombre que disuelve,
Se abre común, inevitable herencia.
 

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