Antología de antiguos
Julia la mayor, esposa de Agripa: “Nunquam enim nisi navi plena tolle vectorem” (que no suba a bordo un pasajero salvo que la nave esté llena). Respuesta que se le atribuye ante la admiración suscitada por la semejance de sus hijos con el padre. Me asombra la actitud moderna y emancipada de esta matrona romana. No parece que nos separen de ella dosmil años. Si fuese trasladada al seno de la alta sociedad romana de nuestro días, se sentiría muy cómoda aunque creo que le extrañarían unas costumbres tan morigeradas.
Sobre Aristóteles. Un autor afirma que el filósofo niega la naturaleza corpórea de la luz y que es energía en la que hay una fuente luminosa. Que la luz no es “soma” (cuerpo) ni “aporroé” (flujo) ni “kinesis” (moviemento). Es “alloíosis” (alteración) del medio transparente en el que se instala con carácter instantáneo. Seguramente el valor científico de estas afirmaciones es nulo, pero para la Poesía hay en ellas un altísimo valor poético.
Horacio. “odi profanum vulgus et arceo” (Aborrezco el vulgo ignorante y me aparto). Pero nunca formulemos la ecuación una persona = profanum vulgus. Este sintagma no abarca la totalidad de la persona ni es por necesidad una dimensión permanente. Al contrario, de todos puede ser predicada en algún momento o aspecto la “vulgaridad profana”. En esos términos hay que entender el “aborrecer” y el “apartarse” que siempre implicará rechazo de algo de uno mismo.
Títulos funcionariales del imperio, sobre todo del tardío. En ninguna época histórica hubo títulos más hermosos, incluso poéticos en nuestro occidente: “magister memoriae” (maestro de la memoria), “comes sacrarum largitionum” (conde de las distribuciones sagradas, una especie de ministro de hacienda). “Quindecenvir sacris faciundis” (magistrado de los sacrificios a los dioses). “Procurator metallorum pannoniorum et dalmatiorum” (encargado de las minas de Pannonia y Dalmacia). “Duumvir aquae perducendae” (magistrado para el suministro del agua). Como por mi edad no tengo ya la energía física suficiente para aspirer a la jefatura militar del “magister militum praesentialis”, aceptaría con satisfacción, de serme ofrecido, el cargo de “praepositus sacri cubiculi” (jefe supremo del sagrado dormitorio) de la emperatriz, si no fuera reservada tal función a los eunucos, aunque mi edad a ellos me aproxime.