Continuo, amigo, pensando la muerte, es decir, mi muerte. Tu muerte, y la de los otros, conocidos y desconocidos, y sobre todo, la de los seres amados, exige pensares diferentes.-
Y al pensar mi muerte, tropiezo con Novalis. Me dice “Der tod ist eine selbstbesiegung, (la muerte es un triunfo, un triunfo sobre sí mismo). Lo comparto si lo dicho significa la aceptación de la muerte. Si, esta aceptación es el máximo triunfo de la persona. Y añade que la vida es el comienzo de la muerte. Lo confirma Lezama Lima “empezamos a morir antes de morir”. No solo en el obvio sentido físico o biológico, sino porque la muerte es “forma vitae” está en el meollo de cualquier momento de nuestra existencia, nos configura esa posibilidad estructural de ausencia en un instante, de ahí la necesidad de ese aprendizaje de la cátedra de morir (o vivir). Y parte fundamental de ese aprendizaje es la eliminación de cualquier ilusión metafísica o religiosa, también de la más pálida y sombría, un hades o el “totensreich” de H. von Hofmannsthal, su reino de los muertos. Pero ello no excluye, antes exige que sobre la base puramente física de nuestra muerte, alcemos una construcción poética en cuyo seno florezca la aceptación. Como seres culturales, nuestra muerte es una construcción cultural, o, dicho de otra forma, con nuestra vida, como muerte en vida, componemos una sinfonía cuyos timbales abren la puerta al silencio.-
Novalis, muerto a los veintinueve años, se preguntó: “ist denn das weltall nicht in uns? In uns…die ewigkeit, die vergangenheit und zukunft?. (No está el universo en nosotros,…la eternidad, el pasado, el futuro?). “¿No es el hombre completo un pequeño pueblo?”. “(Ein kleines volk?). Tenemos el cosmos inconmensurable y también lo infinitamente pequeño. Pero si nos sumergimos en nuestro interior nos hallaremos en una insondable dimensión en la que flotan extrañas y mudables geometrías pobladas de voces tan numerosas que ni siquiera el propio yo conoce o puede dar cuenta de sus gentes y paisajes. Sí, somos un universo y un pueblo innumerable que solo se hace parcialmente visible al exterior, en una mínima parte, a través de la acción y del lenguaje.-
Millones, miles de millones de universos constituimos la especie humana a través de los cuales ésta va expresando todas sus posibilidades, en un proceso inacabable, y a su vez la especie es uno de los instrumentos de conocimiento, de autoconocimiento de la materia que experimenta de esta forma todas las posibilidades. La consecuencia, que toda la historia humana, en su conjunto e individualmente, está justificada, desde el más espantoso mal a la acción más generosa y heroica. Todo lo experimenta y conoce la totalidad de que formamos parte (llámalo ser, si quieres) que experimenta y conoce por sus órganos humanos y no solo a través de ellos, ni siquiera de la manera más elevada.-
Nosotros somos un momento de la especie que desaparecerá o evolucionará a otras, pero que sobrevive y se desarrolla a través de nuestras muertes y nacimientos individuales. Naveguemos como Ulises la cultura de la especie y nuestro interior, y contemos luego lo que hemos visto.-